En las entrañas del coronavirus: de la bomba de relojería de los murciélagos a la mutación en el cuerpo humano
La Universidad de Hong Kong en octubre de 2007 predijo las consecuencias de comer mamíferos exóticos
El coronavirus no es una creación de laboratorio
No se descarta que el virus evoluciones dentro del cuerpo humano y entrara en él como no patógeno
El SARS-CoV-2 no ha sido fruto de una manipulación contra las grandes economías gestada en un laboratorio. Los científicos ya han comprobado que se originó por procesos naturales y probablemente se transmitió a las personas desde los murciélagos pasando por diferentes especies. Aún no saben si se convirtió en patógeno para los humanos después de habernos contagiado. Si ese paso sucedió antes, en un animal, la posibilidad de que se produzcan más brotes en el futuro aumentaría.
Para los científicos es vital desentrañar el origen del virus, por eso trabajan desde el primer momento con los datos genómicos ya obtenidos. Un equipo del Scripps Research Translational Institute en La Jolla, EE UU, con el investigador Kristian G. Andersen a la cabeza, ha publicado en la revista Nature Medicine los probables escenarios por los cuales podría haber surgido y refuta las teorías conspirativas sobre su aparición,. según desvela la agencia SINC.
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El coronavirus no es una creación de laboratorio
“Nuestros análisis muestran claramente que el SARS-CoV-2 no es una construcción de laboratorio o un virus manipulado a propósito”, revelan en el trabajo los autores, que han analizado las principales características del virus comparando seis genomas: tres de murciélago, el SARS humano, el del pangolín y el SARS-CoV-2.
Un virus que hubiera sido creado en laboratorio no tendría los desajustes que se observan en SARS-CoV-2. “Partimos de la idea de que si haces una manipulación para conseguir un determinado objetivo lo que vas a intentar directamente, como todo buen ingeniero, es que tu producto sea el mejor posible”, explica el experto.
Un estudio de la Universidad de Hong Kong en octubre de 2007 ya advirtió de que la presencia de un gran reservorio de virus como el SARS-CoV en murciélagos de herradura (rinolófidos), junto con la cultura de comer mamíferos exóticos en el sur de China, era una "bomba de relojería" para la aparición de nuevos virus similares, como ha ocurrido con el SARS-CoV-2, causante de la enfermedad Covid-19.
No es una evolución de otros coronavirus
Además, la hipótesis de la evolución natural del virus fue respaldada por datos sobre la estructura molecular general del SARS-CoV-2, que de ser manipulada hubiera podido construirse a partir de la de otro virus que se sabe que causa enfermedades. Pero no fue así. Según el estudio, su estructura molecular difería sustancialmente de las de los coronavirus ya conocidos y se parecía más a la de virus relacionados que se encuentran en murciélagos y pangolines.
“Ha sido el proceso azaroso de la evolución que ha permitido al virus desarrollar una estructura de la espícula y de otras características que le permite invadir células humanas. Al estar en contacto con humanos ha provocado una infección y luego posteriores infecciones que han dado lugar a la epidemia”, subraya el investigador español.
¿De dónde viene el SARS-CoV-2?
Cualquier patógeno viral para los humanos sale de la nada. En teoría, un virus antiguo de un reservorio natural se convertirá en patógeno viral para el ser humano a través de muchos huéspedes intermedios”, apunta a SINC Zhigang Zhang, investigador en el Laboratorio Estatal clave para la Conservación y Utilización de Recursos Biológicos en la Universidad de Yunnan (China) y autor de un estudio publicado hoy en Current Biology.
Según Zhang, el salto directo de los anfitriones originales al humano rara vez ocurre. “Por lo tanto, encontrar el reservorio natural es de gran importancia para detener la propagación del virus”, constata el experto. “De hecho, los animales, incluidos los humanos, tienen muchos virus dentro de su cuerpo y la mayoría son inofensivos para sus anfitriones”, continúa.
La respuesta sobre el origen del virus es aún incierta y los científicos barajan varios escenarios. El primero de ellos es que el virus pudo evolucionar a través de la selección natural en un huésped no humano y luego saltó a estos, como ocurrió en otros brotes con las civetas para el SARS y los camellos para el MERS.
En el caso de SARS-CoV-2, como sucede con otros coronavirus, el reservorio más probable son los murciélagos (Rhinolophus affinis), por la similitud con los virus del propio animal. Pero no existen casos documentados de transmisión directa murciélago-humano. Ahí intervendría un huésped intermedio, que posiblemente estuvo relacionado con murciélago y humanos.
Existe la posibilidad de que una versión no patógena se infectara ya dentro de los humamos
El otro escenario que explicaría el origen del SARS-CoV-2 es que, sin descartar los escalones intermedios, una versión no patógena del virus pudo saltar de un huésped animal a los humanos, pasando desapercibida, y evolucionar a su estado patógeno actual dentro de la población humana.
Hay que estar preparados para nuevos brotes
"Los coronavirus se someten a una recombinación genética, lo que puede dar lugar a nuevos genotipos y brotes. No debe ignorarse la posibilidad de que el SARS y otros nuevos virus reaparezcan en animales o laboratorios y, por consiguiente, la necesidad de estar preparados", alertaban los investigadores en una investigación publicada en la revista 'Clinical Microbiology Reviews'.
El coronavirus del SARS, conocido como SARS-CoV, causó la primera gran pandemia de este siglo, provocando un brote en 2003 que afectó a 8.098 personas y mató a 774, principalmente en China, con una tasa de mortalidad bruta del 10 por ciento. Su capacidad para la transmisión de persona a persona, la falta de conciencia en el control de infecciones hospitalarias y los viajes aéreos internacionales facilitaron la rápida difusión mundial de este virus, de una forma similar al del Covid-19.
El importante impacto en los sistemas sanitarios, las economías y las sociedades de los países afectados en tan solo unos pocos meses a principios de 2003 no tuvo precedentes, hasta esta nueva pandemia por el SARS-CoV-2, que ya ha causado más de 10.000 muertes y 200.000 casos, con un impacto mucho mayor ya que el del SARS.
El SARS-CoV saltó de los animales al hombre gracias al "gran número y variedad de civetas en jaulas hacinadas y la falta de medidas de bioseguridad en los mercados húmedos", detallaban entonces los responsables del estudio, añadiendo que el "rápido crecimiento económico" en China dio lugar a una creciente demanda de proteínas animales, lo que aumentó la caza e ingesta de mamíferos salvajes.
Nuevamente, las similitudes con la aparición del virus del Covid-19 son patentes: las investigaciones hasta el momento avanzan que el virus proviene de murciélagos de herradura y, posteriormente, pasaron a otro animal (huésped intermedio), que finalmente lo ha transmitido a los humanos. Además, el foco de nacimiento es el mercado de mariscos de la ciudad china de Wuhan, según los primeros resultados científicos.
"Los hallazgos de que los murciélagos de herradura son el reservorio natural del virus similar al del SARS-CoV y de que las civetas son el huésped de amplificación ponen de relieve la importancia de la fauna silvestre y la bioseguridad en las granjas y los mercados húmedos, que pueden servir como fuente y centros de amplificación de infecciones emergentes", pronosticaba con tino el estudio publicado hace 13 años.
El SARS 2003 puede ser clave para encontrar vacuna
Antes de la aparición del SARS en 2003, solo se conocían otros 12 coronavirus animales o humanos. El carácter explosivo de la pandemia, su elevada mortalidad, su reaparición transitoria un año después y las perturbaciones económicas llevaron a acelerar la investigación de sus aspectos epidemiológicos, clínicos, patológicos, inmunológicos, virológicos y otros aspectos científicos básicos del virus y la enfermedad.
En este sentido, los investigadores explicaban en 2007 que el "notable aumento" de la comprensión del virus y la enfermedad en tan poco tiempo permitió el desarrollo de pruebas de diagnóstico, modelos animales, antivirales, vacunas y medidas epidemiológicas y de control de la infección que "podrían resultar útiles" en los ensayos de control aleatorios si el SARS o un virus similar volviera a aparecer.
Y así se está demostrando: el ensayo clínico puesto en marcha en Estados Unidos esta semana para encontrar una vacuna contra el Covid-19 ha aprovechado las investigaciones iniciales de un grupo científico que buscaba una vacuna contra el SARS y el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), otro coronavirus en humanos surgido en 2012. Gracias a estos conocimientos previos, estos investigadores estadounidenses han podido desarrollar tan rápidamente una vacuna, que ya está siendo probada en humanos, aunque su llegada a los pacientes de forma general no se espera en un futuro cercano.