A raíz de la pandemia del coronavirus numerosos países de todo el mundo invierten en laboratorios de nivel 4 de bioseguridad para estudiar virus letales y prepararse contra patógenos desconocidos, esto hace que algunos científicos generen una alerta sobre la posibilidad de un accidente o ataque catastrófico con estos virus.
A nivel mundial, hay 54 laboratorios BSL-4, en funcionamiento o en construcción, repartidos por Asia, África, Europa, Rusia y Estados Unidos, según un informe de la OMS de 2017. EE. UU. tiene el mayor número de laboratorios operativos, con 10.
Andreas Kurth, de 47 años, dirige el laboratorio de nivel 4 de bioseguridad en el Instituto Robert Koch, este laboratorio maneja virus capaces de enfermar o matar a millones de seres humanos. En este laboratorio, pionero en el mundo de la virología, hombres y mujeres con trajes de astronauta exploran un espacio microscópico para deconstruir el código genético de virus mortales. El objetivo es construir contraataques utilizando vacunas y medicamentos antivirales hechos a medida.
Encapsulado en un traje inflable, Kurth respira aire con una humedad de aproximadamente un 5%, mucho más seco que en el desierto del Sahara, para ayudar a prevenir la formación de bacterias en las mangueras de aire. Un par de horas en el traje le provoca "deshidratación y malestar", según explicó en el South China Morning Post.
Los laboratorios que manipulan microorganismos se clasifican desde el nivel de bioseguridad 1 hasta las instalaciones de nivel 4, como las de Kurth, que investigan los patógenos más letales conocidos por la ciencia médica. Kurth estima que su laboratorio requirió un desembolso de hasta 20 millones de euros para ser construido. Los gastos anuales para mantener los laboratorios funcionando de manera segura pueden representar hasta el 10% del coste de construcción.
En este laboratorio, él y su equipo trabajan en un área de aproximadamente 330 metros cuadrados, comunicándose a través de auriculares dentro de sus trajes. Cualquier partícula en el aire es succionada por filtros de escape gigantes que reemplazan el aire del laboratorio de 10 a 15 veces por hora.
Los investigadores que entran y salen de un laboratorio BSL-4 con cámara de aire se enfrentan a otros desafíos. Antes de entrar, deben desnudarse de la cabeza a los pies (ni siquiera se permiten lentes de contacto) y ponerse un mono de cuerpo entero. Se sale del laboratorio a través de una ducha en la que se rocía al investigador con Micro-Chem Plus, un detergente desinfectante utilizado en los laboratorios BSL-4 de todo el mundo.
El director afirma que tales condiciones laborales pueden dificultar la contratación. Pero, agrega, "no queremos que nadie trabaje en BSL-4 porque lo encuentran interesante y arriesgado; queremos gente muy tranquila, con los dos pies en la tierra".
Seleccionar a las personas adecuadas ayuda a prevenir accidentes, algo que ya ha sucedido en estos laboratorios. En 2004, un científico ruso que trabajaba en una vacuna contra el ébola en un laboratorio BSL-4 en Siberia murió después de pincharse la mano con una jeringa utilizada para extraer sangre de cobayas infectadas con el virus.
Para Taiwán, que tiene dos BSL-4, al igual que China continental, las instalaciones fueron esenciales cuando se trataba de lidiar con el brote de covid-19, dice Ye Minggong, ex director de investigación del laboratorio BSL-4 del Ministerio de Defensa Nacional.
"Los laboratorios están ahí para servir al país siempre que se enfrente a una epidemia o necesite desarrollar alguna vacuna especial o kits de prueba", afirma, atribuyendo la inversión de Taiwán en los laboratorios BSL-4 a su aislamiento internacional. "Taiwán no es parte de la OMS, lo que significa que no puede acceder a una gran cantidad de información, como el origen de un virus".
El ex director continúa: "Inicialmente, la OMS dijo que no había transmisión de persona a persona, pero luego se dieron cuenta de que este virus era altamente infeccioso. Si no hubiéramos tenido laboratorios BSL-4 propios en ese momento, nuestros investigadores podrían haberse infectado fácilmente".
La naturaleza letal de patógenos como el ébola y su mayor incidencia en África llevó al virólogo Jean Bernard Lekana-Douki a solicitar la construcción de más laboratorios BSL-4 en el continente. El ébola causa fiebre hemorrágica y mata en promedio al 50% de las personas a las que infecta.
"Debido al calentamiento global surgirán muchos virus y muchos patógenos; necesitamos laboratorios BSL-4 para dar una respuesta adecuada", dice Lekana-Douki, director general del laboratorio BSL-4 de Gabón en el Centre Interdisciplinaire de Recherches Médicales de Franceville (CIRMF). Pero debido a la controversia en torno a la investigación de ganancia de función y los accidentes que involucran a los laboratorios BSL-4, no todos los investigadores piensan que la estrategia correcta es construir más, incluso frente a la amenaza de virus desconocidos.
Richard Ebright, profesor de química y biología química en la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, quien firmó la declaración del Grupo de Trabajo de Cambridge, es un crítico de la expansión de los laboratorios BSL-4 en Estados Unidos. "Los inmensos costos de construcción y operación de las instalaciones BSL-4 han sido una pérdida absoluta", afirma.
Del mismo modo, reitera que la expansión de BSL-4 en Estados Unidos ha desencadenado una carrera armamentista internacional: "Primero en Europa, y ahora en Asia, todos construyendo instalaciones BSL-4 sin pensar, sin realizar evaluaciones de necesidades, solo para mantener el ritmo de EE. UU.", expresa Ebright.
El Instituto de Virología de Wuhan costó 44 millones de dólares, tardó aproximadamente una década en construirse y se inauguró en 2018.
Científicos franceses fueron quienes asesoraron sobre la construcción del laboratorio y el personal de Wuhan se capacitó en Francia y Estados Unidos. Sus investigadores incluyen a Shi Zhengli, una autoridad de renombre mundial en virus en murciélagos, que se cree que fueron la fuente de los patógenos Sars y covid-19.
Numerosas personas sugirieron que el virus que causa la enfermedad de la covid-19 podría haber escapado de este laboratorio. No se ha presentado ninguna evidencia pública para respaldar esta acusación y Shi, así como científicos en los EE. UU., Europa y otros lugares, la han descartado. Sin embargo, algunos de los propios científicos de China han planteado preguntas sobre la seguridad en las instalaciones.
Finalmente, aunque todos los científicos afirman que ningún laboratorio puede ser 100% seguro, si enfatizan en la necesidad de fomentar una cultura de confianza hacía el personal que convive día a día en estos laboratorios.