Adela, Manolo, Sergio, Carmen: el miedo de los que tienen que trabajar y temen contagiar a su familia al llegar a casa
Son los héroes, junto con los sanitarios, de estos días de pandemia y miedo
El aplauso que todos los días los españoles regalan desde los balcones es para ellos y la resistencia social para que no todo se venga abajo también. Porque sus trabajos sí que son imprescindibles, ellos no pueden teletrabajar. Algunos se los toman con humor, como los trabajadores de ese supermercado en el que antes de empezar todos cantan 'Resistiré', porque es lo que hacen cada día. Comenzar el día cantando y bailando sí, poniéndole una sonrosa a la adversidad.
Carmen, camarera, ha perdido a su madre y no sabe si la contagió ella
Pero los hay que también viven con la angustia de llegar a casa y contagiar a los que más quieren. Carmen, camarera de piso en un hotel, perdió anteayer a su madre y no está segura si ella ha sido el foco de infección. Miedo, enojo y angustia atenazan a muchos empleados que no pueden teletrabajar y que corren el riesgo de contraer el COVID-19 y contagiar a las personas con las que conviven.
Trabaja en un gran hotel de la capital. Desde el comienzo de la crisis sanitaria pidió lo necesario para prevenir el virus, pero el riesgo cero "no existe". Las habitaciones "se ventilan bien y se usan líquidos especiales contra las bacterias, pero no deja de ser un momento de riesgo" ya que hay "clientes de compañías aéreas, de trenes de larga distancia, personas de todo el mundo. Nos genera miedo e incertidumbre y se cierran hoteles y haciendo muchos ERTES. Algunos empresarios están abusando de esta situación", añade. Ahora está en cuarentena, pero desde hace semanas evita el contacto con su hermana, que padece asma, y con su hermano, enfermo de corazón.
Un funcionario de prisiones, un cartero, un jefe de estación de Metro, dos enfermeras, una camarera de piso y un limpiador de un laboratorio médico explican a Efe su experiencia durante la actual emergencia sanitaria, en las que el punto de coincidencia es el clamor de que les doten de una mayor protección en sus puestos.
Sergio, jefe de estación de Metro
Sergio, jefe de estación de Metro. Porque sí, porque aunque la afluencia en Metro se ha reducido de forma drástica, hay gente que tiene que seguir yendo. En cuanto a los transportes a larga distancia la fluencia ha sido del 4% al 6%, mietras que,por ejemplo, los pasajeros de bus han caído un 80%.
En cuanto al metro Sergio ha visto cómo esta semana ha fallecido uno de sus compañeros por el coronavirus y hay varios infectados en la compañía. Uno de sus principales temores es que llegue el punto en el que no puedan dar servicio por la cadena de contagios. "Vamos a tener que estar en cuarentena y no se podrá garantizar el servicio", augura. En la plantilla hay nerviosismo por la evolución de los acontecimientos. Pese a ser consciente de que está ofreciendo un servicio público, Sergio se siente foco.
"En mi puesto pasan muchísimas personas y estoy atendiendo a viajeros continuamente sin tener los medios que debería darnos la empresa", cuenta este trabajador, que cree que les están pidiendo "más" de lo que les están "protegiendo".
Manolo, cartero
Más rotundo se expresa Manolo (nombre ficticio), un cartero que se levanta cada día a las seis y recorre una zona de Madrid en autobús para repartir. "Esto es una ficción, un engaño: nos venden que hay que estar en casa, pero nos hacen salir. Quieren mantener el sistema productivo, capitalista, sea como sea. Les da igual los trabajadores".
Para llegar a la oficina coge bus y metro y, una vez en el centro, maneja cartas, paquetería, certificados. A continuación vuelve a montar en autobús y hace las entregas "con cuidado", manteniendo las distancias, "desde lejos, en la puerta sin que abran". Gracias a "la presión de los trabajadores" han conseguido espaciar las entregas, aunque se nota que ha subido la paquetería, quizá por el confinamiento, explica.¡ Manolo no solo tiene miedo por él mismo sino porque vive con sus padres de avanzada edad. Ya hay casos positivos en Correos.
Pedro, funcionario de prisiones
Pedro, funcionario de prisiones, explica que desde los primeros días de la emergencia sanitaria se conocieron casos de presos infectados y confía en que "por fin" se proporcione la protección necesaria. "Muchos reclusos presentan patologías previas e inmunodeficiencias. La enfermedad será grave en muchos casos, ¿hay medios para tratarlos y mantenerlos aislados? Tengo dudas al respecto".
De lo que afirma no tener dudas es que en el futuro aumentará la conflictividad, en parte debido a que la entrada de droga en prisión se habrá reducido a niveles mínimos -por la suspensión de comunicaciones vis a vis y a la cuarentena que se impone a los internos que regresan de permiso.
Magdalena y Noelia, enfermeras en grandes hospitales
Magdalena trabaja en un gran hospital de la capital y, aparte de los problemas de material que están sufriendo, lo que realmente lamenta es ver "cómo las personas mayores se van apagando hasta que llega el desenlace y están totalmente solos. Es frustrante ver cómo se tiene que priorizar y ver quién puede ser candidato a UCI. Si eres mayor de edad no irás a la UCI porque no hay camas suficientes". Ella también tiene miedo de contagiar a su familia: vive con su madre, su abuela y su hija pequeña.
Noelia, enfermera de Urgencias, afirma que los sanitarios se sienten "reconfortados" por poder ayudar, pero reconoce que hay frustración por la falta de material. "Nos obliga a improvisar y hacer apaños".
Salvador, limpiador de un laboratorio de Madrid
Salvador es trabajador de limpieza y mantenimiento en unos laboratorios médicos y se muestra comprensivo. "Nos han dicho que todo tiene que seguir funcionando porque, de lo contrario, las farmacias se quedarían sin existencias". Y esa labor es fundamental. "Confiamos -dice- en que no nos contagiemos".