"Me da miedo que mi psicólogo cuente mis secretos": cuando la terapia no ayuda y sí aterra
Un psicólogo no debe darte consejos, sino enseñarte a tomar tus propias decisiones con las herramientas adecuadas
"Mi primera psicóloga me hizo sentir juzgada y mal conmigo misma cuando le conté que había sufrido una violación"
Tomar la decisión de ir al psicólogo no es fácil. Gran parte de la culpa recae sobre los mitos y estigmas asociados a la salud mental. ¿Qué hace exactamente un psicólogo? ¿Puede contar mis secretos a algún conocido en común? ¿Debe darme consejos? Estas dudas son normales, pero hoy las resolveremos explicando una a una las reglas básicas de la terapia según el código deontológico.
El código deontológico es un documento en el que se especifican todas las normas y valores que deben respetar los profesionales de dicha profesión. Saltarse dichas reglas puede implicar una denuncia al Colegio Oficial de Psicólogos, retirándole al terapeuta el derecho a tratar pacientes.
MÁS
Ni puede ni debe juzgar
Aretha (22 años, Tenerife) tuvo una mala experiencia la primera vez que fue al psicólogo. "Le conté una situación que viví con mi primer novio. Tenía 16 años y me chantajeó emocionalmente para mantener relaciones sexuales con él, haciéndome sentir intimidada. Ahora sé que fue una violación, pero mi primera psicóloga me hizo sentir juzgada y mal conmigo misma. Dijo cosas como que no podía victimizarme y quejarme cuando yo accedí a ello. Esta experiencia me ha afectado y aunque sé que debería ir al psicólogo para superar algunas cosas, me aterra que me vuelva a pasar".
Lo que hizo la terapeuta de Aretha no solo es inmoral, sino que infringe el código deontológico del psicólogo. Según el artículo 6, un psicólogo nunca debe faltar al respeto de la persona haciendo valoraciones sobre su vida personal. Además, el artículo 37 especifica que siempre se debe salvaguardar la dignidad de las personas, sus creencias, su intimidad y su pudor, sobre todo en áreas como las experiencias sexuales.
Por otro lado, el artículo 12 estipula que un psicólogo nunca debe utilizar etiquetas vejatorias o discriminatorias.
La confidencialidad es total
Uno de los mayores miedos de Xaime (24 años, Pontevedra) es que su psicólogo airee lo que sucede en consulta. "Vivo en un pueblo pequeño de Pontevedra y al final nos conocemos todos. Me da palo que un día mi psicólogo se encuentre con algún conocido en común y de colegueo le cuente alguna cosa íntima".
El temor de Xaime es muy habitual, pero un buen profesional no contará los secretos de un paciente ni siquiera a su mejor amigo, así que keep calm.
Esto no solo es algo que hace el psicólogo por buena fe, sino que viene recogido en el código deontológico por numerosos artículos como, por ejemplo, el 41, 42 y 43. En ellos se especifica que jamás se debe romper la confidencialidad en terapia. Solo se podrán compartir los resultados o aspectos tratados en terapia a otras personas con expresa autorización del paciente.
Nada de consejos, para eso están los amigos
Jorge (20 años, Oviedo) cambió de psicólogo porque sintió que le estaba imponiendo ciertos cambios. "Mi anterior psicólogo se pasaba dando consejos. Me dijo que debía dejarlo con mi novia y mudarme a otra ciudad. Es verdad que no estábamos pasando nuestro mejor momento, pero creo que se vino arriba. El siguiente psicólogo al que fui me dijo que él no daba consejos, que él me iba a enseñar herramientas para que yo escogiese mi propio camino".
Si bien no viene recogido en el código deontológico como tal, una de las reglas de la terapia que se enseñan ya desde la carrera es no aconsejar. Un psicólogo no es tu colega ni tu padre. Por muchas ganas que tenga de decirte “deja a ese novio porque es más tóxico que un kilo de Uranio”, no puede. Su labor es que tú seas capaz de tomar tus propias decisiones y si es necesario, equivocarte para aprender de los errores.
Secretismos no, gracias
Cuando Merce (23 años, Granada) comenzó a ir al psicólogo, había demasiadas dudas que nunca se atrevió a preguntar. "Yo fui al psicólogo en una racha muy mala de mi vida y me hubiese gustado que me dijese qué era lo que me pasaba. Entiendo que no quisiese ponerme un diagnostico para no condicionarme, pero me habría gustado saber si lo mío tenía nombre y que no era la única persona a la que le pasaba".
Si bien algunos profesionales evitan etiquetas diagnósticas porque las consideran estigmatizantes, los pacientes tienen derecho a estar informados sobre su situación. No sólo sobre lo que les pasa, sino también los test que se han utilizado para evaluarla, las técnicas que se van a impartir, la duración estimada de las sesiones y un largo etcétera. En pocas palabras, cualquier dudas que tenga debe ser resuelta por tu psicólogo. No lo digo yo, lo dicen el artículo 25 y 48 del código deontológico.
Adecuación y consentimiento con conocimiento
Eva (26 años, Albacete) sufrió una mala experiencia cuando una psicóloga se inmiscuyó demasiado en su vida. "Fui a la psicóloga porque estaba pegándome atracones en época de exámenes. Las primeras sesiones me sentí a gusto, pero después empezó a sugerir que mi problema era por un trauma con mi padre no resuelto. Quería indagar en problemas con mi padre, cuando la relación con él es genial. Por mucho que le explicase que no había nada oculto, ella insistía. Me sentí un poco agobiada y cambié de psicólogo".
La adecuación y el consentimiento con conocimiento está especificado en el artículo 29. Se trata de una regla que estipula que en terapia, el psicólogo debe ajustarse a los motivos de consulta. No debe invadir la privacidad del paciente.
A veces es difícil cumplir esta regla porque un problema psicológico puede guardar relación con alguna experiencia pasada. Aun así, un profesional jamás debe intimidar al paciente, hacerle sentir incomodo o insistir cuando ha dejado claro que ese tema es privado y no guarda relación con la terapia.