Por lo general, se piensa que un hogar impoluto y totalmente libre de bacterias es más seguro para las personas, especialmente para los bebés, algo en lo que la mayoría están equivocados. Es más, puede llegar a ser contraproducente para la salud de los más pequeños. Es lo que sostiene el inmunólogo, microbiólogo y vacunólogo Fernando Fariñas, director del Instituto de Inmunología Clínica y Enfermedades Infecciosas de Málaga y presidente de la Asociación Española Ynmun.
El experto acaba de publicar el libro 'Inmunología infantil', en el que trata estos aspectos. Con él pretende desterrar la clásica -y equivocada- idea de que debemos tener todo impoluto, reluciente, sin bacterias, en las zonas donde convivan los bebés y los niños más pequeños. "Se ha demostrado que esto no es bueno, y de hecho se dice que hoy día una de las causas que podría estar detrás de que hayan aumentado de forma patente las enfermedades autoinmunes, alérgicas, o incluso algunos cánceres en general, es porque hemos perdido biodiversidad, cantidad y calidad de estos microorganismos que viven con nosotros, por lo que son súper importantes", defiende
El profesor recuerda que convivimos desde hace miles de años con los microbios, quienes precisamente tienen un montón de funciones distintas e imprescindibles para nosotros, como por ejemplo de protección frente a otras bacterias patógenas que puedan producirnos enfermedad; o bien la función de ayudar en la digestión y en la absorción de nutrientes y de minerales; o funciones incluso metabólicas o neurológicas.
Sobre las mascotas, el doctor Fariñas indica que el hecho de tenerlas en casa, según han constatado diversos trabajos científicos, reduce "considerablemente" la posibilidad de desarrollar una enfermedad de tipo inmunomediado, aunque después haya niños que nacen con esa susceptibilidad a tener alergias, por ejemplo al pelo de gato. "Muchos trabajos ratifican que con mascota estamos más expuestos a la microbiota del animal y esto genera una mejor regulación del sistema inmunitario humano", subraya, aunque advierte de que hay gente que 'se pasa' en cuanto a su interacción con los animales, como por ejemplo dándoles un beso.
La nutrición tiene un "efecto brutal", sobre todo en los sistemas y órganos del ser humano, y sobre nuestra salud en general, según prosigue este experto, y a nivel de sistema inmunitario dice que se ha visto que las infecciones, la nutrición y la inmunidad componen un "triángulo perfecto", en el sentido de que la desnutrición o malnutrición, así como la sobrenutrición (sobrealimentación o obesidad) desde el otro lado influyen en la capacidad inmunitaria de la persona. "Los niños malnutridos presentan inmunodeficiencia, que puede ir de leve a moderada a grave. De hecho, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida nutricional es debido a una desnutrición grave", apostilla.
En cuanto a la cuestión de por qué los menores están frecuentemente enfermos, el doctor reseña que esto es debido a que nacen con un sistema inmune que se tiene que entrenar, que es inexperto: "Hoy sabemos que para que estos niños vayan madurándolo deben estar expuestos constantemente a la acción del medio ambiente (alérgenos, virus, bacterias, o lo que comen, por ejemplo), y a través de esa interacción el niño experimenta esos encuentros antigénicos y construye su 'inmunobiografía', es decir, su propio sistema inmunitario va madurando en base a todos esos encuentros con los microorganismos".
En último lugar, el doctor Fariñas reitera la importancia de que los menores realicen deporte, ejercicio físico; mantengan una buena nutrición; así como un buen nivel de vacunación; aparte de la interacción social con otras personas, con otros niños, "ya que los niños que se sienten solos desde el punto de vista inmunitario funcionan peor"; aparte de controlar el estrés. "Todo ello interviene de forma muy positiva en el entrenamiento inmunitario de los menores", afianza el experto.