La fiebre en niños es relativamente frecuente, puede durar varios días y no provoca daños más allá del malestar que pueda sufrir el pequeño. Se trata de una respuesta natural del cuerpo a procesos como infecciones y demás enfermedades con el fin de acabar con el elemento que nos esté provocando un daño. Sin embargo, en algunos casos no basta con controlar su síntomas y es conveniente acudir a un especialista. ¿Cuántos días de fiebre es normal en niños? ¿Cuándo preocuparse?
La fiebre es muy frecuente en los más pequeños como medio de defensa principalmente ante cualquier agente infeccioso que haya entrado en su organismo (virus, bacterias, hongos, parásitos...) Lo habitual es que la temperatura vuelva a su estado normal pasados unos pocos días. Según los expertos, no todas las fiebres necesitan tratamiento, aunque sí debemos controlarla cuando ésta sea alta. Lo más importante es observar cómo se encuentra el niño, ya que ello puede revelarnos más información sobre cómo actuar que lo que indique el termómetro.
Un factor a tener en cuenta es que la parte del cerebro que controla la temperatura corporal (hipotálamo) no está completamente desarrollada en los niños. Esto se traduce en que los niños puedan experimentar aumentos y disminuciones de la temperatura corporal bastante bruscas, sin que ello tenga por qué ser necesariamente síntoma de que ocurra algo grave.
En general, sabemos que la fiebre aparece cuando el cuerpo trata de alcanzar una temperatura superior para combatir mejor a los agentes infecciosos, haciendo que su cuerpo sea un lugar más hostil para ellos. También que la temperatura corporal suele aumentar por la noche o con la actividad física, las emociones fuertes, la ropa gruesa, ciertos medicamento o una temperatura exterior elevada, por lo que deberemos tener en cuenta estos factores antes de determinar si realmente existe una temperatura anormal. Otra posible causa es la vacunación, que puede generar un ligero aumento de la temperatura corporal, pero si hablamos de más de 38ºC es probable que la causa sea otra.
En cuanto a qué temperatura podemos considerar fiebre en un niño, por lo general su temperatura corporal se encuentra entre 36.5°C y 37.5°C. Cuando nos movemos por encima de este rango, podemos empezar a hablar de fiebre.
Tratamiento de la fiebre en niños
Cuando la fiebre es leve (temperatura axilar entre 37,5º – 37,9º C), basta con desabrigar al niño para que su cuerpo libere fácilmente el calor sobrante, crear una temperatura agradable en la estancia en la que se encuentre y usar si es necesario paños húmedos en frente, axilas e ingles. También es posible acudir a baños con agua tibia, o bien ofrecerle líquidos frescos para prevenir una posible deshidratación.
Si se superan los 38º C en temperatura axilar, estaremos hablando de fiebre propiamente dicha y tocará visitar al pediatra para identificar posibles causas. En caso de que el niño tenga menos de 3 años esta visita será especialmente obligatoria, y urgente en menores de 3 meses. Eso sí, es importante descartar antes un posible exceso de calor: para ello, desabriga al niño y vuelve a tomarle la temperatura pasados 20 minutos.
En cuanto a los fármacos que puede consumir el niño, existen antitéticos que deben tomarse siempre bajo prescripción médica y con claras pautas de nuestro pediatra sobre su dosis. También será necesaria receta médica para administrar antibióticos, que solo tendrán sentido si se sospecha de una posible infección bacteriana.
Por último, puede considerarse que no es necesario bajar la fiebre del niño cuando ésta no sea grave y no le resulte molesta, ya que se trata de un mecanismo de defensa que activa el sistema inmunitario y que existe de forma natural precisamente para luchar contra la infección. Tan solo deben considerarse casos urgentes los supuestos de fiebre en menores de 3 meses, una temperatura superior a 41º C, llevar 4 días o más con fiebre o padecer alguna enfermedad crónica grave (malformación del corazón, inmunodeficiencia, cáncer en tratamiento quimioterápico). Un decaimiento importante o síntomas graves como irritabilidad, confusión, no respuesta a estímulos externos, dificultad para respirar... nos indican también que debemos acudir a urgencias.