Sin ninguna vacuna todavía contra el coronavirus ni tratamientos efectivos, las medidas de protección, higiene y distancia social son el mejor arma para prevenir la infección por SARS-CoV-2. Lo confirma una nueva investigación que, por primera vez, ha hecho una revisión sistemática sobre cuáles son las intervenciones más efectivas a la hora de reducir el riesgo de contagio.
Según los datos, los dos metros de distanciamiento social entre personas es mejor que uno y el uso de mascarilla también debe ser un mecanismo de protección imprescindible. La protección ocular podría aportar, en menor medida, un beneficio adicional.
"Nuestros datos proporcionan la mejor evidencia disponible actualmente sobre el uso óptimo de estas tres intervenciones simples y comunes", ha señalado, en un comunicado, Holger Schünemann, investigador de Universidad McMaster en Canadá y uno de los responsables del metaanálisis que acaba de publicar la revista científica The Lancet.
De cualquier manera, los autores subrayan en el trabajo, que ha tenido en cuenta los resultados de 172 estudios observacionales de 16 países, que ninguna de estas medidas, incluso cuando se usan de forma combinada y adecuadamente- garantiza una protección total frente al virus.
Ha habido muchas contradicciones desde que el nuevo coronavirus apareció sobre la mejor manera de protegerse. Por eso, el equipo de Schünemann quiso analizar los datos científicos disponibles hasta el momento para obtener una panorámica clara de la situación. Sin embargo, pese a la gran cantidad de datos que han manejado, la evidencia disponible sobre la efectividad de algunas medidas, como la protección ocular, sigue siendo baja, reconocen.
Finalmente, en el trabajo se incluyeron 44 estudios, con datos datos de 25.697 pacientes afectados por Covid-19 o sus 'parientes cercanos', los coronavirus SARS y MERS.
Al analizar la evidencia sobre el impacto de la distancia social en la transmisión del virus, los investigadores comprobaron que mantener al menos un metro de separación con respecto a otras personas reduce significativamente el riesgo de contagio. Sin embargo, esta posibilidad se minimiza mucho más si son al menos dos metros de distancia los que se mantienen. Así, el riesgo de infección pasa de ser de alrededor del 13% si las personas están a menos de un metro, a ser del 2,6% si se respeta esa distancia. Con un metro más de separación, señalan, la protección se multiplica por dos (1,3%) .
Para Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández de Alicante, los resultados de este trabajo confirman no sólo que "la distancia física disminuye de forma muy clara el riesgo", sino también que los dos metros pueden ser una medida aceptable para la identificación de los posibles contactos de un caso positivo. "El límite de los dos metros de personas que han estado en contacto con un caso índice es correcto", sostiene.
El trabajo también ha revisado los datos disponibles sobre la utilidad de la protección ocular. Según sus análisis, también esta medida - por ejemplo, el uso pantallas o gafas- puede ser una herramienta útil frente al virus (el riesgo de infección pasa del 16% al 5,5%). De cualquier forma, como en el caso de las mascarillas, los investigadores reconocen que, en este terreno, la evidencia que hay hasta el momento es baja, por lo que reclaman nuevas investigaciones al respecto.
En cuanto a la efectividad de las mascarillas, los investigadores también certificaron su utilidad. Sin esta protección, el riesgo de transmisión del virus es del 17,4%. Con ella, se reduce al 3,1%, señalan. Según sus datos, las mascarillas FFP2 o equivalentes son más eficaces que las quirúrgicas o las reutilizables. Sin embargo, dada la falta de disponibilidad en muchos contextos de las mascarillas de máxima eficacia de filtrado, como las FFP2, su uso debería priorizarse en sanitarios.
Coincide con su punto de vista Ángel Asensio, jefe del servicio de Medicina Preventiva del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid). "El uso de FFP2 para la población podría ser eficaz desde el punto de vista teórico pero en la práctica respirar a través de esas mascarillas llevándolas suficientemente ajustadas, que es como son eficaces, es muy incómodo porque dificulta la respiración, especialmente en personas mayores o enfermas o si están realizando algo de ejercicio físico, entre otras razones", apunta. Además, añade, "mientras haya escasez de estas mascarillas, cuya duración es de horas, se deberían priorizar para los profesionales, que son los más expuestos a aerosoles provenientes de los pacientes que atienden".
El uso de mascarillas quirúrgicas entre la población general debe ser obligatorio en ambientes cerrados y si no se puede mantener la distancia de seguridad, continúa Asensio, "no sólo porque puedan protegernos de que nos llegue el virus" sino, sobre todo, "porque controlan al foco emisor. Si una persona está contagiada y tiene mascarilla es muy poco probable que pueda enviar virus al exterior", subraya.
En ese sentido, la investigación señala que las mascarillas reutilizables multicapa son mucho más eficaces que las que sólo tienen una capa, un aspecto a tener en cuenta a la hora de elaborar mascarillas caseras o de tela.
Los datos, añade Hernández por su parte, "aportan suficiente evidencia para defender el uso comunitario de mascarillas". Por tanto, "va a ser necesario que sigamos usándolas en nuestras relaciones sociales y en lugares donde no puede mantenerse la distancia física", añade el especialista, quien sugiere que podría valorarse la recomendación de la protección ocular "particularmente en las personas de más riesgo".