"Tranquilízate" o "todo va a ir bien": frases que no deberías decir a una persona que sufre ansiedad
La ansiedad se convierte en problemática cuando resulta desproporcionada e interfiere en nuestro día a día
Existen determinadas frases que debes evitar en caso de que una persona experimente estos síntomas
Jamás le digas a la otra persona que se calme: simplemente, acompaña sin juzgar y ofrece tu ayuda
La ansiedad es una reacción emocional que surge ante una amenaza y que nos prepara para actuar ante ellas. Esta reacción la vivimos generalmente como una experiencia desagradable cuando nos ponemos en alerta ante la posibilidad de que ocurra algo negativo. Sin embargo, puede darse el caso de que estos sentimientos de ansiedad y pánico interfieran en nuestras vidas y resulten difíciles de controlar, o desproporcionados en relación al peligro real al que nos enfrentamos. En estos casos, la ansiedad se convierte en un problema y se hace preciso tratarla. Si alguien de tu entorno se enfrenta a ella, toma nota de las frases que no deberías decir a una persona que sufre ansiedad.
Frases que no deberías decir a una persona que sufre ansiedad
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A pesar de que la ansiedad es una reacción normal en muchos casos, en otros se convierte en desproporcionada, desencadenándose ante eventos o circunstancias que no suponen una amenaza o peligro real o probable. Es posible tratar este tipo de reacciones a través del aprendizaje de ciertas técnicas, terapia y, en ocasiones, el uso de medicación. Además, es importante que las personas que rodean a quien sufra ansiedad sepan cómo actuar cuando se desencadenen estos síntomas.
Conocer los síntomas de la ansiedad puede ayudarnos a comprender cuándo un ser querido está experimentando un ataque de ansiedad o comenzando a sufrirlo. En concreto, los síntomas asociados a la ansiedad tienen que ver con la activación del organismo ante una situación de peligro: el corazón de quien la padece late más deprisa, respira más rápido, se tensan sus músculos… Sería algo similar a experimentar que su cuerpo se prepara para salir corriendo o para atacar.
Además, el organismo se acelera y proporciona más oxígeno: por eso se respira más profundamente, el corazón late más deprisa y, con la sudoración, se trata de eliminar el calor corporal. También pueden dilatarse las pupilas para tener más discriminación visual. Al pensar más deprisa y anticipar riesgos, cambia el grado de atención, aumenta el grado de vigilancia y se agudizan los sentidos.
Si notas estos síntomas en alguien de tu entorno, evita estas frases que jamás deben decirse a una persona con ansiedad:
- No digas frases como "Intenta calmarte". No ayudan en absoluto, de la misma forma que decirle a alguien en circunstancias normales que se tranquilice jamás han tranquilizado a nadie. Si fuera tan fácil controlar estos síntomas, lógicamente quien los padece podría 'apagarlos' de forma sencilla, pero se trata de mecanismos que se activan de forma incontrolable o muy difícil de controlar. Si pides a la persona que está sufriendo un ataque de ansiedad que se calme, estás invalidando su propia experiencia. Es mucho mejor preguntar qué puedes hacer por ella o simplemente acompañarla y tratar de darle seguridad.
- No digas a una persona con ansiedad que no debería preocuparse por aquello que le preocupa. Nuevamente, se trata de una forma de invalidar su experiencia, y no estarás ayudando en nada. Todos tenemos miedos irracionales, solo que en el caso de las personas con ansiedad, este miedo es mayor y provoca reacciones muy fuertes. En estos casos resulta mucho más útil acompañar que apuntar lo irracional de una reacción. Si fuera fácil de controlar, la persona afectada elegiría hacerlo.
- A no ser que conozcas la ansiedad de primer mano, evita frases tipo "Sé cómo te sientes". Si nunca has sufrido un ataque de ansiedad ni estás acostumbrado a convivir con ella, es difícil que comprendas lo que está experimentando la otra persona y cómo estos ataques y reacciones pueden determinar su vida y el desarrollo de su día a día. Además, tampoco es conveniente normalizar este trastorno y hacer a la otra persona pensar que se puede convivir con ello: se trata de un trastorno que debe ser tratado.
- Evita frases que alimenten o validen sus miedos. Aunque pueda parecer buena idea a simple vista, dar la razón a la persona que sufre ansiedad solo la ayudará a reafirmarse y a confirmar que sus reacciones son, en realidad, racionales, cuando no es así. No hables de lo probable y horrible que sería un accidente de avión a una persona con fobia a volar, por ejemplo. Al contrario, puedes decir que, aunque es una posibilidad que existe y que es normal que ello le inquiete, no es probable que ocurra.
- Evita frases que solo corresponden a un profesional. Si no dispones de herramientas para ayudar a una persona con ansiedad, no intentes hacer las veces de un psicólogo. Simplemente, acompaña, proporciona la ayuda que pidan, no juzgues y hazles saber que estarás ahí cuando lo necesiten. Un mal consejo o concepto puede afectar a la autoestima de la persona que sufre ansiedad y generarle mayor inseguridad.
- No digas que todo va a ir bien. Puede sonar tranquilizador, pero es justo lo contrario de lo que está experimentando la otra persona y no resultará útil oírlo. Además, es probable que tampoco sea absolutamente cierto: la reacción de la persona con ansiedad puede ser desproporcionada, pero suele responder a un peligro real, por poco probable que sea.
En definitiva, si no sabes qué decir, lo mejor que puedes hacer es simplemente acompañar y ofrecer tu ayuda sin juzgar. Cuando todo vuelva a la normalidad, puedes hablar sobre la posibilidad de pedir ayuda y ofrecerle la tuya, siempre teniendo en cuenta sus necesidades, pero evitando reforzar conductas negativas. Por ejemplo, si una persona experimenta fobia social es importante que no se sienta obligada a acudir a un evento, pero también debe recibir la idea de que puede y debe superar este miedo para llevar una vida normal.