Cuando Leire conoció a su novio, él acababa de salir de una relación muy complicada. Ella le dio espacio, cariño y tiempo para que curase sus heridas. Poco a poco comenzaron a entrar en una dinámica de dependencia emocional. Ella siempre estaba ahí. Él la ignoraba reiteradamente. No se sentía querida, valorada ni respetada, pero cuando intentaba dejarlo, él le pedía perdón y prometía que todo cambiaría. A los pocos días, todo volvía a ser igual que al principio. “Veo a amigas con novio y pienso que yo quiero eso. No sé, que alguien se preocupe por mí. No necesito estar pegados todo el rato, pero sí que me pregunte como estoy, que si me ve llorando no pase de mí. Quiero que me valore. ¿Es mucho pedir?”, se pregunta la joven de 28 años.
Guille, de 21 años, vive algo muy similar. “Por mucho que le pida, siempre soy el segundo plato”, comparte con nosotros. Lleva casi un año en una relación intermitente. Lo dejan, ella está con otras personas, él la echa de menos y vuelven. Da igual que estén juntos o separados, él siempre se siente solo.
“Cuando la conocí yo estaba bien. Tampoco tenía la autoestima para tirar cohetes, pero sí mejor que ahora. Es que… Ahora de verdad que me siento fatal. Soy inseguro de todo. Del físico, de mi manera de ser, de mi inteligencia… Me siento culpable todo el rato. Me machaco analizando cada cosa que digo. Gasto toda mi energía mental en machacarme, y sé que es por lo que tengo con ella”.
Cristina tiene 25 años y acaba de salir de una relación en la que siempre estaba en segundo lugar. “Hay una anécdota que tengo grabada a fuego. En octubre del año pasado mis padres pillaron coronavirus. Mi padre tiene una enfermedad y es persona de riesgo. Yo estaba muy preocupada. Llegué a casa súper tarde porque tuve que gestionar mil cosas de la familia y del trabajo. No había cenado y mi ex lo sabía porque le pedí que comprase o preparase algo. También sabía que estaba fatal. Total, que según entro en casa estaba jugando a la Play comiendo sushi que había pedido solo para él, aunque yo soy alérgica al pescado y tampoco podría comerlo. Ni se levantó ni me preguntó. Me fui a la cama y un tiempo después lo dejamos”, recuerda. “Esa fue la anécdota más bestia, pero toda nuestra relación fue así. Yo me preocupaba, daba todo, pensaba en él, y él daba por hecho que yo siempre estaría ahí, así que no se esforzaba”, añade.
¿Qué tienen en común estas tres personas? Que viven o han vivido relaciones en las que no se les ha valorado lo suficiente.
Las personas necesitamos cariño, cuidados y atención, y eso no es malo siempre y cuando sepamos gestionarlo. No es sano normalizar que tu pareja pase de ti constantemente, pero tampoco es sano necesitar que tu pareja esté pendiente las 24 horas del día. Lo ideal es encontrar un equilibrio entre tu independencia y la de tu pareja, es decir, pasar tiempo separados sin sufrir, y los cuidados mutuos, es decir, pasar tiempo de calidad juntos dedicándoos atención.
Incluso cuando estamos en pareja es importante respetar la autonomía de otras partes. No es justo enfadarte porque tu novio/a queda con sus amigos de toda la vida a solas, y tampoco es justo dejar toda tu vida de lado para estar solo con tu pareja. Valorar no es desatender a todos los demás y centrarte en tu pareja.
Pero entonces, ¿cómo sé que mi pareja no me valora lo suficiente?
A veces el problema no está solo en tu pareja, sino en ambas partes. Hay personas que no saben pedir lo que necesitan de forma asertiva. En cambio, se callan sus necesidades hasta que acaban explotando.
Lo ideal es que con total confianza y libertad le digas a tu pareja lo que sientes, lo que quieres y cómo lo quieres. Está en su mano decirte que no si tu petición le parece desproporcionada. El siguiente paso es encontrar un punto intermedio en el que ambos os sintáis cómodos.
Si tras varias conversaciones serias tu pareja es incapaz de atenderte, apoyarte y dedicarte tiempo, es el momento de empezar a valorarte tú.
Cuando en una relación te acostumbras a dar todo de ti hasta que te quedas sin nada, acabarás también sin amor propio. No es bueno que seas tan complaciente, que siempre cedas cuando hay un problema o que muevas cielo y tierra para que tu pareja siga a tu lado. Necesitas cuidarte y una buena manera de hacerlo es dedicando tiempo a relaciones en las que te valoren. Amigos, familiares, compañeros de clase o del trabajo… Da igual siempre y cuando te puedas mostrar tal y como eres.
Y si sientes que has hecho todo lo posible pero tu pareja sigue sin valorarte, pero tampoco puedes dejarle, es posible que necesites acompañamiento psicológico para lidiar con la dependencia emocional.