¿Te dan las tantas mirando la pantalla de tu móvil en la oscuridad de tu habitación? ¿Chateas de forma compulsiva con tus contactos hasta el punto de que tu descanso se ve afectado por ello? Entonces es posible que sufras 'vamping', un trastorno que procede de las palabras inglesas 'vampire' (vampiro) y 'texting' (envío de mensajes). Afecta especialmente a adolescentes y puede convertirse en todo un problema de adicción que debe ser controlado y, en ocasiones, tratado. ¿Qué es el 'vamping' y cuáles son sus síntomas? ¿Cómo evitarlo?
Cuando hablamos de ‘vamping’ hacemos referencia a un trastorno relacionado con el uso excesivo y nocturno del móvil -o de cualquier dispositivo electrónico equivalente- para chatear con nuestros contactos o, en general, comunicarnos con ellos por cualquier vía (por ejemplo, a través de redes sociales). De una forma más amplia, existe un problema cuando usamos esto dispositivos para cualquier otra actividad de forma nocturna: jugar, consultar noticias... como última actividad antes de dormirnos.
Normalmente este uso excesivo nos lleva a reducir las horas de sueño y a normalizar el hecho de pasar largas horas pegados a nuestro terminal, comprometiendo nuestro tiempo de descanso. Chatear hasta altas horas de la madrugada, despertarnos en mitad de la noche y acudir a nuestro móvil en busca de novedades o nuevas conversaciones... son síntomas que pueden ayudarte a identificarlo.
Existe cierta ansiedad -entre otros síntomas- asociada a este trastorno que, como ocurre con otros casos de uso excesivo de tecnología digital, se puede englobar en la categoría de adicción: el hecho de no poder consultar nuestro móvil se convierte en un problema y, como consecuencia colateral, es frecuente que aparezcan casos de insomnio e incluso trastornos del estado de ánimo asociados con la falta de sueño y con el malestar que provoca esta adicción.
Dado que el 'vamping' afecta especialmente a adolescentes, el insomnio precoz es muy común, así como, en general, las alteraciones del descanso: el sueño se ve influenciado negativamente por el uso de pantallas en la oscuridad, por la recepción de notificaciones sonoras o visuales... Las personas que sufren adicción al móvil o a la tecnología digital en general suelen acostare mirando una pantalla y despertándose con ella como primer contacto con el mundo.
Existe, además, un aumento de la incidencia de este tipo de trastorno en relación con la pandemia y el aislamiento social: nuestras interacciones digitales aumentaron exponencialmente durante los meses de confinamiento y de restricciones aplicadas a la interacción física entre personas. Por eso, para muchos de nosotros la comunicación digital se ha convertido en un hábito difícil de abandonar o reducir hasta niveles pre-pandemia.
El resultado es la llamada nomofobia o miedo a no tener acceso a nuestro móvil o a Internet y a todas las herramientas de comunicación que esta tecnología trae de la mano. Como consecuencia, aparecen síntomas como ansiedad, falta de concentración, un mayor estrés, un descanso precario... y también fatiga visual, aislamiento social o dolores físicos (de cabeza, musculares...).
En cuanto a cómo evitar el 'vamping', en ocasiones puede ser recomendable acudir a terapia para aprender a reconducir la situación y romper el círculo vicioso que se genera con esta adicción. En otros casos, basta con llevar a la práctica determinados consejos y hacer uso de nuestra fuerza de voluntad.
El gesto más importante de todos consiste en alejar el móvil de la mesita de noche o, si es posible, sacarlo de la habitación (y lo mismo se aplica a cualquier dispositivo electrónico). El objetivo es no tener a mano este tipo de tecnología y aprender que el momento de descanso requiere desconexión y silencio, sin el impacto para nuestros sentidos que supone hacer uso de este tipo de dispositivos.
También puede ser de gran ayuda crear unos horarios de uso de estos dispositivos y cumplirlos a rajatabla, rompiendo con la idea de que debemos estar disponibles las 24 horas del día. Es una forma perfecta de reducir el estrés en el camino, acostumbrando a nuestros amigos y familiares a un tipo de contacto más sano y menos inmediato.
Fomentar aficiones 'analógicas' y crear espacios de autocuidado también te será de gran ayuda: deporte, lectura, meditación, música... Ganar espacio para nosotros mismos y para nuestros pensamientos nos ayudará a ser más felices y a disfrutar en mayor medida del contacto social, equilibrando la balanza entre ambas necesidades.
Si te cuesta dar el paso, un truco puede ser apagar tu router a partir de cierta hora cada día y hacer uso del modo avión o de cualquier otro método para no tener conexión a Internet desde tu terminal. Lo más importante es tener fuerza de voluntad y, en el caso de adicción adolescente, el control parental es básico, así como predicar con el ejemplo: si hacemos uso excesivo de nuestros móviles a deshora, nuestros hijos aprenderán a normalizar este tipo de comportamiento y lo imitarán.