La última ola de calor ha demostrado, una vez más, lo peligroso que es para el ser humano someterse a temperaturas extremas. Un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), publicado en PLOS Medicine, advertía hace meses que el número de muertes provocadas por estos fenómenos aumentará en los próximos 50 años, sobre todo en regiones tropicales y subtropicales, si no se llevan a cabo medidas de adaptación a este calentamiento del planeta.
Asimismo, las temperaturas que sufrió nuestro país a finales de junio se consideran las más altas jamás registradas en ese mes desde que existen los registros y según un estudio de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) este tipo de fenómenos son 10 veces más frecuentes en España en la actualidad que a principios del siglo pasado. No obstante, la población española ha mostrado una gran capacidad adaptativa a las oscilaciones térmicas, disminuyendo la mortalidad de los enfermos cardiovasculares en casi un 40% en las últimas cuatro décadas. Sin embargo, este mismo estudio advierte que el calor mata a más mujeres y el frío, a hombres.
Las muertes cardiovasculares atribuibles al calor y al frío disminuyen
El Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), impulsado por La Caixa, lanzaba hace pocos días una nueva investigación en la que se asegura que el número de muertes por enfermedades cardiovasculares, principales causantes de muerte en España, atribuibles al frío y al calor han descendido un 38% a lo largo de los últimos 40 años. Este estudio, publicado en The Lancet Planetary Health, ha analizado la vulnerabilidad de la población española a las temperaturas en un contexto de calentamiento global. "Se ha producido una adaptación tanto a las temperaturas cálidas como a las frías. La población española muere cada vez menos por estas dos variables", señala Hicham Achebak, uno de los tres autores de esta investigación.
Adaptación espontánea por el desarrollo socioeconómico
"Se trata de una adaptación espontánea, que no está ligada a una estrategia de mitigación de las consecuencias del calentamiento climático y se debe básicamente al gran desarrollo socioeconómico que ha experimentado el país en los últimos decenios, así como la mejora de los servicios sanitarios, la vivienda y la esperanza de vida", añade. "Cuanto mayor es el nivel de vida de las personas y mayores son sus recursos, mejor pueden afrontar los efectos del calor y el frío. En los últimos años, el porcentaje de hogares con aire acondicionado y calefacción se ha incrementado de manera significativa", recuerda y puntualiza que esta respuesta ciudadana no ha tenido el calentamiento global como desencadenante, sino la propia inercia de una sociedad desarrollada en lo socioeconómico y en mejoras estructurales.
Impacto térmico por sexo y edad
Este estudio ha ido más allá y analiza de forma detallada el impacto tanto de las temperaturas cálidas como frías sobre la mortalidad por sexo y edad, aportando diferencias notables en función de cada género. La mortalidad cardiovascular atribuible al calor en el periodo 2002-2016 se redujo en más de un 42% entre los hombres y un 36% entre las mujeres en comparación con el periodo 1980-1994. En lo que se refiere a la mortalidad provocada por el frío, la comparación entre estos mismos periodos muestra un descenso del 30% en el caso de las mujeres y de casi un 45% en los hombres.
Termorregulación corporal, posible causa
Pese a no haberse indagado sobre los motivos de estas diferencias (porque no era el objetivo del estudio), los tres autores de la investigación, Achebak, Daniel Devolder y Joan Ballester, sí han discutido las posibles causas y la hipótesis que se impone en esa diferencia de géneros se fundamentaría en factores fisiológicos como la termorregulación. "Leyendo literatura médica hemos podido observar que los mecanismos que desencadenan el sudor necesitan de un mayor umbral de temperatura en el caso de las mujeres", comenta Achebak. Por el contrario, "existen otros estudios fisiológicos que confirman un mayor descenso en la temperatura corporal de los hombres cuando se exponen al frío, que explicaría el mayor riesgo de sufrir mortalidad cardiovascular en su caso", añade Hicham.
Mayor mortandad en edades avanzadas
Otro de los datos reveladores es que el riesgo de mortandad atribuible al calor se incrementa de manera significativa en edades más avanzadas, pero en el caso del frío solo lo es para el género masculino. "Es un resultado desconcertante", subraya Achebak. "Es más difícil de explicar y habría que analizarlo más a fondo. El calor mata de una forma y el frío, de otra", señala el investigador, que subraya la enorme preocupación entre la comunidad científica sobre los efectos en la salud del calor, debido a que los datos de subida generalizada de temperatura en el planeta es una evidencia.
Ola de calor 2003, un antes y un después
"Una de las pocas medidas llevadas a cabo en nuestro país es el Plan Nacional de Actuaciones Preventivas por Altas Temperaturas, dependiente del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, que empezó a implementarse después del año 2004 como respuesta a los efectos devastadores de la ola calor de 2003 en Europa, que causó miles de defunciones”, afirma Hicham, que incide en la toma de conciencia por parte de las administraciones tras aquella subida de temperatura en el Viejo Continente. Asimismo, el investigador nos adelanta nuevas investigaciones en las que se analizarán el efecto de las temperaturas sobre la mortalidad debido a enfermedades respiratorias y la combinación térmica y la contaminación atmosférica, ambas aportarán conclusiones muy reveladoras en los próximos meses.