En estos tiempos llenos mensajes que nos empujan a ‘hacer, hacer y no dejar de hacer cosas’ en pro de ser lo más productivos posible con la mínima inversión de tiempo, llega Oliver Burkeman y nos propone justo lo contrario: soltar, aprender a decir no y acortar nuestra lista de tareas pendientes.
Como buen ex adicto a la productividad, Burkeman sabe de lo que habla. Su adicción a la acción le llevó a probar durante años diferentes técnicas ideadas para mejorar su productividad y su eficacia, pero jamás encontró́ resultados positivos en ninguna de ellas. Lo que ocurría era todo lo contrario: siempre caía en el mismo círculo autodestructivo de hiperproductividad. Esto fue así, según Burkeman, porque todos estos métodos tienen una agenda oculta y nos inoculan veladamente la idea de que "si nos organizamos bien, podremos llegar a todo...Pero, asumiendo que llegues a los ochenta años, habrás vivido unas cuatro mil semanas”, explica el autor. Lo mires por donde lo mires, es imposible que te dé tiempo a hacer todo lo que aparece en tu lista de cosas por hacer. En todo caso, esfuérzate en aprender a elegir, no en aprender técnicas que te permitan ser más productivo, nos sugiere Burkeman.
Cuatro mil semanas, gestión de tiempo para mortales (Planeta 2022) es el título del último libro de este afamado escritor y periodista británico que ha sido traducido ya a 26 lenguas y que acaba de publicarse en España.
El libro, más que a la acción, nos invita a la reflexión. Antes de aprender esas habilidades comunicativas que nos permitan poner límites; antes de poner en práctica nuevas actitudes que nos permitan poner fin a nuestra adicción a la acción, debemos interiorizar y hacer nuestro el siguiente mantra: “Nuestro tiempo en la tierra es limitado, la idea de que puedes llagar a todo es una quimera”. Si no hay aceptación de nuestra propia finitud, el método de Burkeman no funciona. “Asumir tu finitud te hará más libre y más feliz”, recalca.
Pregunta: La mayoría de libros sobre gestión del tiempo escritos en occidente que leo, hablan de mejorar la productividad, de conseguir hacer más cosas, ser más eficientes. Es la primera vez que leo algo -que no sea budista- que me dice: haz menos, suelta, acepta que no puedes llegar a todo y empezarás a ser más libre y más feliz.
Respuesta: Creo que es un buen resumen del libro. Supongo que si tuviera que matizar algo diría que quizás no es tanto hagamos menos -que podría ser la respuesta correcta para mucha gente- pero es más bien renunciar a esta idea de que vas a a ser capaz de hacer todo, que es un poco como la agenda oculta, por así decirlo, de todos estos libros sobre gestión del tiempo, productividad y eficiencia. Realmente se trata de insistir en que no es cierto que haciendo todo, haciendo más cosas, siendo más productivos, podremos llegar a ese lugar en el que tenemos un control perfecto de nuestro tiempo y en el que nunca tendremos que tomar decisiones difíciles… Ahí es donde está el mensaje erróneo. Yo no creo que eso sea posible y creo que es mucho más liberador llegar a aceptar que nunca vamos a tener el control totalmente.
P: La palabra ‘aceptación’ resuena en todos los capítulos de tu libro. Acepta que no vas a poder hacerlo todo, que eres finito…¿No crees que es un mensaje contradictorio con el que vende la industria de la felicidad que nos dice: tú puedes con todo lo que te propongas y este tipo de cosas?
R: Estoy totalmente de acuerdo contigo en eso. Creo que lo que diría sobre eso es que es realmente esencial aceptar la realidad de cómo son las cosas, incluido el hecho de que eres finito, de que no puedes decir sí a un número ilimitado de obligaciones o ambiciones. Es realmente esencial aceptar eso para poder ser capaz de llevar a cabo las cosas más grandes de las que eres capaz, porque de otra manera, estás perdiendo todo tu tiempo y tu atención en ese esfuerzo fútil de conquistar el tiempo. Pero si puedes soltar eso, aceptando que eso es una batalla que no puedes ganar, entonces te puedes centrar en batallas que sí puedes ganar, en lo posible…y lo posible pueden ser cosas muy impresionantes y extraordinarias, o puede ser cosas mundanas, pero que son muy significativas. Creo que es importante no pensar que hay cosas que no son significativas solo por el hecho de que sean mundanas.
P: Insistes en que debemos tener muy presente en nuestro día a día la idea de que somos mortales ¿Se puede vivir con la idea de la muerte presente en nuestra vida y ser feliz al mismo tiempo, incluso ser más feliz aún que viviendo anestesiado y desconectado de quién uno es en realidad?
R: No me gustaría que la gente pensara que este libro -o mis ideas- van sobre pensar constantemente sobre la muerte en sí misma, porque no creo que nadie pueda hacer eso constantemente, o yo al menos no podría... Yo ahí hago una distinción. Creo que es diferente enfrentarte a la idea de la mortalidad, que pensar directamente en la muerte, porque creo que la muerte es un gran desafío. No creo que yo personalmente pudiera hacerlo.
P: Por eso, más que de muerte, hablas de finitud...
R: Hay una manera más de accesible y sencilla de acercarse a esa idea de la muerte -que es simplemente valorar las consecuencias de que vamos a morir- que es llamarlo finitud, como hago en el libro. Y me refiero al hecho de que cualquier momento en que decidimos hacer algo, estamos decidiendo también no usar ese momento para hacer otros millones de cosas; al hecho de que vivir una vida con sentido, con significado, implica pérdidas en ese aspecto. Eso es algo que es difícil hacer, pero es factible. Y al final, aporta más valor a las cosas que hacemos en el día a día, porque tú, en vez de caer en ese ciclo destructivo de hacer más y más cosas, estarás haciendo las cosas que sientes que estás llamado a hacer.
P: En tu libro, también exploras los motivos por los que tenemos esta adicción a la acción y concluyes que, en gran medida, es porque hacer cosas nos distrae, nos anestesia del malestar que nos genera la idea de que somos finitos. ¿Decimos gestión del tiempo cuando en realidad deberíamos decir gestión emocional?
R: Sí, creo que es una buena manera de pensar en la gestión emocional. Supongo que una de las cosas que digo en el libro es que una de las cosas por las que no gestionamos bien nuestro tiempo es realmente porque estamos evitando gestionarnos emocionalmente, que estamos persiguiendo formas de hacer cosas que nos permiten no sentir esta idea de ser limitados, de no ser capaces de tomar decisiones difíciles, de no ser capaces de controlar cómo las cosas suceden. De manera que creo que sí, que una buena parte de lo que quiero comunicar en el libro es esta idea de que si puedes ponerte de frente a esas emociones un poco y tolerar toda la ansiedad que pueda surgir, será más fácil soltar estas contra productivas maneras de ser más productivos, que a la larga no te llevan a ningún lado.
P: ¿Podrías poner un ejemplo cotidiano de ese afán nuestro por conquistar y controlar el tiempo?
R: Por ejemplo, si tú siempre estás intentando obsesivamente mantener tu buzón de entrada del correo electrónico a cero. ¿Cómo crees que te sentirás cuando lo consigas o si consigues estar en ese punto permanentemente? Supongo que esperas sentirte un poco como un dios sobre tu tiempo…pero si puedes soltar esa idea un poco, entonces te puedes enfocar en lo que realmente te importa, en vez de enfocarte en tratar de evitar emociones desagradables. Pero en este punto, no quiero dejar de mencionar que hay una fortísima presión social y económica en las personas [para que sean más productivas]. A veces no es algo tan sencillo como decidir hacer las cosas de otra manera, sería injusto. Pero lo que sí puedes hacer, como comienzo, es un pequeño cambio desde tu perspectiva personal.
P: Para ti, la tecnología no es la culpable de esta tendencia a la distracción y anestesia que nos caracteriza, pero sí dices que contribuye en buena parte a ella. ¿Necesitamos aprender a relacionarnos con la tecnología de una manera más saludable? o ¿crees que cuando integremos todas las cosas que propones en tu libro surgirá de manera espontánea una mejor relación con la tecnología?
R: No estoy seguro de saber qué está antes o después, la verdad, porque las dos cosas están muy conectadas. Creo que el papel de la tecnología, el papel negativo de la tecnología, es que ha exacerbado esas tendencias que nos viene de lejos de querer ser capaces de hacer una cantidad ilimitada de cosas y negar nuestra finitud. Lo que ocurre es que, a largo plazo, la tecnología parece que te va a permitir hacer todo eso porque de repente puedes enviar cientos de mensajes al día o calentarte la comida en dos minutos… entonces en ese momento empiezas a sentir que a lo mejor podrías enviar un número infinito de mensajes al día y calentar tu comida en nada de tiempo. De modo que esa es la manera en que usamos la tecnología en nuestra vida. Creo que, volviendo a tu pregunta, las respuestas válidas son las dos. Por un lado, si te das cuenta de lo que está ocurriendo [que eres finito] te será más fácil no caer en esos patrones de impaciencia. Pero, por otro lado, la manera más adecuada de mantenerte centrado en lo que está pasando [en la idea de que tu tiempo es limitado] es llevar a cabo algunas acciones [con respecto a tus dispositivos], como quitar tus redes sociales de tu teléfono y solo chequearlas en tu ordenador, o tratar de tener unas horas al día en las que estás protegido de distracciones digitales. De esta manera estarás más en contacto con estas ideas que propongo en el libro. Así que… creo que, afortunadamente, sería como crear un círculo virtuoso.
P: En tu libro propones algunas técnicas para poder integrar en nuestras vidas esa idea de aceptar nuestra finitud. Es evidente que para aprender a gestionar el tiempo como tú propones en tu libro ¡necesitamos tiempo! ¿Cuánto tiempo te ha llevado a ti aprender todo esto?
R: Es un concepto muy abstracto, sí [silencio largo]. Realmente a mí me llevó mucho tiempo en términos de entender las ideas que estaba tratando de transmitir y luego en escribir el libro. Podría decir que en aprender todo eso tardé los mismos años que fui en la dirección contraria, que viví creyendo que tenía que ser ultraproductivo hasta que me di cuenta de que de esa manera las cosas no funcionarían…Pero me gustaría insistir de nuevo en la idea equivocada de que las cosas que digo en este libro necesitan tiempo para ser implementadas. Efectivamente, me gustaría que le gente se tomara su tiempo para leer el libro, pero creo que se trata más bien de un cambio de perspectiva a la que mucha gente puede llegar de muchas maneras -y espero que mi libro pueda ayudar- pero lo cierto es que, darte cuenta de esto, puede ser cosa de un instante, es algo que puedes ver de manera muy rápida e inmediata…puedes darte cuenta en un momento, como en un clic. Obviamente, hay ideas que nos acompañan toda nuestra vida y que nunca llegamos a incorporar del todo…Pero realmente el cambio de perspectiva, creo que puede venir de manera rápida y espontánea.
P: Para terminar...¿Cómo sería para ti un mundo en el que todas o casi todas las personas hubieran hecho este clic y vivieran de esta manera más consciente que propones en tu libro?
R: El mundo sería mucho más feliz y mucho más completo si la mayoría hiciera ese clic. Estas perspectivas, por ejemplo, en política, podrían ser realmente poderosas. ¿Qué pasaría si las personas que toman decisiones sobre el medio ambiente, sobre la economía, sobre la pandemia, qué pasaría si ellos supieran en todo momento cómo de limitada es su capacidad de control del mundo y supieran que su capacidad de hacer cosas es limitada? Creo que sería un cambio muy poderoso.