En las profundidades del mar pueden esconderse muchas cosas. También principios activos capaces de salvar vidas o de mejorar nuestra salud. En las últimas décadas, científicos de todo el mundo se han lanzado a estudiar las posibilidades de un medio hasta entonces escasamente explorado en lo que a farmacología se refiere. Los primeros resultados ya existen y todo apunta a que queda mucho por descubrir en la inmensidad de nuestros mares y océanos. Ya se sabe hasta que vivir cerca del mar es bueno para salud, pero ¿qué componentes de medicamentos se han descubierto en el mar?
El punto de partida es alentador: tan solo conocemos alrededor de un 5% de nuestros océanos (en todos los sentidos, no solo en el farmacológico) y éstos ocupan nada menos que más de dos tercios de la superficie de la Tierra. Ello significa que existe todo un mundo de posibilidades por explorar, y todo ese potencial sin explotar está siendo cada vez más aprovechado por la ciencia y la medicina. Eso, si no acabamos con los océanos antes.
La mejora de las tecnologías es un factor clave a la hora de apostar por este tipo de investigación. Cada vez es más sencillo adentrarse en el medio acuático y conocerlo de cerca de forma científica, aplicando metodologías eficaces y estudiadas para dar con hallazgos que resulten útiles para nuestro desarrollo. El sector empresarial lo sabe, y también los Gobiernos, que invierten cada vez más dinero en la exploración de la que puede ser una fuente inagotable de nuevas industrias y productos.
Lo cierto es que el poder sanador del agua para la salud ha estado presente en la medicina desde hace muchos años: muchas dolencias se trataban de paliar en balnearios y retiros en los que usar la naturaleza (también el sol y sus beneficios) para mejorar la salud del paciente. Era solo cuestión de tiempo que se tratara de estudiar la química que se encuentra encerrada en el medio acuático, sobre todo teniendo en cuenta que la biodiversidad que encierra es, por sus características, mucho mayor que la que se puede encontrar en la superficie terrestre. A los científicos tampoco se les escapa el hecho de que la vida comenzó, precisamente, en el mar.
Dado que la variedad de vida es mayor en el fondo marino, también existen más moléculas diferentes. A ello se le suma el hecho de que la lucha por subsistir es más dura en este medio, por lo que las armas desarrolladas para sobrevivir son más potentes, y es precisamente en este tipo de armas en las que están interesados los científicos.
Así, existen medicamentos ya aprobados cuyo principios activos proceden del mar. Es el caso de Yondelis, Prialt y Halaven. Algunos, como Yondelis, permiten librar batallas de gran calado, como la lucha contra el cáncer: se trata de un agente antitumoral descubierto en la especie marina tunicado colonial Ecteinascidia turbinata, y se utiliza para el tratamiento del sarcoma y el cáncer de ovario, investigándose también su uso contra el cáncer de mama y el cáncer infantil.
En el caso de Prialt, su principio activo es la ziconotida, que se obtiene del veneno de los conos marinos, y se utiliza para tratar el dolor intenso, siendo más potente que la morfina y sin la pérdida de eficacia a medida que se consume característica de esta última. En cuanto a Halaven, se trata de un medicamento aprobado contra el cáncer de mama que se obtiene de la halicondrina B, un producto de la esponja marina Halichondria okadai, que habita en los mares de Japón. También en el campo del cáncer, Ara-C (citarabina) deriva de una esponja marina y se emplea contra la leucemia.
Un ejemplo de empresa dedicada a la investigación farmacológicamente en el medio marino es PharmaSea, compañía centrada en la oncología y centrada en la investigación y desarrollo que se inspira en el mar para el descubrimiento de moléculas con actividad antitumoral. Se trata, a día de hoy, de la empresa líder mundial en descubrimiento de antitumorales de origen marino.
En general, cuanto más inhóspita sea una zona marina, más atractiva resulta para los investigadores: al fin y al cabo, se trata de dar con soluciones a problemas graves en un medio que en el que se libran batallas que escapan a nuestro conocimiento. Por eso, los científicos insisten en la necesidad de proteger nuestra biodiversidad: en ella está la clave para nuestro progreso y subsistencia como especie.