Ciudades como Vigo, Madrid o Málaga tiran la casa por la ventana y gastan cantidades desorbitadas de sus arcas para engalanar las calles y plazas con el alumbrado navideño. La ciudad gallega invirtió el año pasado 800.000 euros y este cifra en 2019 ha aumentado porque, aseguran, los ciudadanos así lo piden, pese a riesgo de perder su condición de destino turístico Starlight. Lo mismo ha sucedido en la capital, donde el presupuesto se ha acrecentado un 30% (3.078.190 euros) y ha marcado un nuevo récord adelantando al 22 de noviembre el encendido, extendiendo así el número de días de iluminación festiva hasta el apagado del 6 de enero. Cifras que deberían avergonzarnos por la enorme contaminación de CO2 que estas decisiones generan, pero también preocuparnos, ya que sus efectos en la salud no son baladíes.
Las altas emisiones de gases de efecto invernadero están en la agenda de todos los gobiernos, pero lo que verdaderamente nos quita el sueño, de manera literal, es la contaminación lumínica urbana, sobre la que hay muy poca conciencia social. Se trata de una amenaza silenciosa, a la que subestimamos, pero que tiene consecuencias directas en los ecosistemas nocturnos, en nuestro bienestar y en el de la biodiversidad del planeta, además de ser un problema para el tráfico automovilístico, aéreo y marítimo.
El alumbrado navideño nos pierde
"Con el tema del alumbrado navideño estamos perdiendo el norte porque realmente supone un reclamo de atracción turística, pero en su justa medida", señala Susana Malón, CEO y directora de Lumínica Ambiental, con sede en Vitoria-Gasteiz. "Todo esto va en contra de la eficiencia energética, pero también tiene efectos en el ecosistema. En el caso de Vigo, por ejemplo, las Islas Cíes están a poco más de 15 kilómetros de la ciudad y se trata de un Parque Nacional Protegido, que, además, tiene la certificación como destino turístico Starlight", añadió esta experta, que solicita más pedagogía y aprender una nueva cultura de la luz. En este sentido, en un artículo publicado recientemente por La Voz de Galicia estima que la iluminación navideña en la ciudad gallega podría rondar las 700 toneladas de Co2.
En entorno a un 80% de la población mundial vive bajo cielos contaminados de luz y cada vez son más los estudios que relacionan el exceso de iluminación urbana con cansancio, nerviosismo y ansiedad. Este se debe principalmente a una alteración del ritmo circadiano, responsable de la producción de melanina. "Si en tu casa estás expuesto a esa luz exterior, tu cuerpo va a acusar esa contaminación que puede degenerar en muchas dolencias como estrés, insomnio, diabetes y obesidad", subraya Malón.
Desequilibra el ritmo circadiano y la melatonina
Nuestro cuerpo actúa en función del día y la noche. La gran mayoría estamos activos durante las horas de Sol y descansamos cuando llega la oscuridad, pero esa opacidad realmente no es real porque tanto en el interior como en el exterior de los edificios la luz sigue muy presente. El equilibrio en ese ciclo es clave para la generación de la hormona del sueño, cuya presencia no es solo esencial en la calidad del descanso, sino que también incide en la generación de colesterol y en el buen funcionamiento del páncreas y del sistema inmunitario en general.
Asimismo, un informe en la revista Environmental Health Perspectives (2017) elaborado por un equipo estadounidense apuntaba a un mayor riesgo de padecer cáncer de mamá en mujeres que habitan áreas urbanas muy iluminadas, y otro de ISGlobal de 2018 extiende su posible incidencia al cáncer de próstata. Solo un dato, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer considera al trabajo por turnos que rompe el ritmo circadiano como un probable carcinógeno.
"Estamos sobresaturados de luz y no nos damos cuenta. La oscuridad ya no existe y obviamente eso tiene repercusiones en todos los seres vivos", indica la responsable de Lumínica Ambiental. "Cada vez que encendemos una bombilla estamos emitiendo gases de efecto invernadero, por eso debemos tomar conciencia del problema", añade.
Enfermedades infecciosas
Asimismo, la contaminación lumínica se relaciona también con la propagación de enfermedades infecciosas por parte de insectos como los mosquitos, sin olvidar que el déficit o abuso de luz también es contraproducente en la carretera y en muchos casos mortal. Según datos de la DGT, el numero de fallecidos en accidentes de tráfico durante la noche aumentó más de un 7% en 2017 y al menos un 70% de los conductores ha sufrido destellos al volante.
Millones de bombillas LED, ¿beneficiosas?
Parece que con la llegada de la luz LED habíamos alcanzado la panacea, pero este tipo de iluminación también deja su huella de carbono. Su consumo en exceso, sobre todo en Navidad con millones de bombillas alumbrando las calles durante semanas, es un problema que las autoridades deberían tener muy en cuenta. Es cierto, los diodos LED ahorran en consumo energético, pero hay que saber elegir porque no toda la luz LED es igual.
Según las conclusiones del grupo de trabajo Comité Español de Iluminación, Posibles riesgos de la Iluminación LED, este tipo de luz comparada con el resto resulta ser más sostenible con el medio ambiente y beneficiosa desde el punto de vista de la salud. "Carecen prácticamente de emisión en las bandas UV e IR del espectro óptico, son fuentes de estado sólido poco susceptibles de rúptura y no contienen mercurio; si están bien diseñados e instalados permiten dirigir eficazmente la luz allí donde se necesita, y pueden controlarse con facilidad, permitiendo programar su flujo luminoso y reducirlo cuando no se necesita", señalan en el documento, pero también advierten que por sus características pueden causar problema de salud o agravar las existentes.
"El pico del espectro en la zona azul es el que podría producir mayores efectos negativos en la salud humana, puesto que coincide con la región espectral que produce mayores efectos sobre la regulación circadiana y podría causar también mayores daños directos a las células de la retina", subrayan María Ángeles Rol de Lama y Salvador Bará Viñas, autores del documento referido a los efectos de la luz LED en la salud.
Cuanto más blanca sea la iluminación, mayor incidencia contaminante ocasionará. "Si el LED tiene una temperatura de color más alta, su luz será más blanca, es decir, más cantidad de espectro azul, que el ojo humano no percibe, pero que es el más contaminante por su enorme dispersión por la atmósfera", advierte Susana.
Absentismo digital
Hay que sumar también los problemas neurológicos y ópticos como la fatiga visual o el envejecimiento prematuro de la retina y el cristalino por una exposición prolongada a la luz azul-violeta que generan también los dispositivos electrónicos de última generación como los móviles, tabletas y ordenadores. En este sentido, el Comité destaca el hecho de que incluso una pantalla de ordenador de LED de baja luminancia que contiene luz azul tiene mayores efectos sobre la alerta subjetiva que una pantalla convencional.