Cataluña es la punta de lanza del brote de transmisión comunitaria que más asusta. Y que nos plantea una realidad que asusta. La de una nueva oleada de coronavirus Los expertos han hablado siempre de otoño, pero ya no se descarta tan claramente que se anticipe, con la apertura de aeropuertos y las vacaciones. Y lo que es peor: el desconfinamiento ha provocado una relajación. En las playas, el algunos locales de ocio, en las fiestas locas sin mascarillas.
El nuevo brote ha provocado ya que en Cataluña la mascarilla sea obligatoria con multas de 100 euros para el que no se la ponga y que en los hospitales de Lleida se haya tenido que anticipar la preparación para una nueva ola, con más módulos, camas y con la necesidad de rastrear un virus que se escapa. Nadie descarta confinamientos más severos y amplios.
Sanidad está preocupada porque los brotes no cesan y algunos se centran en una parte de la población como los temporeros, cuyas malas condiciones en su día a día dan alas al virus. Y el descontrol mas: hablamos de contagiados que no tienen domicilio fijo ni muchos de ellos tarjetas sanitarias. En Cataluña, el objetivo es prevenir a la gente mayor y a la que trabaja en el ámbito sanitario, reconocen las autoridades.
El propio ministro de Sanidad, Salvador Illa, no descarta un nuevo estado de alarma si fuera necesario. Considera que este sería el último recurso y que las medidas tomadas por las diferentes Administraciones son suficientes, pero cree que la detección precoz y el refuerzo de medicamentos y material sanitario ante una posible segunda ola.
Todo el mundo mira a Cataluña. El director del Servei Català de Salut aseguraba en una entrevista en el programa Els Matins de TV3 que la Generalitat ha adquirido un stock 113 millones de equipos de protección individual (EPIS) y ha asegurado que el volumen de material sanitario es tal que "si el mundo dejara de producirlo, nosotros podríamos seguir trabajando hasta la vacuna". La Generalitat también ha hecho acopio de tres mil respiradores ante la previsión de una nueva oleada: "Trabajamos con una previsión de un año hasta tener la vacuna. La obligatoriedad de la mascarilla es para reforzar las medidas que tenemos que interiorizar como transmisores que somos de la enfermedad".
El departamento de Salut construirá antes de fin de año cinco anexos en hospitales, entre ellos el Moisés Broggi de Sant Joan Despí, Pere Virgili de Barcelona, Arnau de Vilanova de Lleida, Can Ruti de Badalona y Bellvitge en L'Hospitalet, ante una previsible segunda ola de covid.
El sindicato CSIF, no lo ve tan claro y ha urgido a reforzar las plantillas sanitarias ante el déficit de al menos 40.000 efectivos que estiman en la sanidad pública y han reclamado una reunión urgente con el Ministerio para planificar el control de los rebrotes a nivel nacional. En un comunicado, la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) ha recordado que la única reunión entre Sanidad y sindicatos durante la crisis del coronavirus se produjo el pasado 13 de mayo y se constató la "falta de previsión" en cuanto a políticas de personal antes de la crisis, durante los momentos de máxima presión asistencial, y también ahora.
Por eso, ha reclamado una reunión en previsión de posibles rebrotes y de una segunda oleada, para analizar la cantidad de material disponible, los refuerzos de personal previstos, la planificación de los hospitales para evitar situaciones de saturación, así como la situación de la atención primaria que -recuerda- a día de hoy se sigue desarrollando de manera precaria con citas telefónicas.
"Debemos reforzar las plantillas, rastreadores y de manera concreta en zonas costeras vacacionales para no caer en los mismos errores", reclama CSIF. El sindicato vuelve a poner encima de la mea, la precariedad y la inestabilidad de las plantillas hacen que nos enfrentemos a los rebrotes y a una posible segunda oleada con un déficit de al menos 40.000 efectivos, después de que -según sus datos- se haya despedido a la mitad de las personas contratadas durante la crisis del coronavirus. CSIF ha expresado su preocupación por la situación en la comarca del Segrià (Lleida) ante los nuevos brotes de coronavirus y ha solicitado más personal sanitario para esa zona.
En Andalucía, la situación también preocupa por los rebrotes en Vegas del Genil y la costa granadina (en Granada solo hay contratada una enfermera para la zona metropolitana y del cinturón) o Ronda, entre otros, y el sindicato advierte de que las plantillas previstas para las zonas costeras en verano "no son realistas".
Begoña Díez, investigadora del Departamento de Inmunología, Microbiología y Parasitología de la Universidad del País Vasco (UPV) expresa en el diario Deia una realidad con la que coinciden más expertos. "Hay que situarse en el peor escenario posible, como si una segunda ola fuera segura", porque el coronavirus no va a ser cero en agosto como en algún momento se pensó ni se puede tener la concepción de que, bueno como va a haber otra ola aprovecho ahora. no, porque el desconfinamiento se produjo antes de tiempo por motivos sociales, económicos y psicológicos. El virus sigue y se transmite, como vemos, en espacio cerrados con mucha gente. Y esa va a ser la realidad del invierno.
Vaticinar si habrá una segunda oleada del coronavirus que causa la COVID-19 es "impredecible" mientras algunos expertos consideran que podría ser "en cualquier momento", hay quien opina que, tras descubrirse que había llegado a Barcelona en marzo de 2019, lo ocurrido en los últimos meses podría ser esa "segunda ola". Pero, en la historia de la Medicina, las segundas olas en el caso de pandemias como la peste o la gripe española de 1918 fueron "más fuertes, más graves y hasta diez veces más virulentas que la primera". Así que, nada de confiarse.
La presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria (SoVaMFiC), María Ángeles Medina, señala que aunque es "impredecible", algunos epidemiólogos vaticinan que la segunda ola podría ser este julio, con el fin del estado de alarma y tras la apertura de fronteras y aeropuertos, y otros dicen que sería en otoño.
"Visto lo visto, de la realidad de las calles y de cómo parece que se han olvidado muchas cosas, la verdad es que 'en cualquier momento' sería la respuesta adecuada", advierte Medina, quien indica que se están produciendo brotes puntuales y el virus sigue circulando entre nosotros, no hay inmunización de rebaño, de grupo".
A juicio del microbiólogo Sergi Maicas, profesor titular del departamento de Microbiología de la Universitat de València (UV) y director del Máster en biología molecular, celular y genética, la aparición de nuevos brotes tras finalizar el estado de alarma ha ido más rápido de lo previsto.
"Este virus nos está engañando a todos en cada una de las cosas que hace, eso ya es un problema", asegura Maicas, quien indica que aunque la apuesta de una segunda ola era en septiembre u octubre, "estamos viendo que la gente está ahora muy relajada". Los brotes de nuevos casos son ahora puntuales, pero a la vuelta de vacaciones, si seguimos haciendo lo que hasta ahora, la cosa puede ser un poco más grave, señala el microbiólogo, quien apunta a que ese incremento se produce por la movilidad.
"Este virus se está comportando de forma diferente a otros y cualquier previsión que puedas hacer no deja de ser temeraria", confiesa. A su juicio, la primera vacuna aún tardará unos años en generalizarse y, por eso, "la vacuna somos nosotros mismos, vamos a tener que contagiarnos y crear inmunidad porque con los coronavirus se supone que la inmunización es casi de por vida". La clave es concienciarse. Y prepararnos para una segunda ola de la que los brotes pueden ser un aviso a navegantes.