La primavera es el periodo del año donde más incidencia hay de alergias, con los consiguientes trastornos dermatológicos y respiratorios. Sin embargo, hay alérgenos que permanecen durante todo el año.
El sistema inmunológico tiene la función de defender al organismo frente a ataques de cuerpos extraños, pero en muchas ocasiones puede provocar una reacción desproporcionada con efectos no deseados. Así se producen las alergias.
“Los efectos, en la mayoría de ocasiones, son de tipo inflamatorio provocando conjuntivitis, urticaria, dermatitis o incluso asma”, señala una experta. Las más prevalentes en primavera son las rinitis alérgicas y el asma alérgico.
Los pólenes son la causa más frecuente, provocando problemas de respiración, tos, mucosidad, lagrimeo, congestión nasal y en ocasiones cansancio. Los tratamientos habituales para la alergia son de tres tipos: medicamentos, vacunas y medidas de protección.
Los medicamentos más utilizados son los antihistamínicos, aunque suelen tener efectos secundarios un tanto incómodos como la somnolencia o la sequedad de boca y fosas nasales.
Entre los antihistamínicos podemos distinguir dos grandes grupos: los de primera y los de segunda generación. Los primeros, como la hidroxicina, desclorfeniramina, provocan efectos secundarios en un porcentaje muy elevado de pacientes. Los segundos, como la cetiricina, ebastina o terfenadina, tienen unos niveles de efectos secundarios mucho menores.
Si tomas medicamentos específicos para las alergias como antihistamínicos, debes hacerlo siempre bajo supervisión médica. Recuerda, además, que nunca debes mezclar estos medicamentos con alcohol. Si tienes cualquier duda, lo mejor es preguntar a tu farmacéutico.
Otro grupo de medicamentos para procesos alérgicos son los corticoides, por su efecto antiinflamatorio. Suele ser de administración tópica para los síntomas de la rinitis o la congestión nasal.
En cuanto se detectan los primeros síntomas de alergia, conviene visitar a un alergólogo para que determine un tratamiento eficaz.
El polen está en el ambiente, por lo que, tal y como recomiendan los especialistas, habría que evitar las estancias al aire libre, los paseos por parques, jardines y zonas de urbanizaciones con alta densidad en arizónicas.
Otro factor que puede empeorar esta alergia de invierno es la contaminación ambiental, que en el caso de las personas alérgicas tienen un efecto mayor: los contaminantes de la atmósfera se depositan en el suelo y afectan al desarrollo de la planta. Esto genera que los pólenes de estas plantas expuestas a contaminantes sean mucho más potentes, agresivos y con mayor capacidad alergénica que los pólenes de un medio rural.
Ventilar la casa durante media hora a primera hora del día y luego cerrar las ventanas, sobre todo por la noche, es otra de las recomendaciones, como evitar viajar en moto o bicicleta. Si se viaja en coche conviene llevar las ventanillas cerradas. Las gafas de sol pueden ser un gran aliado ya que evitan el choque directo del polen con los ojos. Al llegar a casa es bueno ducharse para quitar esos restos de polen, cambiarnos de ropa y no tenderla fuera para que se adhiera nuevo polen.
Sin embargo, la que sería una primavera muy complicada para los alérgicos no lo será tanto gracias a un elemento ya convertido en cotidiano: la mascarilla.