La existencia del coronavirus no está sujeta a opinión, o al menos así lo avalan los 343.000 casos confirmados en España y los 28.000 fallecidos en lo que va de año. Sin embargo, un pequeño sector de la población ha decidido plantarle cara a este enemigo invisible. ¿Cómo? Negándose a usar mascarilla, cuestionando la existencia de la pandemia y organizando manifestaciones en diferentes provincias españolas por "la libertad".
El movimiento negacionista del coronavirus va cobrando cada vez más fuerza, al igual que la pandemia. Muestra de ello son las concentraciones al grito de "queremos ver el virus", "bote, bote, bote, aquí no hay rebrote", "lo que mata es el 5G" o "falsos tests y falsos positivos". Incluso el cantante Miguel Bosé se ha sumado a la causa mostrando su apoyo públicamente y llamando a las concentraciones, aunque luego él no apareciera por allí.
Paradójicamente, los organizadores de las manifestaciones negacionistas del domingo solicitaron a sus asistentes el uso de mascarillas por dos razones: evitar que la policía mediase y proteger a las personas ancianas o con enfermedades inmunosupresoras. Sin embargo, la distancia de seguridad no se respetó, llegando incluso a presenciarse abrazos colectivos entre desconocidos.
Las redes sociales han reaccionado con estupor ante este movimiento. Lo que a priori parecían ser cuatro personas con ideas descabelladas en realidad se ha convertido en más de un millar de potenciales portadores del virus ignorando las medidas de seguridad.
La gran pregunta es por qué un movimiento pseudocientífico tiene tantos adeptos. Son muchos los ciudadanos que han conocido en primera persona las consecuencias del coronavirus. Enfermos, familiares y sanitarios. Personas que han visto su vida colgando de un hilo o que han perdido a sus seres queridos. Médicos, enfermeros, celadores, personal de limpieza, transportistas o trabajadores de supermercado que han estado al pie del cañón durante meses mientras todo el país aplaudía religiosamente en señal de apoyo. Ahora los aplausos se han convertido en un corte de mangas, y tal vez en unos meses la historia vuelva a repetirse.
Una forma de entender el negacionismo del coronavirus es conociendo el efecto Dunning-Kruger. Se trata de un fenómeno psicológico muy común según el cual aquellas personas con pocos conocimientos sobre un tema experimentan una sensación de superioridad intelectual y moral colectiva. En otras palabras, pese a no estar muy informadas, se consideran más inteligentes que otras personas bien preparadas.
En la otra cara de la moneda, las personas que están realmente cualificadas pueden subestimar su capacidad produciéndose el llamado 'síndrome del impostor'. Quienes lo padecen creen que no tienen los suficientes conocimientos para opinar sobre un tema o desempeñar una tarea, cuando en realidad cuentan con la preparación necesaria. Si sumamos ambos fenómenos tenemos el caldo de cultivo ideal para que la opinión de las personas desinformadas se propague como la peste, mientras los expertos hablan cada vez más bajo.
Desde la psicología, el efecto Dunning-Kruger se ha definido como un deterioro en la capacidad metacognitiva. Es decir, en la capacidad para reflexionar sobre nuestras propias capacidades, siendo consciente de lo que sí sabemos, de lo que dudamos y de lo que no tenemos ni idea.
La capacidad metacognitiva es muy importante para diferenciar opiniones basadas en la experiencia de hechos demostrados científicamente. Por ejemplo, una persona puede pensar que el coronavirus no es tan grave porque el primo de un amigo lo tuvo y fue tan leve como un catarro. Sin embargo, al leer a médicos, enfermeros y biólogos se daría cuenta de que la enfermedad puede manifestarse de muchas formas, lo cual no significa que todas las personas sean asintomáticas o que padezcan problemas menores.
El problema de los negacionistas del coronavirus es que a la hora de demostrar sus creencias no buscan información objetiva e imparcial. Generalmente entran en foros o páginas web conspiranoicas en las que hay más personas que niegan el coronavirus, retroalimentándose entre ellos. Esto se conoce como sesgo confirmatorio y se trata de una tendencia humana a buscar información que confirma nuestras creencias, suposiciones o pensamientos, aunque sean falsos.
Se trata de una conducta a evitar, ya que nos hace aferrarnos a opiniones que no solo son erróneas, sino que pueden ser peligrosas como en el caso de la negación del coronavirus.
Por otro lado, debemos ser conscientes de que Internet es tan amplio como la mente humana. Si buscas "Pedro Sánchez es un alienígena haciéndose pasar por un humano" en Google, probablemente encontrarás páginas web afirmando esta disparatada afirmación. Incluso habrá fotografías, informes y testimonios de conocidos del presidente del gobierno. En otras palabras, que se hable de algo en Internet como si fuese cierto, no significa que lo sea. ¿O es que acaso no te ha llegado nunca el bulo de que Beyoncé es Illuminati o que Rihanna es reptiliana? Más de lo mismo.
Todos queremos tener razón y nos gusta rodearnos de personas que piensen parecido a nosotros, pero si queremos informarnos sobre un tema, tenemos que buscar fuentes fiables y diversas. Si quieres hacer un bizcocho, te fías de un repostero. Si quieres sembrar un naranjo, hablas con un jardinero. Y si quieres conocer las implicaciones del coronavirus, preguntas a un profesional sanitario (y no a Miguel Bosé).