Las personas mayores que viven en residencias han empezado a recibir las primeras visitas de familiares y amigos desde este lunes en aquellos territorios que han entrado en la fase 2 de la desescalada hacia una 'nueva normalidad'.
Es el caso de Estrella Pérez, de 95 años, que recibió el pasado lunes la visita de su sobrina Clavel Blanco en la residencia Ballesol de Vigo. "Lo que más me dolió fue no poder besarla, pero ya me desquitaré", ha señalado la residente.
Sobre la primera visita que recibe desde que se decretó el estado de alarma por el coronavirus, Estrella ha afirmado que "en ningún momento" se quitaron la mascarilla y que guardaron la distancia de seguridad. "Esto es muy importante, aquí no ha habido ni un catarro", ha destacado.
"Fue estupendamente porque, aunque hemos estado separadas, siempre hemos estado juntas", prosigue. No obstante, en ese primer encuentro, que solo se produjo en su caso y en el de otra pareja residente para evitar aglomeraciones, señala que estuvieron cerca de "dos horas charlando".
Para Estrella, la residencia Ballesol de Vigo, en la que vive desde hace dos años junto a un centenar de ancianos, es "una familia numerosa".
Durante el confinamiento, su familia ha estado siempre "muy pendiente" de ella, con constantes llamadas y videollamadas, ya sea desde Vigo, Madrid y hasta Brasil. "El teléfono no paraba de sonar", puntualiza. En cualquier caso, pese a las conversaciones diarias, reconoce que "apetece más" verse en persona.
Sobre su estancia en el centro durante el confinamiento, Estrella ha explicado que tiene "muchas amistades" y lo pasa "muy bien" porque "toda la gente es estupenda y están pendientes de todos".
"Cada vez estoy más contenta. Podría estar en mi casa pero aquí estoy más a gusto, tenemos de todo y siempre estoy ocupada, con gente a mi alrededor, charlando, etc. Me traen el desayuno a la habitación y los lunes tengo clase de gimnasia, de memoria, luego la comida y por la tarde el bingo", ha comentado al referirse a su día a día.
Por su parte, la sobrina de Estrella ha destacado que pasó "mucho protocolo" al llegar a la residencia para visitar a su tía, a la que le "taparon los ojos". "Fue muy emocionante, tenía muchísimas ganas de verla, aunque no hemos podido tocarnos ni besarnos", ha dicho.
"La encontré guapísima, siempre la encuentro guapa pero esta vez más y ella me dijo lo mismo a mí, aunque teníamos muchas melenas las dos", ha bromeado Clavel, al tiempo que ha afirmado que durante la visita respetaron la distancia de seguridad de dos metros.
Aunque ha señalado que el contacto por teléfono o por videollamada "ayuda", Clavel ha asegurado que el poder verla en persona "es otra cosa". "Ha estado preocupada aunque se ha encontrado muy bien en la residencia y lleva los protocolos bien. Le resulta duro pero entiende que es lo que hay que hacer", ha dicho.
"Allí la gente tiene que ser bastante rigurosa, durante la visita le molestó la mascarilla pero no se la bajó. Mi tía está estupenda, está fantástica y está sana", ha celebrado Clavel.
Mientras visitaba por primera vez a su madre Teresa, de 82 años y con demencia senil, en la residencia Virgen de Valencia en Puente Arce (Cantabria), María José ha explicado que había acudido al centro "con miedo" porque tenía "dudas" de que la reconociera después de tres meses.
"Ha sido muy emotivo, sus primeras palabras han sido 'te quiero'. Estaba muy nerviosa desde por la mañana, mi corazón palpitaba", ha reconocido María José, destacando que fue "muy duro" tener que dejar de visitar la residencia por el coronavirus.
No obstante, ha asegurado que la residencia en la que se encuentra su madre es "un sitio maravilloso" y que todo el personal "lo ha hecho muy bien". "Supe que estaba en unas manos maravillosas y que la iba a volver a ver. Mi madre es lo único que tengo", ha dicho emocionada.
En la misma residencia, Pepa ha acudido "con nervios" a visitar a su madre María, de 92 años. "Estuvimos en el jardín, en un cuadradito. Le dio un ictus, es un poco consciente de la situación pero al rato se le olvida", ha comentado Pepa mientras disfrutaba de la compañía de su madre después de tres meses.
"Mi madre dice que vaya una tontería tener que estar con la boca tapada. Lo primero que le he dicho es que la quería mucho", ha resaltado Pepa, quien ha añadido que cada cuatro días disponen de 45 minutos de visita.
Durante las visitas en el centro Virgen de Valencia, familiares y residentes tiene que guardar la distancia interpersonal de dos metros para evitar la transmisión del coronavirus. "Estamos cada familiar en un recuadro, guardando la distancia. Estoy muy contenta de poder estar con mi madre", ha indicado Pepa.
Emilia, de 87 años, que espera la visita de su hija, ha manifestado que "va a ser duro" no poder abrazarla. "La abrazaría y la besaría, cuando pueda lo haré, pero nos tenemos que conformar porque tenemos que hacer lo que nos mandan", ha precisado.
Además de leer, escribir o hacer crucigramas, Emilia ha explicado que tiene Facebook y que desde ahí se pone en contacto con su familia y sus amigos. "Me lo paso bien aquí, nos cuidan muy bien. Estoy encantada de la vida, muy contenta", ha asegurado.
La residente ha explicado que lleva la mascarilla "cada día", aunque para hablar por teléfono se la ha bajado. "Llevo la mascarilla y hago todo lo que me mandan, aquí hay muy buen ambiente. Estoy deseando que esto acabe pero hago lo que manden, tenemos que hacerlo", ha concluido Emilia.