Elonk Musk, Albert Einstein, Bill Gates, Greta Thunberg... Todos ellos tienen en común no solo una inteligencia excepcional, sino también sufrir el llamado Síndrome de Asperger, un trastorno del neurodesarrollo que se engloba dentro del espectro autista y que afecta en España a una de cada 1.000 personas. La principal característica de este síndrome es un distinto funcionamiento del cerebro que desemboca en dificultades o diferencias en cuanto a la forma de comunicar e interactuar a nivel social. ¿Qué es el Síndrome de Asperger y cómo identificarlo?
Tal y como explica la Confederación Asperger España, el síndrome de Asperger es un trastorno del desarrollo que se engloba dentro del espectro autista y que afecta a la interacción social recíproca, así como a la comunicación verbal y no verbal. Este síndrome también trae de la mano una resistencia para aceptar el cambio, así como inflexibilidad del pensamiento. Como consecuencia, quienes lo padecen suelen "poseer campos de interés estrechos y absorbentes".
Como contrapartida, las personas con este síndrome suelen tener una memoria privilegiada y contar con unas habilidades muy desarrolladas en este sentido, siendo capaces de recordar sin esfuerzo hechos, figuras, fechas, etc. Las ciencias y las matemáticas son materias en las que muchos de estos pacientes destacan. Además, existe un rango en la severidad de síntomas dentro del síndrome y, de hecho, "el niño muy levemente afectado resulta a menudo no diagnosticado y puede apenas parecer raro o excéntrico".
Otra nota característica del Síndrome de Asperger es que resulta mucho más frecuente que otros tipos de autismo, aunque sigue siendo poco frecuente y existe aún cierto desconocimiento acerca de sus síntomas. Es frecuente que quienes lo experimentan encuentren dificultades para hacer amigos, así como que tiendan a tomar el significado del lenguaje de forma literal, o bien a usarlo de manera relativamente extraña. Así, metáforas, expresiones no literales, analogías... a menudo deben ser explicadas.
También puede faltarles el deseo de compartir información y experiencias propias con los demás y, en muchas ocasiones, se encuentran mucho más cómodas en soledad o en un ambiente controlado y familiar. Un posible síntoma temprano pueden ser las dificultades para aprender a hablar o para hacerlo utilizando adecuadamente el lenguaje: algunos niños con este síndrome hablan poco, aunque puede ocurrir todo lo contrario.
La rutina y el ambiente estructurado suelen aportar tranquilidad a estas personas y, del mismo modo, el cambio suele resultarles dificultoso. Esto puede llevarles a desarrollar rituales muy detallados en su día a día que pueden resultar frustrantes para quienes les rodean.
También es frecuente que se obsesionen con temas o actividades concretas y que no muestren interés por nada más. También suelen experimentar dificultades a la hora de perder o ser criticados, derivando en frustración y ansiedad. Sus necesidades de cariño y afecto pueden ser mayores, y lo mismo se aplica a la paciencia y la comprensión, que servirán para ayudarles a proteger su mundo propio.
Además, es importante saber que es posible mejorar las habilidades sociales de quienes sufren Asperger, así como enseñarles estrategias de dominio de la frustración, mejora en la ejecución de tareas, reducción de la tensión... En cualquier caso, el diagnóstico temprano es muy importante y ayudará a mejorar la adaptación del niño y su desarrollo saludable hasta la edad adulta.