Llega la época más terrorífica del año y qué mejor forma de celebrar Halloween que con una buena película de terror. Este género cinematográfico tiene tantos adeptos como haters y para sorpresa de estos últimos, pasar miedo en un entorno seguro puede ser beneficioso a nivel físico y psicológico.
Seguro que tienes un amigo que ha visto todas las películas de fantasmas, zombis o exorcismos del catálogo de Netflix y que en un parque de atracciones nunca se pierde la casa del terror –y si no lo tienes, eres tú–. Algo tiene el miedo para resultar tan adictivo. Sin embargo, los beneficios del terror no parecen ser comunes a toda la población ya que hay personas que disfrutan más de un buen susto y otras que sencillamente detestan pasar miedo.
Si has intentado convencer a tu novio para ver una película de terror y él te ha dicho que no casi cien veces, siento decirte que difícilmente vas a cambiar su forma de ser. A lo mejor con el tiempo se habitúa a pasar miedo, pero probablemente no llegará a disfrutar nunca de este género tan apasionante para muchos.
¿La razón? Marvin Zuckerman, psicólogo especializado en la personalidad humana, explicó esta tendencia aludiendo a lo que el llamó búsqueda de sensaciones. Se trata de una dimensión de nuestra personalidad, y aquellas personas que la tienen más desarrollada disfrutan ante estimulación nueva, compleja y variada.
La búsqueda de sensaciones se puede desglosar en cuatro aspectos:
Zuckerman propuso una base biológica de la búsqueda de sensaciones. Concretamente, la asoció a un déficit de MAO o monoamino oxidasa, una enzima relacionada con la degradación de la serotonina, noradrenalina y dopamina. Esta hipótesis no se ha llegado a confirmar, por lo que todavía es una incógnita si las personas asustadizas y los que disfrutan del terror tienen un funcionamiento cerebral diferente.
Ahora que ya sabes por qué hay personas que detestan pasar miedo y otras que disfrutan como niños, es el momento de descubrir los beneficios del terror en tu cuerpo.
En nuestro sistema nervioso hay un área principal que nos diferencia de los animales: la corteza. Concretamente, la corteza prefrontal ventromedial es la encargada de decirte “tranqui, que esto no es para tanto”. Mientras la corteza inhibe el miedo, el complejo amigdalino, que son dos pequeñas bolas en el centro de tu cerebro, te dice “asústate porque podrías morir esta misma noche”.
Como vemos, ver una película de miedo activa nuestro cerebro permitiéndole trabajar de forma conjunta.
Todos los psicólogos coincidimos en una cosa, y es que para superar un miedo sí o sí debemos exponernos en vivo a él. Ver una película de terror puede actuar como un modelado previo. Es decir, vemos como otra persona afronta la situación de forma exitosa, ya que los protagonistas de estas películas suelen ser muy hábiles y acaban sobreviviendo. Esto genera una sensación de autoeficacia.
Además, generalmente las películas de terror abordan miedos comunes: la soledad, la muerte, los entes paranormales, los insectos, la oscuridad, etc.
Como acabamos de ver, una película de miedo nos permite vivenciar en una pantalla ciertos miedos o situaciones que generan ansiedad. Esto tiene dos posibles consecuencias.
La primera es que, al toparnos en vivo con la situación ansiógena, hemos generado estrategias de afrontamiento al ver la película de terror. El miedo seguirá estando presente, pero hemos ensayado mentalmente diferentes formas de hacerle frente.
La segunda es que la película de terror nos haya habituado, rebajando los niveles de ansiedad y haciendo que pensemos que no vale la pena asustarnos.
Los neurotransmisores son sustancias que nuestro cerebro segrega normalmente en mayor o menor dosis. Hay muchos tipos de neurotransmisores, pero los más populares son la adrenalina, la serotonina y la dopamina. Pero, ¿para qué sirven?
Cada uno tiene una función. Por ejemplo, la noradrenalina se ha asociado a la activación. La serotonina parece guardar relación con un estado de ánimo estable, con el sueño o con el hambre. La dopamina es clave en las adicciones y el placer.
Las películas de terror están plagadas de escenas en las que el protagonista está a punto de morir o sufrir algún daño. Ese tira y afloja de emociones nos hace liberar neurotransmisores por encima de lo normal, tal y como reflejó el estudio de Erno Hermans en la revista Science.
Reunió a 80 participantes a los que expuso a escenas de la película Poltergeist, encontrando que diferentes áreas cerebrales se activaban de forma sincronizada gracias a la liberación de neurotransmisores.
Así que recuerda, este Halloween el plan ideal es ver una película de terror en casa. No es por diversión, ¡es por salud!