Los expertos, sobre la sal en la dieta: "Poca, pero que sea yodada”
Un estudio concluye que, aunque la nutrición de yodo en España ha mejorado, no se ha resuelto, especialmente en niños y adolescentes, mujeres en edad fértil, mujeres embarazadas y madres lactantes
Las enfermedades tiroideas pueden aparecer durante el embarazo y tener repercusiones no solo en la mujer sino también en el feto
En un artículo recogido por Elsevier en 2012, titulado Erradicación de la deficiencia de yodo en España. Cerca, pero no en la meta, sus autores apuntaban que la deficiencia de yodo en nuestro país había sido una constante durante más de cuatro décadas.
Pero que “el incremento del conocimiento y la aceptación por gran parte de los médicos de los efectos beneficiosos de la yodoprofilaxis y la adecuada información a la población, mediante campañas sanitarias divulgativas”, habían contribuido a la corrección del déficit de yodo (DY).
Recientemente, uno de los autores que participaron en ese estudio, Lluís Vila, ha publicado junto a otros expertos el artículo La nutrición de yodo en España. Necesidades para el futuro. Este documento concluye que, pese a que la nutrición de yodo en España ha mejorado, el problema no está resuelto. Por ello este artículo solicita a las instituciones sanitarias medidas que garanticen que la nutrición de yodo de toda la población sea la adecuada, especialmente entre los colectivos de mayor riesgo, niños y adolescentes, mujeres en edad fértil, mujeres embarazadas y madres lactantes.
La función del yodo
El yodo es un mineral fundamental en la síntesis de hormonas tiroideas, esenciales para el desarrollo cerebral pre y posnatal, así como para el metabolismo de todas las células durante toda nuestra vida. Además, estudios recientes han demostrado que el yodo también tiene un papel importante como antioxidante y protector de infecciones bacterianas y virales.
El grupo de trabajo Nutrición de Yodo de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) lleva más de treinta años trabajando para revertir la deficiencia de yodo en España y evitar así posibles problemas asociados a esta carencia. El doctor Lluís Vila, Servicio de Endocrinología y Nutrición Hospital Sant Joan Despí Moisés Broggi y miembro de la SEEN, señala que la mejora en los niveles de yodo por parte de la población española se debe, entre otros factores, “al efecto de nuestro grupo sobre algunas instituciones y al gran número de estudios que hemos efectuado, a algunos programas de salud pública de algunas comunidades autónomas, al notable contenido de yodo en la leche y al aumento del consumo de sal yodada”.
El doctor Vila dice que “todo problema de salud pública, como es la deficiencia de yodo, precisa de programas institucionales que analicen la situación real del problema, que realicen campañas sobre la población para conseguir un adecuado consumo de yodo y que evalúen los resultados. Con la publicación de este trabajo se ha pretendido analizar la situación actual e indicar algunas de las vías que, a nuestro entender, deberían seguirse para garantizar en un futuro el adecuado consumo de yodo por parte de toda la población”.
Grupos de riesgo
El artículo apunta que las mujeres en edad fértil y las embarazadas son la población de mayor riesgo, además de la infantil, ante una situación de DY. El doctor Vila recuerda que la deficiencia de yodo ha estado ligada de manera tradicional con la aparición de bocio entre las poblaciones con bajo consumo, “sin embargo, esta es la punta del iceberg”. En opinión de este experto, “el problema más importante y menos aparente es la disminución del coeficiente de inteligencia”.
¿Por qué las mujeres en edad fértil y las embarazadas son los grupos más expuestos a los efectos de DY? Este miembro de la SEEN explica que se debe “al papel fundamental que tienen las hormonas tiroideas (tiroxina y triyodotironina), en la maduración y desarrollo cerebral, tanto en el feto como en los primeros años de vida”. El yodo forma parte de estas hormonas, por lo que si una mujer embarazada tiene una nutrición deficiente en yodo existe un riesgo claro de reducir la producción de tiroxina. Lluís Vila sostiene que “durante la gestación, especialmente en el primer trimestre, el feto aún no es capaz de fabricar sus propias hormonas tiroideas, por lo que necesita, de manera imprescindible, que le llegue suficiente “tiroxina materna” para conseguir una adecuada maduración cerebral. En la edad infantil, pero especialmente en los primeros años de la vida, el cerebro sigue madurando, por lo que sigue siendo imprescindible una adecuada nutrición de yodo para que la producción de tiroxina, por parte de la tiroides del niño, sea suficiente. En el caso de la mujer en edad fértil, se aconseja que la nutrición de yodo sea la adecuada, para sí misma, pero esencialmente por si llegara una gestación”.
El yodo durante el embarazo
Tomás Chivato, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad CEU San Pablo, manifiesta que “durante el embarazo las necesidades de yodo de la madre aumentan de unos 150-200 microgramos de yodo al día a 200-300 microgramos diarios. El yodo es un oligoelemento esencial en el desarrollo de los órganos del feto general y en particular del sistema nervioso central”.
Una necesidad de incrementar las necesidades de yodo durante el periodo gestacional que se debe a que, según manifiesta el decano de la Facultad de Medicina del CEU, “el tiroides del feto no está totalmente activo hasta alrededor de la semana 20 de gestación y por tanto la madre aumenta la producción de hormonas tiroideas”. Además, Tomás Chivato, advierte que “las enfermedades tiroideas pueden aparecer durante el embarazo y tener repercusiones no solo en la mujer sino también en el feto. Por ejemplo, cuadros de tiroiditis autoinmune pueden estar debidas a la presencia de anticuerpos antitiroideos que pueden atravesar la placenta y dar lugar a un bloqueo de la actividad tiroidea (hipotiroidismo) en el feto que origine un retraso en el crecimiento físico y desarrollo mental conocido como cretinismo”. Por eso, el decano de la Facultad de Medicina, indica que la ingesta de yodo “en los niños de 1 a 8 años estaría alrededor de 90 mcg/día; de 9 a 13 años 120 mcg/día; y de 14 años en adelante, alrededor de 150 mcg/día”.
Yodación Universal de la Sal
El estudio asegura que la clave para combatir este DY, en estos grupos de mayor riesgo, está en que la población consuma una cantidad adecuada de yodo de forma mantenida y continuada. Para lograrlo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la yodación de la sal por ser el alimento que más fácilmente puede llegar a toda la población y una medida, la yodación de la sal, que resulta eficaz, segura y coste-efectiva. Una medida que también se incluye en el estudio bajo el lema “consumir poca sal pero que sea yodada”.
El experto del grupo de trabajo Nutrición de Yodo de la SEEN aconseja que, para lograr una nutrición adecuada de yodo en toda la población, “toda la sal para el consumo humano debe ser yodada”. Es lo que la OMS denomina “Yodación Universal de la Sal””. En algunos países de Europa, como Austria, Hungría, Croacia, Eslovenia e Italia, entre otros, han apostado por la yodación universal. “Ello tiene la ventaja que, aun reduciendo el consumo de sal, como debe ser, siempre se consume sal con yodo. En países como España, es el consumidor quien debe decidir si adquiere sal común/marina o sal con yodo. De este modo es preciso que se realicen campañas periódicas de salud pública para conseguir un doble cambio de hábito: reducir el consumo de sal y, además, que la que se compre sea yodada”, continúa Lluís Vila.
Países con déficit
A nivel europeo, el estudio destaca que, pese a las recomendaciones del uso de sal yodada, siguen existiendo países con DY. En opinión Lluís Vila es un hecho curioso y apunta que existe más déficit de yodo en Europa que en otros continentes, como por ejemplo América Latina. Esto se debe, según este experto, a que “durante muchos años en Europa ha existido la falsa creencia que por tratarse de un continente “rico” este problema no existía. Numerosos estudios, realizados en los últimos 20 años ilustran que aún muchos países tienen deficiencia de yodo”.
Para resolverlo está en marcha el Proyecto EUthyroid, en el que han participado representantes de 27 países europeos y que elaboró en 2018 la “Declaración de Cracovia” donde se marcaban las líneas maestras que debían seguirse en Europa para erradicar y prevenir el déficit de yodo: implicación positiva de los políticos de cada país con el apoyo de los expertos para realizar programas de salud pública, compromiso explícito de la Comisión Europea para unificar la legislación en Europa y así permitir un marco legal que facilitara la “Yodación Universal de la Sal”, y armonización y estandarización de los métodos de estudio para la monitorización de la nutrición de yodo.
El experto del Servicio de Endocrinología y Nutrición Hospital Sant Joan Despí asegura que “aún no se ha conseguido incluir en el orden del día este tema en la Comisión Europea, pero nos consta que se está trabajando. Sin embargo, el efecto COVID, en este momento, complica cualquier otro movimiento o iniciativa en salud”.
La sal en la dieta
En cuanto a las personas adultas y de la tercera edad, muchas de ellas con patologías como hipertensión, problemas cardiovasculares, etc, que tienen prescrita la reducción de sal en su dieta, el autor del estudio sostiene que “cuando se precisa reducir o suprimir la sal por determinadas patologías, como por ejemplo la hipertensión, la insuficiencia cardiaca o la insuficiencia renal, de nuevo, aquí la premisa es “poca sal pero que sea yodada”, si hay que reducirla, o buscar otras fuentes de yodo, como los lácteos y el pescado, si la sal debe evitarse del todo”.
Por último, el decano de la Facultad de Medicina de la Universidad CEU San Pablo asegura que, además de la ingesta de sal yodada en la dieta, hay otros alimentos que ayudan a alcanzar los niveles de yodo adecuados en nuestro organismo, y recomienda “consumir alimentos marinos como pescados (salmón o bacalao) y mariscos (crustáceos como las gambas, moluscos como las almejas o cefalópodos como el pulpo). También algunas frutas como la piña o las fresas, los lácteos como la leche, el yogur o quesos curados, como el manchego, también son fuentes naturales ricas en yodo”.