Domingo, uno de agosto y los menores hacen fila tan a gusto. "Yo, desde que vacunaron a mi padre me quería vacunar", dice una de las adolescentes que ha conseguido cita para vacunarse en Murcia. "Para que se acabe esto y a tomar por c...", por ahí mismo.
En unos minutos, la autocita ya no daba de sí. "A las doce de la noche cogiendo la cita", comenta una madre. "Hubo un problema que se colapsó la red, pero tengo a los dos aquí mismo para vacunarlos", presume otra. Plazas agotadísimas y, aún así, hay muchas ganas. "Yo quería estar el primero para vacunarme, para quitarme la presión de encima", dice un chico. "Así puedo salir también con mis amigos", contesta otro. "Estaremos más tranquilos y podremos hacer más cosas", comenta una de las jóvenes.
A partir de ese punto, solo la juventud es novedad de lo que ya sabemos. Comprobar los datos, esperar el momento y el pinchazo. Que solo es un poco, pero sí molesta. "Estaba nerviosa, porque tampoco me gustan los pinchazos, pero bueno", dice una de las vacunadas. "Quieren divertirse y cuando nosotros teníamos su edad también lo queríamos hacer", añade su madre.
También son conscientes de que vacunarse no es sinónimo de relajarse del todo. "Llevaré la mascarilla puesta e intentaré mantener la distancia de seguridad", explica uno de ellos.
Una relajación que tampoco se da en el ritmo de vacunación. "En torno a 10 o 12 días, Andalucía alcanzará el 70% de la población mayor de 12 años vacunada con las dos dosis", ha adelantado el presidente de Andalucía, Juanma Moreno.
"Estamos teniendo una muy buena respuesta de los usuarios", confirma uno de los sanitarios. Y para contentos, ellos, los más jóvenes. "Estaba esperando este momento", dice una. "Que en mi casa no haya problemas por mí", apunta otro. "Estoy deseando ponerme ya la segunda dosis", se anima un tercero.
Alegría desbordante que será mayor cuando se completen las seis millones de dosis que faltan por inyectar para llegar al 70%.