El coronavirus no acaba de irse de China y tardará en abandonarnos en todo el mundo. Pese a los bailes en la calle y el intento de hacer una vida normal después de ser el epicentro del coronavirus, los chinos están analizando los nuevos casos encontrados en el noreste del país y ha certificado que la cepa del coronavirus encontrada en estos casos difiere de la de Wuhan, según desvela Bloomberg. Ya advirtió la OMS que el virus podría convivir entre nosotros al menos cuatro años, aunque algunos expertos confían en que el calor pueda darnos una tregua para poder batallar con él en verano. Lo cierto es que la necesidad de rastreadores en todo el mundo se hace evidente para prevenir la expansión del virus.
Este hecho les lleva a pensar que el patógeno puede estar cambiando de formas desconocidas y complicar los esfuerzos para erradicarlo. Los pacientes encontrados en las provincias del norte de Jilin y Heilongjiang parecen portar el virus durante un período de tiempo más largo y tardan más en dar negativo, ha confirmado Qiu Haibo, uno de los principales médicos de cuidados críticos de China, a la televisión estatal.
Los pacientes en el noreste también parecen estar tardando más de la una o dos semanas observadas en Wuhan para desarrollar síntomas después de la infección, y este inicio retrasado dificulta que las autoridades detecten los casos antes de que se propaguen.
"El período más largo durante el cual los pacientes infectados no muestran síntomas ha creado grupos de infecciones familiares", dijo Qiu, quien fue enviado anteriormente a Wuhan para ayudar en el brote original. Se han reportado unos 46 casos en las últimas dos semanas distribuidos en tres ciudades: Shulan, la ciudad de Jilin y Shengyang, en dos provincias, un resurgimiento de la infección que provocó nuevas medidas de bloqueo en una región de 100 millones de personas.
Los científicos aún no entienden completamente si el virus está cambiando de manera significativa y las diferencias que los médicos chinos están viendo podrían deberse al hecho de que pueden observar a los pacientes de forma más profunda y desde una etapa más temprana que en Wuhan. Cuando el brote explotó por primera vez en la ciudad central de China, el sistema de salud local estaba tan abrumado que solo se trataban los casos más graves. El grupo noreste también es mucho más pequeño que el brote de Hubei, que finalmente enfermó a más de 68,000 personas.
Aún así, los hallazgos sugieren que la incertidumbre restante sobre cómo se manifiesta el virus obstaculizará los esfuerzos de los gobiernos para frenar su propagación y reabrir sus economías maltratadas. China tiene uno de los regímenes más completos de detección y prueba de virus a nivel mundial y, sin embargo, todavía está luchando por contener nuevos casos.
Los médicos también han notado que los pacientes en el grupo noreste parecen tener daños principalmente en los pulmones, mientras que los pacientes en Wuhan sufrieron daños por múltiples órganos en el corazón, los riñones y el intestino. Las autoridades creen que este nuevo brote ha sido importado de Rusia y respira porque solo un 10% de los casos se han vuelto críticos.
Las provincias del noreste han ordenado el regreso de las medidas de cierre, la interrupción de los servicios de trenes, el cierre de escuelas y el cierre de complejos residenciales. La autoridades mentalizan a la población de que el virus puede permanecer entre ellos mucho tiempo.