Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Michigan en Estados Unidos, ha destacado que la violencia sexual y la adversidad en los primeros años de vida pueden alterar el cerebro en el futuro, sobre todo en el caso de los niños africanos.
Ha sido presentado en la 58ª Reunión Anual del Colegio Americano de Neuropsicofarmacología. Y en el trabajo se han analizado los resultados recopilados de 177 jóvenes de entre 15 y 17 años que habían participado en un estudio en el que se habían recopilado datos desde su nacimiento.
Para el estudio los investigadores escanearon los cerebros enfocándose en la conectividad de la materia blanca entre varias áreas clave: la amígdala, que se sabe que juega un papel clave en el procesamiento del miedo y las emociones, y las regiones específicas de la corteza prefrontal (PFC).
Cuando los niños experimentaron más violencia (abuso, exposición a la violencia de la pareja íntima o violencia del vecindario) y privación social (negligencia infantil, falta de cohesión del vecindario y falta de apoyo materno), se producía una conectividad reducida entre la amígdala y el PFC en la adolescencia. Lo que provocaba alteraciones en el cerebro.
En el caso de aquellos niños que incluso sufriendo violencia habían tenido algún tipo de apoyo moral, la conectividad se reducía. Lo mismo ocurrió cuando un niño experimentó privación social pero no violencia. "La implicación es que la privación social puede exacerbar los efectos de la exposición a la violencia infantil cuando se trata de estas conexiones con la materia blanca. El apoyo social, por otro lado, puede actuar como un amortiguador", han afirmado los expertos.
Finalmente, los investigadores se sorprendieron al no encontrar un vínculo entre los cambios cerebrales y los problemas de salud mental como la depresión o la ansiedad. Por ello han seguido con el estudio para intentar determinar las asociaciones ante este tipo de exposiciones.