Tan cierto como que los hijos y los padres se han contagiado como nunca en este sexta ola, también es que hay gente que permanece inmune al covid. La incidencia en los grupos de menos de 11 años es nada menos que de 4.872,14. De 3.330,04 entre 12 y 19 años. La incidencia es de 2.238,20 entre 20 y 29 años y de 3.314,89 entre 30 y 39. A partir de los 50 años la incidencia baja. Esa es al realidad de hoy. Los padres y los hijos, pues, contagiándose con unas variantes que escapan más a las vacunas.
En este contexto, un grupo de científicos de institutos y hospitales de Milán y Londres han hallado cuál es el principal motivo de que algunas personas no contraigan la covid en su organismo, según lo publicado en la revista ‘Nature Inmunology’. Sin embargo, existen otras situaciones como aquellas personas que superan la enfermedad de manera asintomática y al no realizarse una prueba de diagnóstico, no son contabilizados como infectados.
El informe 'Targets of T cell responses to SARS-CoV-2 coronavirus in humans with COVID-19 disease and unexposed individuals'ya desvelaba que un 38% de las personas sobre las que se realizó el estudio, todas ellas sanas, tenían inmunidad celular, de forma que sus cuerpos, pese a no haber tenido contacto alguno con el SARS-CoV-2, contenían una defensa celular importante.
La investigación internacional, publicada ahora en Nature Immunology y coordinada por el Instituto Humanitas y el Hospital San Raffaele de Milán, en la que también participaron la Toscana Life Science Foundation, el Instituto de Investigación en Biomedicina de Bellinzona y Universidad Queen Mary de Londres da pistas adicionales sobre la inmunidad ante el covid. La atención de los científicos se centró especialmente en la Mbl (Mannose Binding Lectina), uno de los llamados "ancestros funcionales de los anticuerpos", proteínas capaces de atacar al virus de formas similares a las de los anticuerpos reales, que sin embargo forman parte de la inmunidad innata, la que se crea desde niños.
La inmunidad innata es la primera línea de defensa contra virus, bacterias y demás. Incluye células del sistema inmunitario que, con diversos mecanismos, atacan a los patógenos organizando una respuesta oportuna mientras esperan que el organismo se equipe para una defensa dirigida (inmunidad adaptativa), que se expresa a través de los propios anticuerpos. Sin embargo, también existe una parte de la inmunidad innata formada por moléculas circulantes a la que, entre otras, también pertenece Mbl.
"Descubrimos que Mbl se une a la proteína pico del virus y la bloquea" -explica el profesor Alberto Mantovani , director científico de Humanitas y profesor de la Universidad Humanitas-. "Y hemos comprobado que es capaz de hacerlo con todas las variantes probadas , incluida ómicron".
"Esto es posible gracias a que Mbl está vinculado a ciertos "azúcares" de la proteína pico, que no cambian de una variante a otra", explica Elisa Vicenzi, jefa de la Unidad de Bioseguridad y Patogénesis Viral del Hospital Irccs San Raffaele, quien agrega: "In vitro Mbl demostró ser ligeramente menos potente que los anticuerpos producidos por pacientes recuperados de Covid".
"Con la profesora Cecilia Garlanda, quien participó en la coordinación del estudio, estamos procediendo a optimizar Mbl para entender si será posible transformarlo en una medicina", continúa Mantovani. "El camino es largo pero es importante tratar de tener otras armas disponibles contra el virus. Entre otras cosas, Mbl ya ha sido infundido por otros investigadores y médicos como terapia en sujetos con deficiencia genética completa y ha sido bien tolerado". Pese a los hallazgos, la respuesta inmunitaria más importante sigue siendo la vacunación.
La inmunidad innata, también llamada inmunidad inespecífica, es un sistema de defensas con el que contamos todos desde el día de nuestro nacimiento, Se trata de las primeras barreras naturales con las que cuenta el organismo para defenderse de los agentes externos. Se trata de la primera línea de defensa y cubre múltiples órganos y reflejos.
Componentes de la inmunidad innata son el reflejo de la tos, las enzimas de las lágrimas o la grasa de la piel, el moco presente en el conducto olfativo o la propia piel. También pertenecen a lo que llamamos inmunidad innata algunos químicos del cuerpo, como los ácidos del estómago, sustancias como el interferón o la interleucina (la que causa la aparición de la fiebre) o sustancias como la histamina, la bradiquinina y las prostaglandinas, que provocan la inflación de los tejidos ante una infección o agresión. Si los antígenos traspasan esta primera línea de defensa, tendrán que vérselas con otros elementos de nuestro sistema inmunitario.
Al contrario que la innata, la inmunidad adquirida es la que desarrolla nuestro cuerpo a partir de haber estado en contacto con cualquier clase de antígenos. El cuerpo humano adquiere esta inmunidad de manera natural, cuando se está en contacto con un virus, una bacteria o se desarrolla una enfermedad. Estos anticuerpos generados de manera natural suelen ser más duraderos y representan la fuerza bruta de nuestro sistema inmunitario. La inmunidad adquirida también puede desarrollarse de manera artificial, por ejemplo con la administración de las vacunas. Estas nos exponen a antígenos con lo que aún no hemos tenido contacto de manera natural y generan anticuerpos contra los antígenos, aunque estos suelen tener una vida más corta (por eso hay que vacunarse cada cierto tiempo).