Los medicamentos pueden mejorar nuestra vida, e incluso prolongarla o salvarla, por ejemplo, al regular la presión arterial, curar las infecciones y calmar las mentes inquietas o las articulaciones doloridas. Sin embargo, no es bueno abusar. A veces, demasiado de algo bueno no resulta beneficioso.
Según un informe del Lown Institute, una entidad sin afiliación política compuesta por expertos, más del 40% de los adultos mayores en Estados Unidos toman regularmente cinco o más medicamentos recetados, y casi el 20% toman diez o más. Cuando se tienen en cuenta los medicamentos y suplementos de venta libre, la proporción de adultos mayores que toman cinco o más píldoras diarias -práctica conocida como polifarmacia- se dispara hasta el 67%.
"Las personas pueden llegar a esta situación con bastante facilidad", afirma el doctor Lon Schneider, psiquiatra geriátrico y profesor de Psiquiatría, Neurología y Gerontología en University of Southern California, en Los Ángeles. Y esta sobrecarga de medicamentos puede tener graves consecuencias: cada día, 750 adultos mayores son hospitalizados por efectos secundarios de los medicamentos. Si siguen las tendencias actuales, el problema podría ocasionar más de 4,5 millones de hospitalizaciones y 150.000 muertes prematuras entre las personas mayores durante la próxima década.
La incidencia de enfermedades crónicas aumenta con la edad. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EEUU, casi el 80% de los adultos de 55 años o más tienen al menos una enfermedad crónica, y casi la mitad cuentan con dos o más. Y de la mano de estas enfermedades vienen los medicamentos para controlarlas.
El problema es que, a medida que envejecemos, disminuye la capacidad del organismo para absorber, metabolizar y excretar fármacos, explica el doctor Jeffrey Keller.
Es imposible estimar el número de interacciones farmacológicas potencialmente peligrosas porque las posibles combinaciones de polifarmacia son prácticamente ilimitadas. Un ejemplo de una combinación que se debe evitar son los anticoagulantes y los medicamentos antiinflamatorios no esteroides. Tomar estos dos tipos de medicamentos juntos puede aumentar los riesgos de hemorragia.
Para las personas mayores, los problemas cognitivos como pérdidas de memoria, desorientación, confusión y pensamiento nublado son una de las principales preocupaciones de tomar varios medicamentos, indica Schneider. También lo son las caídas. Y las investigaciones demuestran que cuantos más medicamentos toma una persona, mayor es el riesgo de sufrir una caída.
"Una fractura de cadera en una persona de 70 u 80 años es realmente bastante grave y tiene importantes implicaciones y efectos sobre la mortalidad", apunta el doctor.
Si bien tu pauta diaria de medicamentos puede estar diseñada para mejorar tu salud articular o mental, podría afectar negativamente tu salud cerebral.
Para empezar, varios estudios han relacionado la polifarmacia con la demencia. Además, los medicamentos comúnmente recetados -desde los antidepresivos hasta los corticosteroides- pueden causar problemas cognitivos que imitan la demencia. Sin embargo, a diferencia de la misma, estos síntomas suelen ser curables, por lo que Keller manifiesta que "cuando alguien llega con sospecha de deterioro cognitivo, lo primero que hacemos es tratar de encontrar una causa reversible".
Algunas clases de medicamentos también se han asociado con un mayor riesgo de demencia. Ejemplos son las benzodiacepinas, recetadas para tratar afecciones que van desde la ansiedad hasta el insomnio, y los anticolinérgicos, que se usan para tratar una variedad de afecciones, entre ellas la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y los trastornos gastrointestinales. El fármaco de venta libre difenhidramina para la alergia (como Benadryl) también tiene efectos anticolinérgicos.
Los anticolinérgicos también pueden contrarrestar los medicamentos que se administran para mejorar la memoria y el pensamiento en la enfermedad de Alzheimer, lo que empeora aún más una mala situación. Tres medicamentos comunes contra el Alzheimer (Aricept, Exelon y Razadyne) pertenecen a una clase llamada inhibidores de la colinesterasa. Actúan aumentando la acetilcolina, una sustancia química que permite que las células nerviosas del cuerpo se comuniquen entre sí.
Los anticolinérgicos hacen lo contrario. Bloquean la capacidad de la acetilcolina para ejercer su efecto y reducen la señalización de los nervios, lo cual disminuye cualquier actividad controlada por esos nervios.
Los cambios cognitivos no son los únicos efectos secundarios potenciales de estos medicamentos. Numerosos estudios han encontrado que los anticolinérgicos pueden aumentar el malestar estomacal y causar estreñimiento y retención urinaria.
Algunos somníferos (incluidos algunos que se venden sin receta) también tienen efectos anticolinérgicos; estos se han relacionado con un mayor riesgo de accidentes automovilísticos, caídas y otras lesiones. Y también pueden interactuar con otros medicamentos.
Si estás tomando algo para ayudarte a dormir y decides suspenderlo, hazlo con la orientación de un profesional de la salud que pueda ayudarte a bajar gradualmente el medicamento.
Los adultos que padecen varias enfermedades pueden acudir a varios médicos, y cada uno de esos doctores puede desconocer lo que los demás les han recetado. Recientemente se ha prestado mayor atención al concepto de desprescribir, es decir, "examinar los medicamentos de una persona, evaluar conscientemente si son realmente necesarios y planificar la mejor manera de reducirlos y suspenderlos", añade Schneider.
Es importante tener en cuenta que los pacientes nunca deben dejar de tomar un medicamento sin consultar al médico, ya que eso puede ser peligroso. Los expertos recomiendan al menos una revisión anual de los medicamentos con el médico de cabecera.
"Existe la percepción de que todos los medicamentos de venta libre son tan seguros como el agua, pero eso no es cierto. Los antihistamínicos, anticolinérgicos y somníferos tienen la misma potencia con o sin receta, y contribuyen en gran medida a este problema", dice Schneider.
Por último, resaltar que el farmacéutico también puede responder a cualquier pregunta sobre los medicamentos, especialmente cuando se trata de detectar combinaciones de fármacos potencialmente perjudiciales.