La farmacéutica británica GlaxoSmithKline, que ha recurrido habitualmente al escualeno de tiburones para sus vacunas contra el resfriado común, pretende usarlo también para combatir el covid-19. De hecho, la compañía advirtió el pasado mes de mayo que fabricaría mil millones de dosis de este adyuvante para su uso potencial en vacunas contra el coronavirus.
Los adyuvantes son sustancias o procedimientos que, incorporados al antígeno (vacuna) o inyectados simultáneamente, hacen más efectiva la respuesta inmune.
Sin embargo, ambientalistas y defensores de la fauna marina, han rechazado sistemáticamente la decisión puesto que pondría en riesgo a la ya escasa población de tiburones en el mundo. Para producir una tonelada de escualeno se necesitarían unos 3.000 tiburones y para la vacuna del covid-19 la cifra podría ser mucho mayor. Si la población solo necesita una dosis, tendrían que sacrificar a 250.000 ejemplares. Varios investigadores han afirmado que para conseguir la inmunidad total serían necesarias dos dosis, lo que significa matar a 500.000 tiburones.
Ante la lluvia de críticas que esto ha generado, algunos científicos están tratando de recurrir al escualeno sintético, que es un derivado de la caña de azúcar fermentada. El escualeno es también usado para cosméticos y aceite para máquinas, razón por la cual se estima que unos tres millones de tiburones son sacrificados al año.
Los tiburones son una de las especies más amenazadas. Al año, según Mongabay, unos 70 millones de ejemplares son capturados, sin contar aquellos que quedan atrapados por pesca incidental, y la mayoría es para para aleteo, una de las prácticas que más amenaza a esta especie.
El gran problema es que su repoblación no es tarea fácil porque son animales de reproducción muy lenta. Tardan mucho en madurar sexualmente, 15 años o incluso más, y se reproducen cada dos o tres años. Su periodo de gestación varía entre cada especie y puede ser de 12 o hasta 42 meses, como en el caso del tiburón anguila, que tiene récord en embarazo animal.
Stefanie Brendl, fundadora y directora ejecutiva de Shark Allies, un grupo con sede en California, señaló que "cosechar algo de un animal salvaje nunca será sostenible, especialmente si se trata de un depredador superior que no se reproduce en grandes cantidades".
Una de las razones por las que el escualeno de tiburón es más barato es la facilidad de extracción. El escualeno con una pureza superior al 98% se obtiene directamente del aceite de hígado de un tiburón después de una única fase de destilación en vacío a temperaturas de entre 200 y 230 grados Celsius. Este proceso toma solo 10 horas, mientras que se necesitan casi 70 horas de procesamiento para obtener aceite de oliva escualeno con una pureza superior al 92%, indicó Shark Allies.
El grupo puntualiza que de ningún modo está reclamando a las farmacéuticas que ralenticen el proceso de producción de una vacuna covid-19, sino que simplemente piden que se utilice escualeno de origen no animal.