La pandemia por coronavirus ha cambiado nuestras vidas en múltiples aspectos: uno de ellos es la conducción y, en general, nuestra manera de desplazarnos de un lugar a otro. Por ejemplo, durante el estado de alarma, el carpooling o la práctica de compartir coche en viajes largos se frenó en seco y, con el tiempo, se ha ido reactivando poco a poco, aunque sin volver a los niveles pre-pandemia. También ha descendido la afluencia de vehículos en las carreteras y, con ello, conducimos de forma más arriesgada y menos cuidadosa: a pesar de ello, el número de accidentes ha descendido. ¿Cómo ha cambiado la pandemia la forma de conducir?
El estado de alarma supuso un frenazo en seco a la afluencia de vehículos en nuestras carreteras: en aquel momento estuvo expresamente prohibido circular por las vías públicas, salvo en caso de adquisición de alimentos, productos farmacéuticos y de primera necesidad; asistencia a centros, servicios y establecimientos sanitarios; desplazamiento al lugar de trabajo para efectuar su prestación laboral, profesional o empresarial; retorno al lugar de residencia habitual; por causa de fuerza mayor o situación de necesidad...
Tras ello, las cosas volvieron gradualmente a la normalidad, aunque los toques de queda, las restricciones a la movilidad entre municipios y comunidades autónomas... han tenido y siguen teniendo una clara influencia en el tráfico.
Por ejemplo, según las estadísticas de la Dirección General de Tráfico (DGT), la movilidad de largo recorrido disminuyó un 69 por ciento entre el 15 de marzo y el 7 de mayo del pasado año y el número de fallecidos por accidentes de tráfico descendió proporcionalmente. Sin embargo, las muertes en accidentes con vehículos pesados (los que más se movieron durante la cuarentena) aumentaron durante la cuarentena, alcanzando el 23 por ciento (frente al 2 o 3 por ciento habitual). Esto pudo deberse a la falsa sensación de seguridad que podemos experimentar ante una carretera semivacía.
Con respecto a 2020 en conjunto, un reciente estudio publicado por grupo Abertis, bajo el nombre 'Observatorio sobre el comportamiento de los conductores en la red de autopistas durante las restricciones en la movilidad por la pandemia Covid19’, señala que las caídas de tráfico en las autopistas -el 37,9 por ciento del tráfico total desde el inicio de la pandemia- han generado una mayor relajación en los conductores y un exceso de confianza.
De hecho, el 58 por ciento de los vehículos ligeros supera la velocidad máxima permitida, según el estudio, a lo que se suma el hecho de que el 74 por ciento de los vehículos no señaliza con el intermitente los adelantamientos. Además, el 14,8 por ciento de los vehículos ligeros no respeta la distancia mínima de seguridad, y el 3,1 por ciento de los conductores de vehículos ligeros usa el teléfono móvil durante la conducción. La misma estadística señala que el 46,5 por ciento de los vehículos circula por el segundo carril sin estar adelantando.
Por otro lado, las medidas de seguridad dentro del coche también nos condicionan, especialmente en el caso del uso de vehículos compartidos: el uso de mascarillas es obligatorio durante todo el trayecto, los viajeros deben lavarse las manos antes de subir al coche, se recomienda desinfectar las zonas del vehículo en contacto con sus pasajeros... y se insta a los viajeros a mantener la máxima distancia posible. Todo ello ha influido en el transporte de pasajeros, disminuyendo su uso por miedo a contagios. Además, la reducción de desplazamientos en general influye en un descenso del uso de este tipo de servicios.
Quizás el cambio más positivo tiene que ver con la toma de conciencia sobre nuestro impacto en el medio ambiente a la hora de desplazarnos: la reducción del uso de todo tipo de transporte se ha viso reflejada rápidamente en una mayor ‘limpieza’ de nuestro aire, en contraste con la vieja normalidad y el ritmo de vida que lleva de la mano.
Como prueba de ello, un estudio del Ayuntamiento de Madrid, solicitado por el área de Movilidad y Medioambiente, reveló que, entre marzo y septiembre de 2020, la bici y la movilidad activa se posicionaron por delante del transporte público. De hecho, el 33 por ciento de los movimientos realizados en la ciudad durante este periodo se hicieron en bicicleta, a pie, en patinete o en otros vehículos no motorizados, y se cree que la tendencia de uso de estos vehículos de movilidad personal puede ir en aumento, ya que el 87 por ciento de los desplazamientos que hacemos en transporte público en la ciudad cubren trayectos de menos de cinco kilómetros.