Muchas personas necesitan tomar medicamentos a diario, por lo que es conveniente seguir una serie de pautas para hacerlo de manera segura y evitar los efectos secundarios.
Y es que siempre hay quien, ante un leve dolor muscular o de cabeza o para combatir los síntomas de un resfriado, echa mano de la automedicación sin consultar al doctor. Esto sólo nos puede llevar a sufrir reacciones adversas, a esconder los síntomas de alguna enfermedad más grave o a sufrir dependencia en caso de abusar de ciertos fármacos.
Desde la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), sostienen que el consumidor debe ser consciente y estar advertido del riesgo que supone tomar de manera conjunta ciertos tipos de medicamentos. Además, detallan unas combinaciones de fármacos que no deben realizarse nunca.
Los analgésicos opioides y los relajantes musculares afectan a la función respiratoria de los pacientes que los consumen. Como ambos fármacos disminuyen dichos niveles de respiración, nunca deben ser combinados ya que el efecto potenciador podría comprometer seriamente la salud.
La warfarina es un medicamento anticoagulante oral que se usa para prevenir la formación de trombos y émbolos. Inhibe la producción de factores de coagulación, reduciendo la capacidad de la sangre para coagular.
La aspirina se usa como medicamento para tratar el dolor (analgésico), la fiebre (antipirético) y la inflamación (antiinflamatorio), pero también afecta a la capacidad de coagulación de la sangre.
Combinar ambos podría provocar desde problemas de sangrado hasta importantes y severas hemorragias.
Los betabloqueantes son un tipo de medicamento usado en varias afecciones, en particular en el tratamiento de los trastornos del ritmo cardíaco y en la cardioprotección posterior a un infarto de miocardio. Se utilizan para controlar la presión arterial.
Si se combinan con la insulina, potencian la hipoglucemia, pudiendo causar graves daños a las personas que sufren de diabetes y los toman. La hipoglucemia es una afección en la que el nivel de azúcar en sangre (glucosa) es más bajo de lo normal.
Si combinamos antiepilépticos y antifúngicos, corremos el riesgo de que se inhiba la degradación del antiepiléptico en el hígado, lo que podría llevarnos a tener síntomas que van desde el mareo o la ataxia (pérdida o disminución de la capacidad de coordinación de los movimientos de la persona) hasta alteraciones mentales y motoras.
En casos más graves puede llegar a desembocar en una amnesia, es decir, en la pérdida de memoria.
El riesgo que conlleva tomar dos medicamentos que realizan la misma función es que se consiga un resultado más fuerte de lo previsto. Por ejemplo, tomar dos medicamentos para la presión arterial podría causar una fuerte hipotensión (bajada de la presión) en los pacientes.
Aunque no ocurre con todos los fármacos, los expertos recomiendan consultar con un médico antes de tomar varios medicamentos juntos, incluso si son muy parecidos y pensamos que no pueden hacernos daño.