Laurie Garrett sabe de lo que habla. Predijo un pandemia provocada por un virus como el coronavirus. Ya en 1994 escribió un best seller: The Coming Plage. Más que premonitorio. El Pulitzer, que ganó en 1996, fue por la cobertura del ébola en Zaire. Ha sido becaria de la Escuela de Salud Pública de Harvard, fue miembro del Consejo de Relaciones Exteriores y consultora de la película “Contagio” de 2011.
En un artículo de 2005 en Foreign Affairs , Laurie Garrett escribió sobre "la catástrofe que enfrentaría Estados Unidos en una grave pandemia", con millones de muertos y "costos económicos inimaginables". “En respuesta, algunos países podrían imponer cuarentenas inútiles pero altamente disruptivas o cerrar fronteras y aeropuertos, tal vez por meses. Tales cierres interrumpirían el comercio, los viajes y la productividad. Sin duda, los mercados bursátiles del mundo se tambalearían y quizás caerían precipitadamente. Además de la economía, la enfermedad probablemente afectaría directamente la seguridad global, reduciendo la fuerza y la capacidad de las tropas para todas las fuerzas armadas, las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU y la policía en todo el mundo ".
Y ahora deja claros varios puntos, otra vez proféticos: el remdesivir no va a convertirse en la cura esperada pese a las esperanzas que se tienen en ella porque solo controla al virus pero no cura. La OMS lo califica como un rayo de esperanza pero Garrett tiene claro que la solución será una vacuna. Y tardará. Lo confirma en el NYT donde no ve un futuro muy brillante y arremete contra Trump. Garrett habla de oleadas de coronavirus, no de tsunamis como en el inicio, pero durante 36 meses. Y sí, nuestra vida va a cambiar como lo hizo tras el 11S, Nada volvió a ser igual. Así que hablaremos de una nueva normalidad o anormalidad como se quiera llamar.
A la experta no le sorprendió que un coronavirus causara esta devastación, que China minimizara lo que estaba pasando (mientras compraba material sanitario y no lo exportaba) o que la respuesta en muchos lugares fuera descuidada y lenta. Como casi todos es muy crítica con Trump. Recuerda que pese a las quejas de ahora y su batalla contra China, el presidente aceptó sin replicar las garantías del presidente de China Xi Jinping de que todo saldría bien;fue complaciente con el virus que decía ser solo chino desde finales de enero hasta principios de marzo. La gota que ha colmado el vaso ha sido su entusiasmo por los tratamientos no probados; sus reflexiones sobre curaciones ridículas y su incapacidad para diseñar un plan, ahora que cada estado desescala cuando considera oportuno mientras él mira a la economía.
Garret sigue poniendo encima de la mesa la clave para frenar el virus. Pruebas, pruebas, pruebas, porque nunca habrá suficientes pruebas súper rápidas y confiables para determinar cuándo una persona puede volver al trabajo o entrar en un sitio con más gente. No todo el mundo considera que las pruebas y los test sean lo más importante, al menos eso tampoco ocurre en España, pero Garrett no suele fallar.