Un embarazo no deseado es, como su propio nombre indica, aquel que se produce sin haberlo planeado. Pese a la creencia popular de que se debe a una falta de protección, son muchas las personas que usan métodos anticonceptivos y, aun así, se topan con un test de embarazo positivo. Tras el shock inicial llegan un montón de dudas, y para resolverlas, por el Día Mundial de Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes, le hemos preguntado a Celia, Itziar y Paula; tres mujeres que pasaron por esa situación y la gestionaron de forma totalmente diferente.
Según el Observatorio de la Sociedad Española de Contracepción, casi 800.000 mujeres españolas corren el riesgo de tener un embarazo no deseado por no utilizar métodos anticonceptivos, o por utilizarlos erróneamente. A esta cifra hay que sumar todas aquellas que sí utilizan protección de manera apropiada, pero que son "víctimas de la mala suerte".
Los preservativos masculinos tienen una efectividad del 98% en la protección contra embarazos. En general, un mal uso puede deberse a fricción por falta de lubricación, uso de preservativos caducados, colocación del preservativo solo en el momento de eyacular o a geles lubricantes incompatibles con el látex. Actualmente es el único método anticonceptivo que también protege de las ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual).
Respecto a la píldora anticonceptiva, la efectividad también ronda el 98%. En estos casos, un embarazo no deseado puede deberse a incompatibilidades con otros medicamentos, diarrea o vómitos, olvidarse alguna pastilla o tomar la píldora solo cuando se mantienen relaciones sexuales. ¡Y ojo! Recuerda que no protege de las ETS.
Fiinalmente, el DIU (dispositivo intrauterino) tiene la ventaja de que mantiene una efectividad del 98%, pero no requiere estar pendiente como sucede con los preservativos o la píldora. Esto es especialmente útil en relaciones monógamas donde no hay riesgo de ETS. Suele fallar cuando se produce un desplazamiento del dispositivo, permitiendo la entrada de los espermatozoides. Por eso es importante revisar su colocación regularmente.
Un embarazo no planificado puede provocar un fuerte impacto psicológico en las mujeres. Ansiedad, depresión, fobia al contacto erótico, disfunciones sexuales, sensación de aislamiento y miedo al juicio ajeno. Este último aspecto es especialmente relevante, ya que en ocasiones lo que más daño psicológico provoca es la opinión de la pareja, amigos más cercanos o familia.
Independientemente de si tu entorno es conservador o si te animan a poner término al embarazo, la decisión es solo tuya.
Celia tiene actualmente 26 años y se quedó embarazada cuando cumplió 22. “Siempre usábamos preservativo, pero un día con la excusa de que yo tenía la regla lo hicimos sin protección”, recuerda. Dos meses después se hizo un test de embarazo y el resultado fue positivo.
“Sentí mucho miedo y vergüenza. No quería contarle nada a mis amigas porque pensaba que me iban a llamar tonta por la imprudencia que hicimos. Tampoco quería decírselo a mis padres porque siempre me habían dicho que lo que tenía que hacer era disfrutar y estudiar, y no atarme a nada. Estuve dos semanas sin ver a nadie porque era incapaz de disimular”, relata.
Tras hablarlo con su pareja y con un especialista en el Centro de Salud de su ciudad, decidió seguir adelante con el embarazo. “Mis padres fueron más comprensivos de lo que yo pensaba. Me dijeron que me apoyarían decidiese lo que decidiese. Con mis amigas me costó más dar el paso y contárselo. Esperé a estar de 5 meses”.
“La relación con mis amigas cambió mucho. Al principio todas estaban encantadas. Me decían que el bebé tendría muchas tías. Con el tiempo la gente que estaba durante el embarazo fue desapareciendo. No las culpo porque ellas tenían otras prioridades y nuestro camino se separó. En su día me pareció el fin del mundo, pero hice más amigos. Sobreviví. Con mucho cansancio y ojeras, pero sobreviví”, comparte entre risas.
Actualmente su hijo tiene 4 años y Celia y su pareja siguen juntos. Ambos terminaron sus estudios y tienen trabajo.
Itziar, al igual que Celia, se quedó embarazada de manera no planificada y decidió seguir adelante. “Tenía 24 años y acaba de empezar a trabajar de lo mío. No tenía pareja, pero sí que quedaba con un chico. Cuando llevábamos ya tiempo viéndonos y nos aseguramos de que ninguno teníamos ninguna ETS, empecé a tomar la píldora”, comparte.
Sin entender muy bien por qué, la píldora falló. “La tomaba siempre a la misma hora, pero a la vista está que algo no fue bien”, bromea. “De antes yo sangraba muy poco con la regla, y con la píldora menos. Me di cuenta de que estaba embarazada por las náuseas. Fui al médico pensando que era gastroenteritis. No se me pasaba. Volví, me dio otra cosa y seguía igual. Al final me hice la prueba un poco por quitarme la preocupación y pasó todo lo contrario”.
“El chico con el que quedaba quiso desentenderse y me pareció bien. Yo decidí tener el bebé porque siempre había querido hijos y además tenía trabajo y estabilidad económica”, añade.
Tras hablarlo con sus padres, no apoyaron su decisión. “Me dijeron que estaba loca primero por quedarme embarazada, y segundo por querer tener al niño sin padre”, recuerda. “Lo pasé muy mal. De por sí cuando tienes un hijo estás agobiada aunque te lo pinten de color de rosa, pero sin el apoyo de tus padres es todavía peor”.
Durante casi un año, Itziar y sus padres no mantuvieron contacto. “Una prima mía les enseñó una foto de mi Instagram en la que salía mi hija y les entraron los remordimientos. Por un momento quise mandarles a la mierda por no haber estado conmigo cuando más les necesité, pero para mi mis abuelos significaron mucho, y quería que mi hija también pudiese tener ese vínculo”, relata.
Ahora, tres años después, Itziar reflexiona sobre su decisión. “El hecho de que yo tuviese a mi hija no significa que sea lo correcto. Si dentro de ti algo te dice que lo mejor es abortar, no te vas a arrepentir. Hay que escucharse a una misma y no a la sociedad ni a los demás”.
Al igual que muchas mujeres deciden llevar a término su embarazo, otras prefieren otro camino. Según los datos del Ministerio de Sanidad, al año se registran entre 95 mil y 100 mil interrupciones voluntarias del embarazo.
Si bien para algunos sectores de la sociedad está mal visto, el aborto es una decisión respetable, legal y segura.
Paula tuvo un embarazo indeseado este año, pero decidió interrumpirlo de forma voluntaria. “Sé que para muchas mujeres es difícil, pero yo lo tuve claro”, afirma. “Lo más duro fue el estigma social”.
“Cuando contaba que había abortado no me preguntaban qué tal estaba. Lo primero que decían era "¿Pero usasteis condón?". Parece que si te quedas embarazada por no utilizar protección, la sociedad te juzga el doble. Es como si quisiesen obligarte a tener el bebé aunque no quieras y darle una vida infeliz. No sé si lo hacen como un castigo por tu imprudencia”, reflexiona Paula.
Con el tiempo, la gente dejó de opinar. “Por muy críticos que sean tus padres o tus amigos, a los meses la gente se olvida. Por eso me parece una inconsciencia tener un hijo que no quieres solo para contentar a los demás”. Por otro lado, señala la importancia de vivir esta situación como cada mujer quiera. “Yo lo conté porque quise, pero también me parece superbien que una mujer no le cuente a nadie que ha abortado. Tu cuerpo, tus normas”.