Detectar a las personas contagiadas por el COVID-19 lo antes posible, para poder aislarlas y que no expandan el virus, es clave en la lucha contra la enfermedad, que ya se ha cobrado la vida de 13.798 personas solo en España. Para ello se utilizan dos métodos: las PCR (siglas en inglés de reacción en cadena de la polimerasa) y los test rápidos.
Las PCR son pruebas de diagnóstico para encontrar enfermedades infecciosas que se usan desde los años 80 y a los que España ha recurrido desde el estallido de la pandemia del coronavirus para detectar los casos positivos.
¿Cómo funcionan? Se recoge una muestra de la nariz o de la garganta del paciente y se manda a analizar al laboratorio de microbiología, que requiere de unas máquinas llamadas termocicladores. Personal cualificado se encarga del proceso, que se basa en buscar material genético del virus en la muestra. Son pruebas muy fiables (no infalibles), aunque los resultados pueden tardar más de cuatro horas, lo que ralentiza mucho la detección del virus entre la población. Estos test sirven para detectar si hay infección, pero no para saber si alguien ha pasado o no la enfermedad.
Los test rápidos que el Gobierno ha comprado a China detectan antígenos (proteínas) del virus en las muestras obtenidas del paciente. En total, España ha adquirido unos cinco millones, de los cuales ya están disponibles un millón, que se han repartido a las Comunidades Autónomas.
Las PCR son más fiables, pero requieren más tiempo y personal cualificado. Por eso, los test rápidos, que dan un resultado en 15 minutos, son útiles para hacer una primera criba. Es decir, si una persona da positivo con un test rápido ya se pueden tomar medidas. Si da negativo, habría que recurrir a la PCR para verificar el resultado. Este procedimiento permite no saturar las PCR y está enfocado sobre todo, según ha comunicado el Gobierno, a las residencias de ancianos y hospitales (por ejemplo en las urgencias, para aislar lo antes posible a los pacientes contagiados).
La eficacia de los test rápidos que ha comprado España es del 64% en los pacientes con síntomas recientes y de más del 80% en los que llevan más de una semana contagiados, según pruebas del Instituto de Salud Carlos III. No son fiables para los pacientes asintomáticos.
Cómo se hacen los test rápidos
El Instituto de Salud Carlos III, a través de un vídeo informativo, explica cómo funcionan los test rápidos antigénicos. Cada kit de test rápido consta de: torunda (una especie de bastoncillo) para recogida de muestras, tubo de plástico, tapón del tubo, tampón de extracción y chip de detección.
Para interpretar el resultado hay que observar las bandas o líneas que han aparecido en el chip. Si la muestra es negativa, solo hay una banda a la altura de la letra C (control). Pero si es negativa aparecen dos bandas, una bajo la C y otra bajo la T (test). Si solo hay una línea a la altura de la T hay que repetir el test.
La doctora María José Sierra, del Programa de Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, explicó en rueda de prensa la estrategia de España para seguir controlando la expansión del virus.
En primer lugar, hay que detectar lo antes posible a las personas contagiadas para aislarlas y evitar que el virus siga circulando. Para ello se recurre a los test rápidos antigénicos y las PCR.
En segundo lugar, la estrategia se basa en ver quién ha superado ya la enfermedad, para lo que se utilizarán estudios serológicos que detecten si hay anticuerpos del COVID-19 en la sangre. El sistema inmunológico empieza a productos a partir del sexto día desde que se iniciaron los síntomas.