Las infecciones respiratorias agudas constituyen las enfermedades infecciosas más frecuentes del ser humano, y los niños en particular pueden llegar a presentar entre seis y ocho infecciones respiratorias al año de media. Este año, con la pandemia por coronavirus, los padres de todo el mundo están más alerta que nunca cuando sienten que sus hijos respiran con dificultad o les escuchan toser una noche, y lo que era otros años una situación totalmente normalizada, se ha convertido este año en un quebradero de cabeza y muchas visitas al hospital.
La buena noticia es que la mayor parte de los niños que llegan a las consultas con estos síntomas respiratorios y fiebre suelen ser diagnosticados con las mismas enfermedades que el año pasado, cuando el covid-19 no era el protagonista absoluto del día a día. Pero, ¿qué infecciones son más comunes y cómo podemos diferenciarlas de los síntomas del coronavirus?
Las infecciones virales afectan a niños de todas las edades, aunque es cierto que predominan por debajo de los cinco años y son especialmente prevalentes en menores de dos años. El cuadro clínico por excelencia en este grupo de edad que requiere hospitalización es la bronquiolitis y los episodios de sibilancias, seguidos por neumonías, laringitis, síndromes febriles o gripales y cuadros catarrales en los lactantes más pequeños.
En los niños mayores de 2 años, los agentes más frecuentemente implicados en la hospitalización son las crisis asmáticas y las neumonías, y los cuadros clínicos de ese grupo de edad que no requieren hospitalización y que se resuelven con atención ambulatoria son las bronquiolitis, las sibilancias recurrentes, o pitidos en el pecho, y la laringitis.
Los expertos médicos coinciden que este año está habiendo menos casos de niños con cuadros respiratorios porque, en cuanto empiezan con tos y mocos, se quedan en casa, lo que evita que se infecten más niños y pase de unos a otros. También influye en esto las medidas que está tomando toda la población para prevenir el covid-19: lavado de manos, distancia social y mascarilla, que evita que se extiendan estos virus respiratorios.
Lo que suele pasar otros años es que, al comienzo de los colegios y guarderías, los niños suelen empezar esos primeros meses de octubre y noviembre con alguna tos y afonía que provoca la laringitis. Suele continuar con las bronquiolitis, que llena los centros de salud normalmente el mes de diciembre. Y ya los meses de enero y febrero suelen ser los meses de la gripe.
La laringitis es una infección de garganta que puede ser causada por varios virus diferentes. Como ya se ha comentado, suele ser muy común a principios de otoño y se propaga de la misma manera que un refriado común, como tocar las manos a alguien que tiene la infección o entrar en contacto con el virus en el aire, después de que una persona contagiada tosa o estornude.
Normalmente, la laringitis suele comenzar como un resfriado al que luego acompaña fiebre y tos. También puede tener dificultades para respirar y cansancio. Lo más peculiar de la laringitis, y por lo que se puede diferenciar claramente de otro tipo de infección, es su peculiar tos, que suele empeorar por la noche. La voz se vuelve ronca y esa tos que angustia mucho a los padres suena como un ladrido, lo que genera que, de hecho, se conozca con el nombre de "tos de perro".
Por otro lado, la bronquiolitis es otra de las infecciones más comunes, esta vez en niños menores de dos años. Los estudios dicen que al menos el 20% de todos los niños lactantes van a tener una bronquiolitis en sus dos primeros años de vida, por lo que es la primera causa de hospitalización.
Identificar un caso de bronquiolitis es relativamente sencillo: si se trata de un bebé lactante que comienza con un catarro con mocos y al día siguiente empieza a costarle más respirar y tiene sibilancias o pitidos en el pecho, probablemente lo que le diagnostique el pediatra sea bronquiolitis, que con un antibiótico adecuado, mucho líquido y reposo, pasará en unos días.
La gripe es, sin lugar a dudas, la afección más complicada de diferenciar con certeza de un resfriado común o del coronavirus, especialmente en los primeros momentos de la enfermedad. El problema es que estos instantes iniciales son, además, cuando más contagia el paciente y más importante es identificar de qué tipo de infección se trata.
A pesar de esto, hay ligeras diferencias entre estas enfermedades ya que, aunque los tres cuadros clínicos comparten síntomas similares, la dificultad respiratoria combinada con fiebre son más frecuentes en el covid-19. La tos se presenta en los tres cuadros, pero en coronavirus suele ser seca y no suele estar acompañada por cansancio, dolor de cabeza y dolor muscular, más típicos de gripe y resfriado.
No debemos olvidar que siempre que, ante cualquier síntoma de tos, sobre todo si viene acompañado de fiebre y dificultad para respirar, hay que acudir a un médico. Identificar el tipo de infección en los niños es fundamental para evitar contagios, tanto de coronavirus como de cualquier otra enfermedad, y ayudar a que el menor se pueda recuperar cuanto antes.