Los días de confinamiento pasan en España. Aún quedan más de tres semanas por delante, sin embargo, incluso el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, habla ya de un escenario 'poscoronavirus'. Los más catastrofistas apuntan a que nada volverá a ser como antes. Pero lo desconocemos. Ante la incertidumbre sobre qué pasara, dos sociólogos explican a Informativos Telecinco las claves de la próxima etapa ante la pandemia.
¿Recuperaremos la normalidad que conocíamos? "Sí, vamos a recuperar la normalidad de manera más rápida de lo que ahora nos podemos imaginar. El deseo de volver a la normalidad -que sea lo más parecida a la anterior- va a ser muy grande. Tardará más o menos pero se volverá. Otra cosa es que en política se haya aprendido alguna lección, como tener sistemas de prevención más avanzados. Una cosa son los cambios en la vida cotidiana de las personas de manera temporal, pero lo que condiciona las reglas de juego, el modelo político, entre otros, no va a cambiar", señala el sociólogo Salvador Cardús, "optimista" ante la etapa poscoronavirus.
"Estamos en la época de la incertidumbre. No sobran las grandes palabras. Nos encontramos ante un escenario que va a transformar nuestra mentalidad global. Es un punto de inflexión: es uno de los grandes momentos de la historia del ser humano. Los expertos advertían de que esto podía pasar, pero cuando pasa, resitúa todo. Habrá que ver en qué dirección se sale de esto", señala el sociólogo Sergio Andrés Cabello, profesor de la Universidad de La Rioja.
Cabello señala a dos posibles direcciones -entre otras-, basándose en "un punto de vista global, geoestratégico y combinando determinadas variables": "El escenario que vivimos puede desembocar en una crisis que asevere escenarios del pasado. Estábamos viviendo una situación donde las desigualdades crecían, donde aumenta la conflictividad entre EEUU y China... El COVID-19 puede acelerar y aumentar las desigualdades, generarse más tensiones entre las potencias. Vemos los datos del desempleo. Si no se toman medidas oportunas, se acelerarán tendencias que venían de antes: globalización neoliberal y la situación que vivimos desde 2008", explica el sociólogo.
La segunda dirección en la que el mundo puede ir tras la crisis del COVID-19 es la de la corrección. Venimos de una época de desigualdades y de una globalización a la que se ha criticado con muchas razones. Puede que este virus provoque que todos seamos más conscientes del cambio climático, de las disfunciones de nuestro sistema... Dependerá también de la actuación de la Unión Europea", añade Cabello.
"El miedo se va a superar. Hay estudios que sopesan que el calor, al menos, debilita al virus. Creo que el impacto va a ser menor de lo que en estos momentos pensamos, porque nos metemos en lógicas catastrofistas exageradas. Otro problema son los problemas materiales concretos: como las personas sin trabajo, la atención a las personas mayores...", destaca Cardús.
"Vamos a ver cómo se recupera el funcionamiento de la economía, el consumo de las familias... Esto, si dura 6 meses, no pasa nada. Si se tarda dos años, sí que habrá dificultades materiales. En lo cultural, somos animales con una gran capacidad de adaptación y readaptación para retomar la normalidad", añade el sociólogo catalán.
Cabello, además, señala dos puntos fundamentales. Desde el punto de la vida cotidiano -la llamada microeconomía-, "parece que hasta que no haya una vacuna, vamos a tener que modificar nuestros hábitos sociales. Vamos a tener que ser precavidos durante los próximos seis meses, al menos. Vamos a tener otro tipo de sociabilidad", señala.
Desde el punto de vista económico, "muchas personas van a tener auténticas dificultades de proyectos de vida, a no ser que tomen medidas que impliquen sanidad económica. Los economistas señalan que esto no se va a resolver en forma de 'V', que puede ser más factible una 'U', y que lo que se quiere evitar es una 'L'. Mucha gente es optimista con la solidaridad, pero eso está por ver. Hay que ver cuándo salimos, y cómo. La salida va a ser paulatina", explica el experto.
La ciudad de Wuhan, China, epicentro del nuevo coronavirus, comienza a retomar la normalidad. Con 11 millones de habitantes, ya ve funcionar de nuevo la economía. Pese a poder salir, la sociedad presenta un alto nivel de ansiedad y toma precauciones por su cuenta por el miedo. Además, para controlar nuevos brotes, las tiendas y los establecimientos utilizan códigos QR para mantener la vigilancia. ¿Pasará esto en España?
"Aquí habría que preguntarse ¿Cuál es el impacto de ciertas medidas de control basadas en códigos QR y el uso de las tencnologías en la relación con la libertad y los derechos civiles? Hay un gran debate. En China pueden hacer el control social porque lo tienen muy interiorizado. Habrá que ver qué medidas se toman aquí. Imagina que das positivo en tres meses: al final sí que tendremos el debate del uso de las tecnologias para prevenir nuevos brotes. Será un debate muy importante", explica Cabello.
"La sociedad china, o Corea del Sur, que es una democracia, China no, se han basado en elementos que implican un elevado control social. Cuando empezó la crisis, uno de los comentarios generalizados era que "lo que se hizo en China solo es posible que se haga en un régimen como el chino". Sin embargo, se ha podido ver que democracias, como la nuestra, también han podido llevar a cabo el confinamiento. Se ha visto responsabilidad y conciencia social, exceptuando casos", apostilla.
"No creo que pase lo mismo aquí que en China. Son dos sistemas muy distintos. El confinamiento de los ciudadanos allí fue muy duro. Tenemos una cultura democrática muy sensible a los derechos de las personas. Se puede alargar el confinamiento o relajar algunas medidas, pero llegar a esos tipos de control no creo que se produzcan. Aunque otras cosas que pensabamos que no iban a pasar, han tenido lugar", añade Cardús.
"La crisis del COVID-19 quizá está haciendo que descubramos cosas que las teníamos ocultas. Por ejemplo, ahora se pone acento en la situación de las residencias ante el coronavirus. Nosotros, antes de esto, no sabíamos cuánta gente moría por semana en las residencias. La situación dramática también pone al descubierto situaciones que son muy habituales pero que las tenemos muy disimuladas. Esta crisis no va a cambiar, por ejemplo, la manera de entender la relación entre familias, o de padres e hijos. El ritmo cotidiano te vuelve a meter en la rueda de cada día", asegura Cardús.
España registra niveles de paro históricos y numerosas personas han sufrido un ERTE en sus empresas. "Nuestra economía es muy vulnerable. España se quedó dentro de la división internacional del trabajo en un escenario muy débil: una economía del sector servicios -precarios-. Dependemos de la Unión Europea a nivel geoestratégico. Europa se juega mucho en cómo salga de esta crisis: si sale más fortalecida, tendrá que decir algo en la globalización. Si sale una Europa donde los países del norte solo miran por sus intereses, va a perder mucha legitimidad. Tienen que hacérselo mirar. El sur de Europa presiona al norte", explica Cabello.
Un ministro holandés propuso investigar a España ya que destacó la supuesta falta de previsión económica de nuestro país ante una crisis como la que vivimos. Un hecho que Antonio Costa, primer ministro de Portugal, catalogó de "repugnante". "La relación -tensa- entre países del norte y del sur de Europa no es novedad. Ya se produjo de una manera muy clara en la recesión de 2008. Había una prima de riesgo muy alta y algunos países pensaban que no tenían que pagar la supuesta mala gestion de nuestro país. Esto se repite. La experiencia muestra que seguimos con los mismos errores", explica Cardús.
"China ha sido muy inteligente. Occidente llevó la producción y China aprovechó el modelo. Fueron capaces de convertirse en una potencia mundial de primer nivel, con una producción y sistema muy centralizados. Esto les ha permitido ascender muy rápidamente. La lucha geoestratégica viene de muy atrás -dentro de la globalización-. Por ejemplo, la polémica de los móviles Huawei, la tecnología 5G... son cuestiones que no son banales", señala Cabello.
"La relación estaba ya muy deteriorada entre estos países. Veremos si Trump mantiene el poder. Van a cambiar cosas seguro. Los países occidentales van a pensar en la dependencia de la industria china en sectores como el sanitario. No puede ser que solo tenga capacidad de fabricar millones de mascarillas o respiradores China. Los aparatos electrónicos son cuestiones menores. En cuanto a las grandes industrias, cambiar esos equilibrios, será muy difícil", asegura Cardús.
EEUU puede presentar una cifra escalofriante de muertes mientras China ayuda. "China quiere hacerse ver: ha enviado ayuda a Italia y España. EEUU lo tiene muy complicado. El impacto que va a tener el coronavirus puede ser brutal. Los que conocemos el sistema sanitario norteamericano lo sabemos: es tan desigual que puede dar lugar a cifras de fallecidos impresionantes", añade Cabello.
"Una Tercera Guerra Mundial no va a ser producto de la crisis del coronavirus. Si la hubiera, no sería una guerra convencional. Sería económica y en eso ya estábamos. Trump tiene grandes proclamas, pero luego no avanzan. Lo que funciona en política son los intereses y no las palabras. Las palabras suelen ocultar intereses. Uno de los ámbitos de los que más se habla sobre Trump es su política con los inmigrantes: Obama expulsó a muchos más inmigrantes, lo que pasa es que no hacía ruido", concluye Cardús. La era post-coronavirus nos espera.