Desde que llevamos mascarillas debido a la pandemia por la covid19 nuestra comunicación se ha visto entorpecida, en muchas ocasiones, por esa pieza de tela que tenemos sobre nuestras bocas. El sonido se ve amortiguado y nos obliga a hablar un poco más fuerte para hacernos entender, y toda la culpa no la tiene el sonido. Nuestro cerebro completa mucha información viendo los labios del que nos habla y en muchas ocasiones entendemos partes del mensaje hablado por los gestos que ha hecho con la boca al pronunciarse. Esta parte fundamental del lenguaje no verbal se ha perdido con el uso de mascarillas.
Cuando alguien pronuncia una palabra, la comprendemos porque procesamos los fonemas, la entonación, el ritmo, pero también porque el cerebro reconstruye el sonido a partir de la forma en que percibe que se han movido los labios al pronunciarla. Con el uso de las mascarillas esta parte de la información se pierde y el cerebro va un poco 'a ciegas', por eso nos cuesta un poco más entendernos la mayoría de las veces.
Este efecto que tiene lo visual en la comunicación hablada está más que demostrado en numerosos estudios, y un ejemplo muy conocido para demostrarlo es el llamado 'efecto McGurk', descubierto por Harry McGurk y John MacDonald en 1976. Este efecto puede experimentarse fácilmente con este vídeo, donde un hablante produce en tres vídeos exactamente el mismo sonido, / ba /, pero mueve la boca de forma distinta en cadau no de ellos y se perciben los fonemas: /ba/, /da/ o /fa/.
Ya hay recientes estudios que sobre el impacto que está teniendo el uso de las mascarillas en la percepción del habla entre adultos, por ejemplo en el contexto de una clase con estudiantes. Pero, ¿podría estar teniendo algún impacto en el desarrollo del habla en los niños pequeños?
No puede afirmarse rotundamente que el uso de las mascarillas, y por tanto la privación de los estímulos visuales que acompañan al habla, pueden afectar al desarrollo del lenguaje en los bebés y niños pequeños. Aunque sabemos que está demostrado que ver el movimiento de los labios y el resto de la cara de los padres ayuda a los bebés en este desarrollo del lenguaje. Entre los 4 y los 8 meses, cuando el bebé comienza a balbucear, su mirada se centra más en los labios de sus padres.
Los bebés son sensibles a la información articulatoria, lo que les ayuda a especializarse y perfeccionar la fonología de su lengua materna, y esto es algo que, obviamente, las mascarillas pueden estar impidiendo. Además, el uso de las mascarillas está impidiendo el uso del llamado 'maternés', como se denomina coloquialmente a esa manera de hablar especial que las madres (y padres) tienen cuando se dirigen a sus bebés: con un tono más elevado, más musical, mas pausado...
Si bien esta preocupación desaparece la mayoría de las ocasiones en la relación madre/padre-bebé en el entorno doméstico (donde no llevamos mascarilla) si puede ser preocupante cuando estamos con otras personas o en el entorno de las Escuelas Infantiles, donde las maestras tienen que llevar mascarilla constantemente en su relación con los niños.
Aunque, como recuerda la asociación de pediatras norteamericana Healthy Children, no hay ningún estudio que demuestre que el uso de mascarillas tenga un impacto negativo en el desarrollo del habla y del lenguaje de un niño, y recuerdan que "los niños con deficiencias visuales desarrollan las habilidades del habla y del lenguaje al mismo ritmo que sus compañeros. En realidad, cuando carecen de un sentido, los otros se pueden intensificar. Los niños pequeños utilizarán otras pistas que se les proporcionen para comprender y aprender el lenguaje. Observarán gestos, escucharán cambios en el tono de voz, verán cómo los ojos transmiten emociones..."
De todas formas, podemos seguir algunos consejos para intentar mejorar nuestra comunicación hablada cuando nos dirigimos a niños tan pequeños. Según indican desde Halthy Children estos son algunos hábitos que podemos incorporar: