Hace tres años era una práctica desconocida para gran parte de España. Sin embargo, la sucesión de la pandemia del coronavirus y la guerra en Ucrania han disparado su práctica. Su nombre es 'doomscrolling' y a primera vista puede resultar desconocido. Pero su significado no lo es tanto. Es la práctica obsesiva de revisar noticias negativas, especialmente en redes sociales. Las consecuencias son el estrés e incluso ansiedad.
La primera consecuencia de este uso de la tecnología es la pérdida de tiempo. Las personas pueden llegar a emplear varias horas al día haciendo 'doomscrolling' con su móvil u otro dispositivo.
Cuando el usuario inicia la búsqueda espera encontrar noticias negativas. "Hemos alcanzado un nivel en el que si recibimos las buenas pensamos que algo nos estamos perdiendo", explica el psicólogo sanitario y forense José Antonio Galiani.
El principal resultado de esta consulta diaria es que se convierte en un bucle. La obsesión de comprobar las redes sociales en busca de hechos aciagos lleva a la compulsión de hacerlo. "Buscan noticias que les confirmen que todo va a ir mal", asevera la psicóloga Ángeles Franqueira. Al final, esta práctica termina minando la salud mental de la persona. "Es algo que hago bastante y luego me afecta", reconoce uno de los afectados.
La pandemia disparó este fenómeno, en especial durante el confinamiento. Otros hechos como la situación laboral, la subida de precios y la guerra han contribuido a su incremento. Este ciclo tiene solución, tal y como describe Galiani. Lo primero es "huir de la infoxicación", el consumo excesivo de informaciones ―sobre todo las negativas―. "Hagamos el ejercicio de buscar otros contenidos: cultura, arte o ciencia", remata.