Aunque para algunos esté mal visto decirlo en voz alta, el sexo es una parte fundamental de la pareja. Cualquier pequeño detalle cuenta, desde los gustos o filias hasta la asiduidad con la que cada persona mantiene relaciones sexuales, y si hay incompatibilidad entre las partes pueden surgir conflictos y frustración.
Entonces, ¿si a mí me gusta el BDSM y mi pareja es más suave que el helado de vainilla estamos abocados al fracaso? No tiene por qué, pero es necesaria una buena comunicación y entendimiento por ambas partes.
En primer lugar, debemos dejar claro que en el sexo no hay gustos o preferencias malos ni negativos. Siempre y cuando haya respeto, madurez y consentimiento por ambas partes, la sexualidad será sana.
Debemos desterrar ciertos mitos y creencias falsas en torno al sexo, por ejemplo, que ser poco sexual es algo que se debe cambiar. Así como hay personas que podrían mantener relaciones varias veces todos los días, hay otras que solo sienten apetito sexual una vez a la semana o menos. Esto no significa que a tu pareja le excites poco, que tenga una disfunción sexual o que deba cambiar por amor.
En el lado opuesto, las personas con una gran voracidad sexualmente hablando no son ninfómanas ni tienen una obsesión. Simplemente sus necesidades son diferentes. Lo ideal es que en una pareja haya cierta compatibilidad en este aspecto, porque de lo contrario surgirán discusiones y una de las partes sentirá que debe ceder –normalmente la persona menos sexual–.
También debemos desterrar la idea sexista y estereotipada de que los hombres son más sexuales que las mujeres. Esto no depende del género, sino de la personalidad, gustos, experiencias y forma de entender el sexo de cada uno.
Aurora, una joven zaragozana de 26 años, tiene claro que el punto débil de su relación es el sexo. "A mí me gusta probar cosas nuevas. Juguetes, prácticas BDSM, rol en pareja… También he ido a varios tuppersex y me lo he pasado muy bien", confiesa. "Mi novio es todo lo contrario. Le sacas del misionero y del perrito y ya se siente incómodo. He intentado que se anime a probar cosas nuevas, pero dice que no el gusta y que debo respetarle. Esto me tiene muy frustrada y desde hace unos meses el sexo con él me sabe a poco".
Como su caso hay decenas y aunque a priori pensemos que ese tipo de relaciones están abocadas al fracaso, hay ciertos tips para fomentar la compatibilidad en el sexo.
El principal problema en las discusiones sobre sexo es que tendemos a considerar “normal” nuestro punto de vista y "raro" el de la otra persona.
No tiene nada de malo que a tu pareja le guste que le pongan pinzas en los pezones, la lluvia dorada o recibir un beso negro. Son prácticas que se consideran tabú, pero son igual de válidas que las más convencionales.
Igualmente, tu novio o novia no es más soso que la sal por preferir el sexo más convencional o por tener poco apetito sexual. Realiza un trabajo de empatía y ponte en su lugar. Nadie debe forzarte a realizar prácticas que te incomodan o a mantener relaciones cuando no te apetece.
Por eso es importante expresar nuestras necesidades, pero sin creernos superiores o poseedores de la verdad absoluta.
Si tú quieres que tu pareja se esfuerce por complacerte, también debes conocer sus gustos y poner de tu parte.
Hablad sobre esas pequeñas parafilias o prácticas sexuales que siempre habéis querido probar. Sexo en lugares públicos, BDSM, disfraces, vendarse los ojos, prendas de ropa… Hay muchas posibilidades, y tal vez coincidáis en alguna.
Escribid en un papel todo aquello que queréis probar a nivel sexual. Después, intercambiad las hojas. Subrayad con verde aquellas prácticas que sí os apetece probar, en amarillo aquellas que ‘ni fu ni fa’, y en rojo las que ni de broma realizaríais.
Comenzad probando las prácticas subrayadas en verde alternando para que ambos os sintáis satisfechos. Después pasad a las subrayadas en amarillo. Finalmente podéis reevaluar las subrayadas en rojo por si se ha despertado la curiosidad.
Lo que más deteriora una relación es convertir la vida sexual en un campo de batalla. Si siempre que intentáis hacerlo, acabáis discutiendo, inevitablemente desaparecerán las ganas de tener sexo.
Para evitar este círculo vicioso, empezad a reforzar los éxitos con palabras cariñosas como “gracias por entenderme y darme placer, significa mucho para mí” o “me has hecho disfrutar mucho”. Centraos en lo positivo y dejad las reprimendas para cuando sea extremadamente necesario.
Si ningún consejo os funciona y lleváis meses arrastrando problemas a nivel sexual, tenéis tres opciones: