En febrero de 2018 un grupo de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó una lista de enfermedades que debían ser una prioridad debido a la grave amenaza que representaban para la salud pública mundial. La lista de ocho enfermedades incluía al ébola, el zika, la fiebre de Lassa, la fiebre del valle de Rift, la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, la enfermedad de nipha y los síndromes respiratorios de SARS y MERS. Pero en la lista aparecía una más: “Enfermedad X”.
"La enfermedad X representa el conocimiento de que una epidemia internacional grave podría ser causada por un patógeno actualmente desconocido para causar enfermedad humana. El Plan de I + D busca explícitamente permitir la preparación transversal temprana para una "Enfermedad X" desconocida". Palabra de la OMS, la misma que reaccionó tarde ante el coronavirus.
Vanity Fair se ha eco de algunos de los científicos que advirtieron que el gran mal al que se enfrentaba el mundo era una pandemia silenciosa, infecciosa, para la que el ser humano no tendría antídoto y que vendría de algún animal. Y advertían todos ellos que el SARS y algunas otras infecciones eran avisos de lo que podría venir. Animaban a los gobiernos a invertir para poder estar preparados.
Sus predicciones siguen dando miedo. La pregunta es si una vez superada la crisis del coronavirus, algo para lo que algunas expertas hablan de este tres años
Peter Daszak en un artículo en el NYT desvelaba también que fue la propia OMS la que ponía sobre la mesa la posibilidad de una enfermedad que "tendría una tasa de mortalidad más alta que gripe de temporada pero se propagaría tan fácilmente como la gripe. Sacudiría los mercados financieros incluso antes de alcanzar el estado de pandemia. En pocas palabras, COVID-19 es la enfermedad X. Esta enfermedad se confundiría con otras enfermedades al comienzo del brote y se propagaría rápida y de forma silenciosa (que es otras de las formas en las que mata como la hipxia silenciosa), explotando la globalización. La contención sería compleja". relataba.
Los científicos estiman que hay 1,67 millones de virus desconocidos. Para Daszak la búsqueda de vacunas universales contra las pandemias debería ser prioritario.
Michael T. Osterholm es Director del Centro de Investigación y Políticas de Enfermedades Infecciosas, Director Asociado del Centro Nacional de Protección y Defensa de los Alimentos del Departamento de Seguridad Nacional y Profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Minnesota. Y en la revista Foreign Affairs escribía lo que parece una premonición: dejaba claro en agosto de 2005 que se acercaba una pandemia. "Podría ser causada por H5N1 o por otra cepa nueva. Podría suceder esta noche, el próximo año, o incluso dentro de diez años. Los signos son alarmantes: el número de infecciones de H5N1 en humanos y animales ha aumentado; se han documentado pequeños grupos de casos, lo que sugiere que el virus puede haberse acercado a una transmisión sostenida de persona a persona; y H5N1 continúa evolucionando en el laboratorio virtual de reordenamiento genético proporcionado por el número sin precedentes de personas, cerdos y aves de corral en Asia. La explosión demográfica en China y otros países asiáticos ha creado un increíble recipiente de mezcla para el virus.
Los expertos coincidían en la llegada de una gripe pandémica que desencadenaría una reacción que cambiaría el mundo de la noche a la mañana. Una vacuna no estaría disponible durante varios meses después de que comenzara la pandemia, y habría existencias muy limitadas de medicamentos antivirales. El comercio exterior y los viajes se reducirían o incluso terminarían en un intento de evitar que el virus ingrese a nuevos países, a pesar de que tales esfuerzos probablemente fracasarían dada la infecciosidad de la influenza.
Lo más cerca que el mundo ha estado de este escenario en los tiempos modernos fue la crisis del SARS (síndrome respiratorio agudo severo) de 2003. Durante un período de cinco meses, alrededor de 8.000 personas fueron infectadas por un nuevo coronavirus humano. Alrededor del diez por ciento de ellos murieron. Aparentemente, el virus se propagó a los humanos cuando los animales infectados fueron vendidos y sacrificados en mercados insalubres y abarrotados en la provincia china de Guangdong. Pero nadie le prestó al atención suficiente.
En 2018, el virólogo y experto en gripe Robert G. Webster, predijo que "la naturaleza eventualmente volverá a desafiar a la humanidad con un equivalente del virus de la gripe de 1918". Y un informe de la inteligencia americana ya pronosticó un virus similar, pero le puso una fecha muy optimista: 2025. Lamentablemente acertaron. La pregunta es si habrá presupuesto para analizar los virus y buscar vacunas cuando el terror al coronavirus desaparezca. No vaya a ser que la historia se repita de nuevo.