Las frutas y verduras, si no se han tratado de la forma correcta, pueden provocar intoxicaciones alimentarias. Al comprar un melón o una sandía cortados, no es posible estar completamente seguro de si se ha manipulado de la forma adecuada para evitar que cualquier microorganismo llegue a la parte comestible.
Cuando los vegetales llegan al supermercado, "pueden tener microorganismos en la superficie (por fuera)", explica Beatriz Robles, dietista-nutricionista y tecnóloga de los alimentos a Maldita Ciencia. Pero, cuando las frutas grandes como melones o sandías se cortan sin tomar las medidas adecuadas, "parte de los microorganismos puede pasar a su parte comestible". Si alguien se las come, podría sufrir una intoxicación alimentaria.
"La pauta correcta es lavarlas bien bajo el grifo y pasarles un cepillo para eliminar la suciedad y, en el momento que las cortamos, tendrían que ir directamente al frigorífico", cuenta Robles. "Con la baja temperatura, se detiene o ralentiza el crecimiento de los microorganismos. Es importante hacerlo así porque ni un melón ni una sandía van a tener un tratamiento térmico después", añade.
El problema es que si la fruta se compra cortada, no es posible estar seguro de que todo el proceso se ha realizado de la forma adecuada. Es decir, que se ha lavado, cortado, envasado y metido inmediatamente al frigorífico para evitar que los microorganismos proliferen en la parte comestible.
Ya ha habido casos de intoxicaciones alimentarias vinculadas con estas dos frutas cortadas. En 2019, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) alertaron de un brote de infecciones por salmonella carrau. Se trata de un organismo que puede causar infecciones graves, según explica la Administración de Alimentos y Medicamentos del país norteamericano (FDA).
Diez estados notificaron un total de 137 personas infectadas entre el 3 de marzo y el 1 de mayo de ese año. Un total de 38 personas fueron hospitalizadas. Los hallazgos epidemiológicos y de rastreo indicaron que melones y sandías precortados fueron la fuente probable del brote, según los CDC.
Los síntomas que padecieron los afectados fueron fiebre, diarrea y cólicos estomacales entre las 12 y las 72 horas después de haber estado expuestas a las bacterias. La enfermedad dura una media de cuatro a siete días y los afectados normalmente se recuperan sin tratamiento.
Las personas con más probabilidad de padecer una intoxicación alimentaria, según los CDC, son los adultos de más de 65 años, niños menores de cinco años, mujeres embarazadas y personas con problemas de salud o el sistema inmunitario debilitado (personas con diabetes, enfermedades del hígado o del riñón, VIH o cáncer).
Robles recuerda que, aunque sean más comunes en otros alimentos, los productos de origen vegetal pueden estar implicados en intoxicaciones alimentarias. "Más o menos un 10% de las intoxicaciones alimentarias en la Unión Europea (UE) se deben a productos de origen vegetal", afirma a Maldita Ciencia.
A veces, las frutas y las verduras crudas contienen microbios dañinos como salmonella, e.coli y listeria, que pueden hacer que caigamos enfermos. Los CDC estiman que los microbios en las frutas y verduras frescas causan "un gran porcentaje de las enfermedades transmitidas por los alimentos".
Las frutas y hortalizas pueden entrar en contacto con gérmenes patógenos en cualquier punto de su camino desde la huerta a la mesa. Por ejemplo, entre las principales causas de esa contaminación durante su producción, se incluyen utilizar agua de deficiente calidad sanitaria, usar estiércol animal y desechos orgánicos, el contacto de los cultivos con animales o plagas, la falta de salud e higiene de los trabajadores o las deficientes prácticas agrícolas.
Robles apunta que puede haber una contaminación externa porque las frutas "están en el suelo, pasan por muchos manipuladores, cuando están en el campo puede haber insectos, roedores u otros animales que pueden acceder a ellos y se contaminan".
Pero este problema no afecta solo a sandías y melones. Cuando se va a manipular cualquier fruta o verdura, Robles afirma que es necesario lavarla. Y si se va a consumir cruda y con piel, "habría que sumergirla en tres litros de agua con una cucharada de postre de lejía apta para desinfección del agua de bebida".
Los CDC explican que las frutas y verduras frescas más seguras son las que se cocinan, seguidas por las que se lavan. Aconsejan a los consumidores, restaurantes y minoristas que escojan y manipulen las frutas de forma segura para ayudar a prevenir las enfermedades transmitidas por los alimentos.
También recomiendan tirar a la basura las frutas y verduras podridas. Y lavar y desinfectar cajones, estantes o refrigeradores en los que se han almacenado alimentos que han sido retirados del mercado.
Es preferible, según los CDC, que los consumidores escojan frutas y verduras que no estén magulladas ni dañadas. También que separen las frutas y verduras de la carne, las aves, los pescados y mariscos crudos cuando las pongan en el carrito de la compra y en las bolsas para llevarlo a casa.
"Si compra frutas o verduras precortadas y envasadas, escoja las que estén refrigeradas o guardadas en hielo y manténgalas refrigeradas en su casa", añaden los CDC. Además, antes y después de manipular frutas y verduras, hay que lavarse las manos y limpiar los utensilios de cocina y superficies donde se preparan alimentos, como las tablas de cortar.
Al igual que Robles, los CDC recomiendan que, una vez que las frutas estén cortadas o peladas, se metan en un recipiente limpio y se refrigeren en un periodo de dos horas (o de una hora si la temperatura exterior es mayor a los 30 grados) a menos de cuatro grados.