La forma en la que se propaga el coronavirus sigue siendo una incógnita. La mayoría de positivos se transmiten de unas pocas personas, mientras que muchos otros casos nunca transmiten la enfermedad. En esto puede influir la carga viral, pero quizá no sea el factor más determinante.
Desde hace meses, los expertos hablan del número reproductivo, R0, que mide cuántos contagios se producen de media por cada caso. Este elemento evoca un patrón típico y homogéneo de la transmisión (si un infectado contagia a tres personas, esos tres contagiados contagiarán a otras tres y así sucesivamente), pero hay evidencias que indican que los contagios de covid no funcionan así.
Una investigación reciente de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, asegura que unos pocos eventos (como una reunión con mal ventilación) y unos pocos enfermos (personas con mucha carga viral o con mucha vida social) están detrás de la mayor parte de los contagios. Los investigadores estiman que el 80% de las transmisiones son producidas por un 10%-20% de los casos. Dentro de un mismo brote, una persona podría contagiar a ocho personas, otra a una y otra a ninguna. Los hallazgos también coinciden con la línea de un reciente estudio publicado por la revista científica Nature.
Los científicos, para decidir si el ritmo de una infección corresponde a un tipo u otro (a un evento o a un supercontagiador), utilizan un nuevo parámetro denominado factor de dispersión K, que describe si una enfermedad es capaz de producir ‘clusters’ o conjunto de supercontagiadores.
Si la dispersión del número de casos secundarios es bajo (k<<1), un pequeño número será el responsable de un número desproporcionado de casos secundarios, mientras que un alto número de ellos no transmitirá el patógeno. Y es que, cuanto menor sea este, más transmisiones se producen en grandes agrupamientos de personas. Según algunos estudios, el K de la covid19 puede ser tan pequeño como un 0,1, incluso menor que el MERS (0,25) o la gripe (1).
En teoría, si se se controlaran esos eventos se podrían reducir los contagios sin recurrir a un bloqueo nacional, aunque esto exige también un trabajo más que exhaustivo de rastreo. Algo que no se puede concretar en España. De hecho, la gran mayoría de los casos a nivel nacional no se han podido ligar a ningún brote específico.
Los países que mejor han controlado la epidemia, como Japón o Corea del Sur, ya trataban hace meses un concepto que puede resultar clave, los clusters. Este término define a los grupos de personas donde se originan los contagios. Es fundamental conocer menor los brotes y plantear nuevas formas de rastreo. Si se descubre qué lugares y en qué circunstancias se pueden dar los brotes, se podrá imponer medidas que los eviten. Los resultados están ahí: el peor pico del país nipón durante la epidemia es similar al momento más benigno de la pandemia en España. Los fallecidos por millón de habitantes son 50 veces menos.
En cuanto a la estrategia surcoreana, el 66% de los casos de entonces están ligados a un cluster identificado, otro 10% son contagios individuales y solo el 24% que resta está sin identificar, según desvela El País En España, el rastreo solo ha podido vincular un 12% de los casos a eventos concretos. Totalmente al revés. El problema de no tener un buen rastreo es que hace imposible saber en qué lugares se están produciendo los brotes.
Los expertos se preguntan cómo se debe rastrear. Si ir al origen del mismo para cortar la cadena de transmisión o hacerlo al revés, buscar dónde se contagió una persona en lugar de buscar a cuántas personas ha contagiado. No obstante, esta estrategia hay que sopesarla, ya que, en un momento de transmisión comunitaria, por ejemplo, no es recomendable ya el rastreo clúster.
La persona contagiada que los rastreadores estudian con el rastreo convencional tiene pocas opciones de haber transmitido la enfermedad. Sin embargo, la persona que le contagió pertenecerá probablemente al 10% o 20% responsable del 80% de los contagios.
En este rastreo 'hacia atrás' se deben identificar los contactos que un caso confirmado ha tenido hasta dos semanas antes de dar positivo, explican los expertos. La dificultad está en la rapidez y la capacidad de medios. En España, el rastreo 'hacia atrás' sería casi un imposible. Ahora mismo no se realiza ni el rastreo convencional, la media de contactos identificados por cada caso conocido, según los datos de Sanidad, ha caído a solo dos personas.
No obstante, en España también se han sacado conclusiones sobre los brotes y los clusters. Un ejemplo se encuentra en la Comunidad Valenciana. En verano, una serie de brotes conectados provocó el positivo de 100 personas de la población colombiana de la localidad. Todos los casos estaban vinculados con ceremonias en salas de baile o fiestas privadas durante la fiesta nacional del país latino. Las autoridades sanitarias deben aumentar recursos y apostar por el rastreo para controlar mejor la epidemia.