Holanda vive sus días más complicados ante la pandemia de coronavirus. Hace unas semanas, el gobierno mostró falta de solidaridad con los países del sur de Europa -entre los que destacan España e Italia- al cuestionar su gestión económica y, ahora se ve envuelto en otra polémica: el "confinamiento inteligente" que se está llevando a cabo, por lo que su primer ministro Mark Rutte está siendo duramente criticado.
Rutte acuñó el término de "confinamiento inteligente" a finales del mes de marzo. Este método consiste en que el confinamiento es voluntario: los ciudadanos deciden si quedarse en casa o no. Holanda sigue apostando por esta medida general y lo implementó cuando tenía 213 fallecidos registrados y alrededor de 5 000 casos positivos.
El gobierno, para frenar la propagación, ha centrado sus medidas en el cierre de colegios, hostelería (se fomentó el servicio take-away) y la cancelación de eventos donde se pueden producir aglomeraciones. Todos los establecimientos que no garanticen la distancia social recomendada cerraron, y los espacios públicos que sí la cumplen han estado abiertos hasta el momento. "Creo que la población agradece que los tratemos como adultos y no como niños. En Holanda no funciona decirle a la gente qué puede hacer y qué no", señaló el primer ministro holandés en una rueda de prensa.
Holanda no ha obligado, a diferencia de otros países, como España, al confinamiento de la población. Sus recomendaciones se han centrado en fomentar el teletrabajo en todo momento y en mandar el mensaje de quedarse en casa en la medida de lo posible (manteniendo medidas de prevención). Pero salir a la calle no ha estado prohibido en ningún momento. Todas las personas que no pueden teletrabajar, han podido acudir a sus puestos de trabajo, las reuniones se han permitido en pequeños grupos (amigos y familiares) y el deporte se ha podido practicar de manera individual desde el inicio de la pandemia.
Sin embargo, los datos que reporta esta estrategia no son muy esperanzadores, pese a que el Gobierno ha optado por reabrir las escuelas de Primaria, Educación Especial y guarderias, a partir del 11 de mayo, y permitir un número determinado de visitas en las residencias, entre otras medidas de la desescalada.
La infección se extiende de manera tan rápida que el país ya registra una de las tasas de mortalidad más altas del mundo: Holanda es el 16º país del mundo con más contagios registrados, 41 518, y registra más de 5 200 víctimas mortales a causa del coronavirus (su población se estima en 17 millones de habitantes). El Gobierno, ante la controversia, está realizando encuestas sobre qué estrategia prefieren los ciudadanos.
"Los españoles están en disposición de dar más lecciones que de recibirlas", respondió Salvador Illa, ministro de Sanidad de España, a una pregunta de un medio holandés, que cuestionaba la estrategia de España al no implementar un "confinamiento inteligente".
La estrategia de Holanda se basa en la "inmunidad colectiva", al igual que apostaba Reino Unido en su planteamiento inicial (luego se echó atrás). Este concepto explica que cuanta más gente esté infectada, más gente habrá superado el virus y, por tanto, habrá menos posibilidades de que se extienda entre la población.
El problema surge a raíz de investigaciones que no garantizan que la inmunidad sea permanente: se desconoce si una persona puede infectarse otra vez y cuánto duran los anticuerpos, si días, meses o semanas. Tampoco se ha podido conocer el nivel de la población que ha pasado el virus, por lo que los expertos ya catalogan esta estrategia de ser extremadamente arriesgada.