Marian Donner se ha convertido en uno de los mayores azotes de nuestro tiempo contra la ideología que sostiene la industria de la autoayuda. Para ella, el fracaso de la autoayuda -que propone que el éxito y la felicidad son una elección personal- es más evidente que nunca en este momento de la historia en el que el estado de la salud mental de la humanidad no está lo que se dice para tirar cohetes (la depresión, el estrés y los trastornos psicológicos van en aumento).
Ante este panorama, la llamada industria de la felicidad se ha fijado justo en la otra cara de la moneda: la precariedad de la salud mental del planeta es señal de que hace falta mucha ayuda. De esta interpretación han surgido todo tipo de propuestas para que las personas sean más felices. Vivimos en un bombardeo constante de libros, charlas TED, cursos y podcast sobre cómo alcanzar el ansiado bienestar y la felicidad. Pero la periodista y psicóloga Marian Donner va mucho más allá. Su Manifiesto en contra de la autoayuda y en defensa de la autoedestrucción (Libros Cúpula 2021) es una crítica a un sistema que nos debilita como individuos porque nos empuja a estar bien, a querernos y cuidarnos a nosotros mismos con la única y perversa intención de que seamos más productivos, que sigamos en las mejores condiciones para seguir trabajando y produciendo.
Pregunta: ¿Todas las autoayudas son iguales? Porque yo veo que hay muchos tipos: desde la del charlatán que nos “obliga a ser felices” y solo sirve para generar frustración, pero también hay muchas publicaciones de reconocidos profesionales de la psiquiatría, psicología, que sí están ayudando a las personas a estar mejor. Hay muchas personas que no tienen acceso a terapia o bien por falta de recurso o bien por el estigma que todavía existe sobre la salud mental.
Respuesta: Estoy de acuerdo, no son iguales y algunos métodos pueden ser realmente útiles. A mí mismo me gusta mucho la Stoa, la filosofía griega, que básicamente dice que no puedes controlar lo que te sucede, pero puedes controlar cómo reaccionas. Pero aún así, al final, la autoayuda siempre te da una perspectiva individual. No cambia tu entorno ni ayuda a otras personas. Si tres de tus colegas están estresados pero tú no, puedes sentirte aliviado e incluso orgulloso de cuánto puedes llegar a soportar. Pero el hecho de que las otras tres personas estén mal, es una señal de que tu entorno de trabajo no es saludable. El hecho de que sobrevivas, incluso de que te sientas bien, no significa que estés bien.
P: Lo cierto es que la autoayuda está sirviendo a muchas personas ¿qué tiene de malo si eso ayuda a millones de personas a estar mejor? Unos, para sentirse mejor, salen de copas con los amigos, otros van a la montaña, otros se refugian en la religión, otros leen autoayuda sin hacer daño a nadie…
R: Por supuesto, si funciona para ti, ¡adelante! ¡Realmente lo digo en serio! Mi atención se centra principalmente en la industria en sí, la ideología que vende. Porque recuerda: este es un negocio de mil millones de dólares. De hecho, la industria de la autoayuda es una de las más grandes del mundo, especialmente si también incluimos libros de dieta o cursos de salud, o cualquier otra cosa que te indique que necesitas cambiar para ser feliz, exitoso o mejor persona. Porque para ganar estos miles de millones, primero también tienes que convencer a la gente de que algo anda mal con ellos. Pero aún así, nunca criticaré a nadie que haga uso de esta autoayuda, al menos espero no hacerlo. Estoy tratando de ver la sociedad como un todo -cultura e ideología- y decir a las personas que todavía no se sienten lo suficientemente bien (aunque también lean todas estas autoayudas) lo siguiente: “por favor, tú no eres el problema aquí. El problema radica en el mundo en el que vivimos”.
P: Las críticas a la autoyuda y la industria de la felicidad viene siempre de la misma manera: acusan a esta corriente de vender que uno puede con todo, que es capaz de todo, que si quiere puede. Pero si uno profundiza un poco en la psicología positiva, en el coaching ontológico, en la filosofía budista -que tan de moda se ha puesto- se da cuenta enseguida de que ese no es el mensaje: el mensaje es uno muy distinto. Es más bien este: “El sufrimiento forma parte de la vida, querer no sufrir genera más sufrimiento aún. Date permiso para ser humano. La felicidad no es tener la obligación de estar contento con lo que hay y poner buena cara al mal tiempo…es aceptar que uno es vulnerable, que uno sufre, que no siempre es posible conseguir todo lo que uno se propone”.
R: Estoy totalmente de acuerdo con esto, y también con la importancia de este mensaje, especialmente en estos tiempos en los que nuestra propia vida se presenta como factible y manejable: el éxito es una elección, la felicidad es una elección, etc. Porque efectivamente, el sufrimiento es parte de la vida y de ninguna manera vas a escapar y el destino te golpeará. Pero… también existe un peligro para esta forma de pensar, especialmente hoy en día. Porque también hay sufrimiento que se puede aliviar si adoptamos una perspectiva más amplia. El hecho de que tanta gente esté deprimida, tanta gente se sienta atrapada en un trabajo de mierda o no pueda encontrar una casa asequible…todo eso es el resultado de políticas socioeconómicas que no tienen que ser aceptadas. Tomemos, por ejemplo, el único consejo que leo mucho estos días: que no debes poner el listón tan alto. La gente quiere demasiado, quiere el amor verdadero, un trabajo significativo, el éxito, quiere ser el mejor en todo. Pero, antes que nada, esto no tiene en cuenta que ahí fuera, el listón ya está muy alto lo queramos o no: si quieres un trabajo digno hay un centenar de candidatos más de en todo el mundo con un mejor currículum, mejores calificaciones y mejores aficciones que tú. Y segundo: no es tanto pedir querer tener una casa asequible, tener un título que valga algo o tener políticos que pongan a la gente por encima de las ganancias. En otras palabras: también hay muchas cosas que puedes pedir o incluso exigir. El riesgo de la aceptación es que aceptas las cosas incorrectas. Y mientras digo esto, pienso: tal vez esto es a lo que se reduce todo. Es exactamente como la antigua Oración de la serenidad cristiana:“Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el coraje para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para reconocer la diferencia”. Quizás esto es lo que pretendo hacer, o espero hacer: intentar dar un poco de sabiduría sobre lo que no tienes que aceptar. Quizás ahí es donde estamos de acuerdo.
P: ¿No puede haber ocurrido que el marketing de la autoayuda ha pervertido el mensaje con eslóganes como “just do it” o “puedes ser feliz si te lo propones”?
R: Más que un énfasis en la felicidad, veo que la autoayuda pone un enorme énfasis en la optimización personal, en convertirse en la mejor versión de uno mismo. Es por eso que hoy en día se hace mucho hincapié en el duelo y en cómo afrontarlo. Pero -y creo que esta es quizás la mayor basura mental de la autoayuda- a menudo ocurre que la tristeza también tiene que ser una lección para eventualmente convertirse en una mejor persona. Las historias están en todas partes, en la televisión, en revistas y libros, historias sobre la depresión, el abuso y las adicciones, de alguien que perdió a su madre, a su hijo o a sí mismo, pero casi siempre se presenta como una lección. El narrador de esta historia ha crecido, se ha vuelto más apreciativo de la vida, entabla relaciones más profundas, aprecia lo pequeño, está comprometido con una comunidad, etc. Crecimiento postraumático, se le suele llamar. Las celebridades, en particular, tienen la habilidad de hablar sobre los bajones por los que pasaron una vez, pero ahora han quedado atrás y han aprendido mucho. Casi se ha convertido en una especie de insignia de honor para demostrar que eres una persona mejor y más sabia (que el resto). Pero, ¿y si pierdes a tu hijo y no aprendes nada de éso?, ¿y si estás increíblemente triste por eso? Entonces, es cuando puedes sentir que estás fallando. Porque esa experiencia dolorosa no te convierte en una mejor persona. Veo tanta culpa y vergüenza en las personas de hoy en día que sienten que no son lo suficientemente buenas porque no pueden crecer, porque no se han convertido en una mejor persona, sino que simplemente se sientan en un sofá y miran Netflix todo el día. Pero eso está bien. Estoy de acuerdo contigo en que la aceptación del sufrimiento marca la diferencia. Darse cuenta de que está sucediendo, de que no te hace una mejor persona, de que solo empeoró tu vida y de que eso te va a llevar a sentarte en un sofá, sabiendo que un día te levantarás de nuevo…porque eso es lo que la gente hace.
P:En definitiva, a pesar del título, el manifiesto en contra de la autoayuda parace más bien un manfiesto contra la sociedad actual, el consumismo, la tiranía de la productividad, el borreguismo, la cultura de lo estético, de la inmediatez, del placer…
P: ¡Sí, definitivamente! El Manifiesto contra la autoayuda parece más una crítica de la sociedad actual, del consumismo, de la tiranía de la productividad, de la eficiencia, de esta sociedad neoliberal donde todo y todos se reducen a un producto que se puede negociar. El mercado de oferta y demanda, ya sea vivienda, educación o personas, donde para ello tenemos que invertir en nosotros mismos, para optimizar nuestro valor transaccional, para aumentar nuestros números (las calificaciones que obtenemos, los números de nuestras nóminas, del sueldo, cuántos kilómetros corres, cuántos pasos das, cuántos “me gusta” y seguidores acumulas) y todo lo exhibimos ...
P: El movimiento de la autoayuda que criticas en el manifiesto... ¿es la causa de todos los males de esta sociedad?
R: No, la industria de la autoayuda no es de ninguna manera la causa de estos males, es solo un muy buen ejemplo de una forma de pensar dominante, una ideología, que nos mantiene a raya. ¿Qué hace? pues personaliza lo político. Nos dice que nuestros problemas son problemas individuales. Que es nuestra propia culpa si estamos estresados o infelices o si trabajamos demasiado duro por muy poco (y aún así no podemos encontrar una casa o pagar el alquiler). Así es como funciona: cuando estás deprimido, estresado, agotado, no puedes dormir, te sientes defectuoso, perdido… te dicen: haz yoga, mindfullness, aprende a decir que no, apaga el teléfono, etc. Como si el problema estuviera en tu cerebro, o en la falta de fuerza de voluntad, o en la perseverancia o la positividad. Pero mientras tanto, vivimos en un mundo donde la gente sigue trabajando cada vez más duro -como muestran las estadísticas- hacemos más en menos tiempo, los precios de la vivienda siguen aumentando, la inseguridad crece, la desigualdad crece, las redes de seguridad están desapareciendo, el tejido social se está disolviendo, un mundo donde nos bombardean a diario con imágenes de personas que son mucho más guapas, exitosas y felices que nosotros, donde la ideología te dice que es tu propia culpa, que no puedes competir, y donde la mayoría de la gente vive con una carencia crónica de tiempo y de sentido ¡Por supuesto que están estresados y deprimidos y no pueden dormir! Entonces, lo que la autoayuda finalmente te enseña es a cómo adaptarte mejor a esta sociedad, a cómo aceptar sus males y ser capaz de soportar lo insoportable. Pero como dijo una vez el maestro espiritual Krishnamurti: "No es una medida de salud estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma". Esta sociedad lo desgasta todo y a todos, ya sean personas, animales o el planeta mismo.
P: Utilizas mucho la expresión: necesitas darte cuenta de que el problema no lo tienes tú, el problema lo tiene el mundo. Entonces mi pregunta es…¿es que acaso tú y yo no somos el mundo?, ¿qué es el mundo exactamente para ti?
R: Cuando digo el mundo, me refiero al sistema socioeconómico que gobierna este mundo, a las leyes que han dado tanto poder a las multinacionales, al hecho de que la economía y la política se rigen por el crecimiento, a que todo gira en torno a la productividad y la eficiencia, a que todo se ha reducido a un producto y que nosotros, la gente, hemos interiorizado su ideología. ¡Y qué difícil es escapar de eso como individuo! Pero eso todavía es posible. Porque al final, de hecho, somos nosotros los que formamos este sistema y este mundo. Una vez leí una entrevista con el sociólogo Wiesław Lukaszjesk de Poolse y le preguntaron si la gente puede cambiar, que es una muy buena pregunta, porque eso es lo que mucha gente quiere hoy en día: quieren cambiarse a sí mismos para ser más positivos, más productivos, más tolerantes, etc. Y creen que esta transformación comienza por ellos mismos. Pero, dice Lukaszjesk que no es así como funciona. Para cambiar, primero debe cambiar su entorno. El campo psicológico en el que te desenvuelves. El campo de donde provienen las presiones y los hábitos que seguimos automáticamente. Y luego cita a Marx: para cambiarte a ti mismo primero debes cambiar el mundo. Si queremos estar menos estresados, menos deprimidos, sentirnos mejor con nosotros mismos y con nuestras vidas, tenemos que cambiar el mundo. Y encontrar un sistema socioeconómico para gobernarlo distinto al capitalismo.