Todos hemos sentido curiosidad por lo paranormal. Historias de fantasmas, películas de terror basadas en hechos reales, vídeos de youtubers narrando sus experiencias inusuales… Y si los fantasmas no van a Mahoma, Mahoma hace una ouija para contactar con el más allá.
En otras palabras, sentimos una fascinación irremediable hacia las experiencias 'fantasmagóricas' que nos impulsa a tontear con lo paranormal. Hasta los más escépticos se han preguntado alguna vez qué pasaría si hiciesen una ouija. Por falta de tiempo, de medios y de amigos con interés por el ocultismo, esta curiosidad se va esfumando hasta que un buen día alguien dice "tengo un tablero". Entonces surge la magia.
Belén tiene 24 años y vive en un pequeño pueblo de Almería. Hace dos semanas su mejor amiga celebró su cumpleaños en casa. En la fiesta había pizza, juegos de mesa y un tablero de ouija que pidieron por Internet. "Estábamos de risas y por la gracia nos pusimos a hacer el tonto con la ouija. Preguntamos si había alguien y empezamos a vacilar a una amiga que es muy asustadiza moviendo el dedo y haciendo ruidos. Después nos pusimos a contar historias paranormales de esas que le pasan a un primo de un amigo", comparte la joven.
Al salir de la casa de su amiga, Belén comenzó a sentirse inquieta. "uro que no soy nada asustadiza. No creo en fantasmas y tampoco me creo a la gente cuando cuenta estas historias paranormales. Creo que siempre hay una explicación racional. Pero al volver a casa estaba asustada, como si alguien estuviese siguiéndome. Era una sensación muy difícil de describir. Notaba que no estaba sola por la calle, y al llegar a casa más de lo mismo".
"Por la noche me costó dormirme y tuve muchas pesadillas. Soñaba que había una sombra negra en mi habitación, como en la película de Verónica", confiesa Belén. "Los días siguientes también lo pasé muy mal nivel que le pedí a mi hermana que se viniese a mi piso porque ahora en verano estoy sola, pero sentía como si hubiese una presencia cerca".
Belén lo tiene claro. "Sigo sin creer en todo esto, pero se me han quitado las ganas de hacer el bobo y jugar con ouijas. Mi mente me ha jugado una mala pasada", recalca.
La ouija y otras 'pruebas' de conexión con el más allá no suelen abrir un canal que nos conecta con los fantasmas. Pero como nosotros creemos que funcionan así, por lo que hemos visto en las películas, lo que sucede es que nos dejamos influenciar por estas experiencias tradicionalmente llamadas paranormales, sobre todo si somos personas muy sugestionables.
En primer lugar, ¿qué es la sugestionabilidad? Se trata de la capacidad de que nuestros pensamientos, emociones, conductas y estado físico se vean modificados a raíz de lo que sucede a nuestro alrededor.
Por ejemplo, una persona sugestionable se sentirá especialmente triste si un amigo le dice que su nuevo color de pelo le queda mal. En consecuencia, intentará teñirse para recuperar su look inicial, y no es que quiera causar buena impresión, es que realmente cree que la otra persona tiene razón. De alguna forma, ha metido esa idea en su cabeza.
¡Ojo! La sugestionabilidad no tiene nada que ver con el escepticismo. Una persona puede no creer en historias de fantasmas, pero sí pasar miedo y verse influenciada por este tipo de situaciones, tal y como le ocurrió a Belén.
Por otro lado, las expectativas pueden jugarnos una mala pasada. Escuchar historias de terror de otras personas, aunque estemos convencidos de que son falsas, es el caldo de cultivo ideal para que alguien sugestionable comience a experimentar 'sensaciones fuera de lo común'. ¿Las más típicas?
Casualmente, todas estas sensaciones son las que protagonizan las historias de miedo que nos cuentan nuestros amigos.
La sugestionabilidad es una reacción muy normal, sobre todo en situaciones ansiógenas como cuando vemos una película de miedo o nos cuentan historias de terror.
Para intentar gestionarla podemos implementar algunos trucos: