La humedad puede tener un gran efecto en la propagación de partículas de virus, lo que apunta a un mayor riesgo de contagio de coronavirus en condiciones secas e interiores, especialmente durante los meses de invierno, según ha revelado un superordenador de Japón.
La conclusión del estudio publicado por el Centro de Investigación Riken y la Universidad de Kobe (Japón) es que los humificadores podrían ayudar a limitar el riesgo de contagio en espacios cerrados cuando no sea posible la ventilación.
Los investigadores han utilizado el superordenador Fugaku para determinar la emisión y el flujo de partículas similares a las de virus de personas infectadas en una variedad de ambientes interiores. La humedad del aire por debajo del 30% resultó en más del doble de la cantidad de partículas en aerosol en comparación con niveles del 60% o más según mostraron las simulaciones.
Este estudio también demuestra que los protectores faciales de pantallas transparentes no son tan efectivos como las mascarillas para impedir la propagación de aerosoles, es decir, las partículas que se encuentran suspendidas en el aire y que se forman cuando hablamos, respiramos, estornudamos, tosemos o cantamos.
El ordenador también evidencia que en una mesa de cuatro personas, los individuos que están al lado de la persona contagiada tienen más riesgo de infección que aquellos que se encuentran al otro lado de la mesa. Por otro lado, también determina que el número de cantantes en los coros debe ser muy limitado y cumpliendo grandes espacios, ya que los aerosoles pueden infectar a las persona de alrededor.
El equipo de investigación de Riken, dirigido por Makoto Tsubokura, ya utilizó el superodenador para analizar las condiciones de contagio en trenes, lugares de trabajo y aulas. Estas simulaciones demostraron que tener las ventanas abiertas en los trenes favorece la ventilación de dos a tres veces, reduciendo así la concentración de partículas en el aire.
El bioquímico José Luis Jiménez, experto en aerosoles de la Universidad de Colorado -Boulder- advertía días atrás del peligro de instalar el "dogma" de que la transmisión de enfermedades por aerosoles es secundaria, cuando la evidencia científica ofrece pruebas de casos de contagios por compartir espacios cerrados.
"No lo hemos explicado bien: lo peligroso es compartir el aire", explicaba Jiménez. Según el experto, "España no tiene cultura de contradecir a la OMS", como si sucede en Alemania o EEUU, algo que achaca a la falta de "respeto" a la figura del investigador en nuestro país, a diferencia del resto, y que hace que su criterio sea mejor valorado aunque disienta de la hipótesis dominante.
Otro grave problema que se observa en los españoles, explica Jiménez, es que "llevamos muy mal la mascarilla", dejando "huecos por los que se escapa el aire". El bioquímico de la Universidad de Colorado es uno de los expertos mundiales que ha abogado por considerar "aerosol" a las gotas salivales de 100 micras, y no las de cinco, ya que esas partículas permanecen en el aire durante un período de tiempo prolongado y tienen accesibilidad a la fracción respirable del pulmón.
La Organización Colegial de Enfermería ha lanzado unas recomendaciones, atendiendo a la movilidad del virus, para evitar aerosoles, ventilar espacios cerrados abriendo puertas y ventanas, utilizar mascarillas ajustadas al rostro, fomentar las actividades al aire libre y reducir los grupos de contactos de personas.
Los enfermeros aconsejan también reducir todo lo posible el tiempo que pasemos en interiores, los espacios con música o ruido que obliguen a gritar y a acercarnos a terceros. Tampoco recomienda cantar o gritar en un espacio cerrado o lugares sin renovación del aire.