No, no estamos entrenados para un nuevo confinamiento, pero problamente será "menos estresante"

  • Más de 100 días encerrados en casa han dejado secuelas importantes en la estabilidad emocional y psicológica

Encerrados en casa, muchas veces en pequeños espacios, solos o en compañía, girando alrededor de las mismas actividades durante 24 horas seguidas, como ratones de laboratorios. Es lo que han vivido millones de personas en España y en otros países, donde para cortar los contagios del coronavirus hubo que cortar nuestra vida. La vuelta al aire libre parece que va a hacer corta, tras los continuos rebrotes. ¿Cómo será un nuevo confinamiento? ¿Estamos más 'entrenados' para otro periodo de encierro?

El psicólogo clínico José Manuel Garrido en Psicosoma cree que pasada la novedad de el primer confinamiento estaremos más preparados para otro, aunque no excluye las consecuencias psicológicas de "estrés postraumático" que esta situación conlleva.

"Una vez superada la primera situación de confinamiento, una posible segunda cuarentena no tendrá ya el plus de novedad de la primera, por lo que el modo en que cualquiera se acercará a está futurible situación será sin duda menos estresante. Hubo ya una primera experiencia, y sabemos aproximadamente las consecuencias esperables de una experiencia semejante en base a la propia realidad vivida".

Nos hemos muerto de ansiedad y de asco; otros, demasiados, han muerto por el coronavirus. Más de 100 días de precavida cuarentena que ha exagerado nuestros peores hábitos: Hemos fumado más, bebido más cervezas y gintonic, hemos comido más chocolates, panes y bizcochos, hemos consumido más ansiolíticos, hemos apostado y jugado online más. Un mes después de aire fresco al aire libre, la amenaza se vuelve cierta: Podríamos volver a un nuevo confinamiento.

"Más allá de las condiciones de limitación física que supone el confinamiento, las consecuencias psicológicas negativas de esta situación tienen mucho más que ver con la incertidumbre que provoca una circunstancia sobrevenida y novedosa para cualquiera de nosotros. Nadie antes vivió una situación como esta, y por tanto las consecuencias que una persona en confinamiento pueda anticipar estarán sujetas a la distorsión cognitiva de su propio estilo personal de afrontamiento, sin ningún límite impuesto por una realidad conocida. Esto puede llevar, según la persona afectada, a vivir el confinamiento en una escala de miedo e incertidumbre que puede ir desde la preocupación hasta el pánico", ha subrayado José Manuel Garrido, psicólogo clínico y forense.

Los estudios han enumerado los efectos psicológicos del aislamiento en casa en adultos, niños y mayores. Hablaban de la inquietud que sufrimos al tener una permanente sensación de peligro, el estado de nerviosismo, al estrés, la agitación y el agobio; a la sensación de falta de control, con episodios de irascibilidad, inseguridad, cansancio, extrañeza, incertidumbre; a la preocupación constante por nuestra salud y la de nuestros seres queridos fluctuando entre la tristeza, cambios de humor, la depresión y la apatía.

Buscábamos concentración, pero muchos no lográbamos pasar de la primera página de un libro y tener un sueño reparador era misión imposible. ¿Cómo será otra etapa de encierro, de muertes sin duelo, de calles desiertas, de falta de abrazos, de soledad para muchos o de desesperanza para otros?

"En lo que respecta al modo en que una situación de confinamiento pueda afectarnos psicológicamente, el principal impacto tiene que ver con el miedo y la incertidumbre experimentados. Estas experiencias pueden derivar en problemas relacionados con el estrés postraumático, generador de ansiedad y angustia ante situaciones equivalentes o ante el simple recuerdo de las mismas", argumenta Garrido, responsable de contenidos de la web especializada Psicopedia.

Novios que se iban a casar con fecha y fiesta organizada, entrenamientos de cara a competiciones; pérdida del trabajo; falta de contacto físico en una ruptura de la vida planificada y que hemos visto saltar por los aires en apenas unos días. Familiares y amigos que murieron sin poder despedirlos. ¿Nos volveremos más pesimistas, más cerrados? Nos cambiará el carácter y la sonrisa?

"No es razonable pensar sin embargo en cambios estables en el carácter o la personalidad por causa del confinamiento, pero sí pueden producirse cambios en el modo en que se afrontan determinadas situaciones vitales. En cualquier caso, apunta Garrido, el modo en que una situación de confinamiento afecta a una persona depende en gran medida de variables del propio sujeto, posibles patologías previas que tienden a acentuarse, y por supuesto las propias circunstancias vitales y materiales de cada cual, por lo que establecer un patrón en este sentido es muy aventurado. Existen no obstante estudios de situaciones previas de confinamiento (el ébola y las epidemias de gripe del 2009 y del 2010 por ejemplo) que confirman que la salud mental de la población sujeta a confinamiento se deteriora y presenta manifestaciones sintomáticas compatibles con el estrés postraumático, además de confusión, falta de concentración e irritabilidad".

A pesar de esta lista de consecuencias negativas, de malos hábitos incorporados, a riesgo de parecer masoquistas, podemos sacar alguna arista ventajosa de un encierro que podría repetirse. Garrido lo define como "crecimiento postraumático", aunque avisa que no todos podemos verlo de la misma manera, sobre todo, será muy difícil para aquellos que han sufrido "pérdidas irreemplazables".

"Ante un segundo confinamiento podríamos aprovechar la calma inesperada e imprevisible que supone un parón en una vida a menudo apresurada para dedicar más tiempo a lo importante y menos atención a la urgencia de lo cotidiano. Esto siempre que la circunstancia no nos haya golpeado con pérdidas irreemplazables, en cuyo caso será mucho más dificil ver una cara positiva al confinamiento.

"Desde el punto de vista psicológico, algunas de ellas ya han sido descritas de forma experimental haciendo referencia a lo que ha dado en llamarse "crecimiento postraumático". Este es un efecto que se da en personas especialmente resilientes, que tienen la capacidad de extraer de su experiencia traumática un aprendizaje vital que les ayuda a cambiar profundamente su manera de relacionarse con ellos mismos y su entorno, dando un mayor sentido a su vida."