El Coronavirus después de ser eliminado del organismo de los enfermos puede dejar secuelas a largo plazo, como la fatiga persistente. Los médicos de todo el mundo habían reportado esta secuela en numerosas personas que habían sufrido la infección, pero ahora se está estudiando cómo este síndrome de Fatiga crónica puede durar hasta más de un año, incapacitando para la vida cotidiana, pero además como evidencia de que se ha tenido covid-19.
Hasta ahora sabíamos que los síntomas más comunes del coronavirus son tos seca, dolor de cabeza, sarpullidos, fiebre o febrícula. A estos se suma la fatiga que puede convertirse en crónica al detectarse que muchos de los pacientes siguen sufriéndola más allá de seis meses tras la recuperación del SARS.CoV-2.
A principios de la pandemia los informes médicos revelaban la fatiga entre las características clínicas de los infectados. Entre el 44 - 69,6% (uno de cada tres pacientes) la sufría. Las consecuencias a medio y largo plazo de la infección por SARS-CoV-2 siguen sin explorar completamente. Los investigadores consideran que que el coronavirus tiene el potencial de desencadenar un síndrome de fatiga post-viral, según lo publicado por la web médica merxiv.
Investigadores del Hospital St. James y el Trininy Translational Medicina Institute de Dublín han encontrado que enfermos afectados por el coronavirus puede llegar a sufrir síntomas prolongados y fatiga hasta 18 meses después de la infección aguda, similares a los supervivientes de Síndrome agudo respiratorio (SARS) y los enfermos de fibromialgia. Los estudios de fatiga post-viral y el síndrome de fatiga crónica se asocia a menudo con alteraciones del sistema inmunológico, como se cree en el coronavirus, aunque no hay datos concluyentes sobre la causalidad o asociación.
En uno de los pocos informes para evaluar las consecuencias a largo plazo de la gravedad original
Epidemia de síndrome respiratorio agudo (SARS) (también causada por un coronavirus), pacientes de
Toronto experimentaron fatiga persistente, mialgia difusa, debilidad y depresión un año después de su enfermedad aguda y no pudieron regresar al trabajo (13). Un estudio de seguimiento similar entre 233 supervivientes de SARS en Hong Kong, más del 40% de los encuestados informaron de un problema de fatiga crónica 40 meses después de la infección (14). Estos estudios han servido de punto de partida para compararlos con los pacientes con covid-19.
En la nueva investigación del instituto irlandés más de la mitad de los pacientes del estudio (128), el 52,3%, sufrió fatiga persistente a las 10 semanas de iniciar los síntomas, momento en el que se supone que ya debían estar recuperados. Además, se detalla que el 49,5% eran personas mayores de 15 años y la mayoría, el 54% eran mujeres.
El síndrome de fatiga crónica es una condición debilitante de largo plazo en la que la persona afectada experimenta una serie de síntomas. El más importante es un agotamiento que no mejora ni con el sueño ni con el descanso y que afecta al paciente en todos los aspectos de su vida cotidiana.