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Te despiertas por la mañana y sientes obstrucción nasal, estornudas con bastante profusión, secretas mucha mucosidad y el picor te atenaza. Si tienes estos síntomas es más que probable que padezcas rinitis, un trastorno nasal sintomático que cursa con inflamación del revestimiento mucoso de la nariz. Existen varios tipos, dependiendo de su evolución (aguda o crónica) o de su etiología (alérgica, no alérgica y atrófica) y los tratamientos para paliarla son establecidos por los especialistas en función de esos orígenes. Esta dolencia es una de las principales consultas a los médicos de familia y es responsable de enormes gastos en tratamiento y un alto grado de absentismo laboral.
Según la Organización Mundial de la Salud, se estima que aproximadamente 500 millones de personas padecen rinitis alérgica, cifras a las que hay que sumar los millones de afectados por este trastorno debido a otras causas (farmacológicas, hormonales, ocupacionales…), lo que lo convierten en un problema sanitario a nivel global.
La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC)Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria(SemFYC) apunta a que este trastorno deteriora la calidad de vida de los que la padecen, tanto en adultos como en niños, y supone un impacto socieconómico muy importante. Su incidencia aumenta en esta época del año, debido a la alergia invernal (arizónicas) y al aumento de resfriados comunes, dos de las causas más frecuentes
En una encuesta realizada en seis países europeos a mayores de 18 años se estableció una prevalencia de la rinitis alérgica entre el 17% y el 29%. Asimismo, los especialistas en la materia alertan de la coexistencia o complicación de estos cuadros con otras enfermedades como la sinusitis, el asma, la apnea obstructiva, la otitis media y la conjuntivitis, tanto infecciosa como alérgica, esta última asociación se produce entre el 60-80% de los casos.
Cuando el origen esta relacionado con una reacción del sistema inmunitario ante desencadenantes ambientales como el polvo, moho, polen, hierbas, árboles y animales, las personas suman a los síntomas habituales (secreción nasal, congestión, picor y ojos llorosos) dolores de cabeza, tos, sibilancias y párpados hinchados. La rinitis, en estos casos, pueden ser estacionales y perennes y según los glóbulos blancos afectados: eosinófila, neutrófila y mastocitaria.
Los tratamientos recomendados consisten en evitar la exposición a esos factores, aerosoles nasales con corticoides, antihistamínicos y lavar el interior de las fosas con soluciones salinas.
Cuando la causa no es alérgica, el origen puede ser provocado por virus o bacterias (infecciosa); por vasoconstrictores nasales (vasomotora); por el uso de antidepresivos y progesterona (medicamentosa); consecuencia del hipertiroidismo o durante el embarazo (hormonal); la causada por la humedad ambiental o por el frío (física); la asociada a la sinusitis polipoidea (hipertrófica), y la mecánica, cuyo origen se encuentra por la presencia de vegetaciones, tabique nasal desviado, tumores o cuerpos extraños, y cuyo tratamiento suele requerir cirugía.
La última clasificación es la atrófica, debido, según los especialistas, a una reducción de los cornetes inferiores y a la formación de costras secas en la cavidad nasal. Se desconocen los motivos que la provocan y sus primeros síntomas aparecen tras la adolescencia, siendo más frecuente en clases sociales con malos niveles de higiene. Los casos más graves pueden dar lugar a la nariz en silla de montar, una deformidad que se produce por la destrucción del tabique nasal.
Asimismo, estudios recientes asocian cuadros de rinitis con la contaminación, sobre todo en las grandes ciudades. Una investigación publicada en la revista Journal of Allergy and Clinical Immunology y liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona asegura que síntomas típicos de esta dolencia son más graves para los habitantes de zonas con niveles altos de partículas finas y NO2.
"La rinitis está relacionada con el asma, una patología estrechamente ligada a la contaminación del aire", comenta Bénédicte Jacquemin, líder del estudio e investigadora asociada a ISGlobal. "Por este motivo hemos creído oportuno comprobar si la exposición a largo plazo a la polución atmosférica también juega un papel determinante en la rinitis”, añade, una dolencia que provoca un "deterioro en la vida cotidiana de quienes la sufren, así como un coste muy elevando en tratamientos, además de una disminución de la productividad y un incremento del absentismo laboral y escolar", subraya.