Es en los momentos de crisis de un país que se ponen a prueba las capacidades de un líder. La crisis del coronavirus por ejemplo nos ha enseñado en la gran pantalla como los varios lideres europeos e internacionales han comunicado las varias medidas restrictivas y las ayudas económicas. Cada primer ministro y jefe de estado han entrado en nuestra rutinaria cuarentena para hablarnos. ¿Como lo han hecho?
Boris Johnson, fue uno de los últimos líderes en tomarse en serio la gravedad de la pandemia.
¿Que le hizo cambiar al primer ministro británico? Su resultado positivo al Covid19 y de medio gabinete y el aumento de los infectados entre los cuales se encontraba el príncipe heredero. Desde el principio su comunicación en tiempo de crisis ha sido patosa. Ha pasado de participar a programas de televisión cantando Happy birthday a cerrar Londres en un día. Cuando Italia y España ya estaban utilizando las primeras medidas drásticas él solo aconsejaba de lavarse las manos. Después del Brexit, esta mala gestión comunicativa del coronavirus seguramente pasará factura a la credibilidad de Boris Johnson.
Así fue el apodo que el politólogo y amigo Xavi Peytibi ha hecho de Emmanuel Macron. Y con razón. Macron dio respuesta a lo que necesitaba escuchar la gente aterrorizada por el futuro y necesitaba sentir que hay alguien al frente del país, alguien al mando con poder de decisión: un general. En su discurso había muchas similitudes entre la guerra y la emergencia del coronavirus “estamos en guerra” repetía bien siete veces, “el enemigo”, hablaba de verdaderos “campos de batallas”. Sus mensajes no han sido tan asiduos como los de los lideres italiano (en un día llegó a 16 comparecencias) y español. Pero con una bastó para calmar y serenar al pueblo. Además, han enseñado la labor del primer ministro francés con fotos ricas de metáforas donde plasmaban sus sentimientos como la fuerza (en una foto que parece incluso a Superman) o cansado del enorme trabajo de coordinación que esta haciendo, mostrando el lado humano del líder. Optima estrategia.
Donald Trump es el optimista, el que nunca sabe mirar otra versión que no sea la suya para entender la situación. Muy arriesgado para un país que no tiene sanidad publica. El presidente invocaba al “milagro de la primavera” la cual se suponía pondría fin a la pandemia, subrayaba muy bien que el virus es chino y aunque la gente muera en accidentes de tráfico no significa que se dejen de fabricar coches. También minimizó el riesgo del coronavirus cuando ya había evidencia contrastada que no era una simple gripe diciendo que seguramente la mayoría de las personas tendrán síntomas leves. “Un amigo mío fue al hospital el otro día. Es un poco mayor que yo, grueso, pero una persona fuerte”. Un día después este amigo estaba en coma. Y delante de tantas meteduras de patas de Trump en las ruedas de prensa, Anthony Fauci epidemiólogo se tapaba la cara y se reía ante el sinsentido de las palabras del presidente.
Italia no es muy famosa por el liderazgo de su primer ministro visto el continuo cambio y caos parlamentarios que hay en los gobiernos italianos que llegaron incluso a durar un verano. Por eso Giuseppe Conte no lo tenía nada fácil, pero ha sido o podía ser un ejemplo para los otros lideres, siendo el primero a experimentar las medidas restrictivas en Europa. A diferencia de Macron, Giuseppe Conte casi aparece todos los días en la casa de los italianos anunciando las medidas, si no es él, es el jefe de Protección Civil que en plena guerra cuenta los infectados y los fallecidos. Su mensaje siempre se centra en decir lo importante de principio y repetirlo varias veces a lo largo del mensaje haciéndolo potente. El error de Conte fue la desorganización inicial e incluso una filtración que provocó una avalancha de personas del sur que vivían en el norte que literalmente asaltaron las estaciones de trenes para volver a sus casas natales.
Justin Trudeau antes de ser el primer ministro canadiense ha sido profesor. Y se nota. En pocos minutos Trudeau ha dejado claro todo de manera sencilla, directa y fácil para que la audiencia lo entienda. Además, con una comunicación no verbal serena y una comunicación no verbal siempre apelando al oyente en primera persona dando soluciones “te escucho. Quiero que sepas que TU Gobierno te va a ayudar”.
Lo primero fue dar el ejemplo y no solo se encerró en su casa, sino que respectó el confinamiento con su mujer positiva al Covid19, cuidando de los hijos como nos piden a los ciudadanos. Sus vídeos están grabados en su despacho o en la cocina o fuera de su casa. En definitiva, es auténtico y por eso toda su comunicación sale sola, cree en lo que dice, lo siente, el resto es naturalidad.
De Sánchez fue muy criticada su falta de previsión, aunque fue acertada la decisión de poner la ciencia y el conocimiento en el centro de las comunicaciones con Fernando Simón al frente. Pero lo último que se debe hacer en un discurso motivador que busca tranquilizar a la audiencia es leer unos papeles sin fijar la mirada a nadie restando cercanía. Su comunicación no verbal comunica indefensión y falta de seguridad en lo que dice y su rostro continuamente triste y abatido no aporta esa serenidad que necesitamos. Sus palabras de confianza no son congruentes con su mensaje no verbal.