Un gato (que por su carácter parece más bien un perro) nos recibe cariñosamente en una casita de un pueblo de la sierra madrileña. Aquí nada es lo que parece.
Por la puerta asoma la enorme silueta de Ismael Santos, ex jugador de baloncesto del Real Madrid allá por los años 90. Pero ya les digo que aquí nada es lo que parece. No hay una canasta colgada sobre el portón del garaje ni nada que nos recuerde a sus años de gloria deportiva.
En casa de Ismael Santos hay, sobre todo, mucho silencio. No hacen falta cuencos tibetanos, ni estatuillas de Buda…es la propia presencia de Isma Santos la que irradia calma y serenidad.
Quienes le conocen dicen que siempre fue un hombre tranquilo. Y digo yo que algo habrán tenido que ver los últimos 17 años de su vida: justo los que han pasado desde que decidió dejar de jugar al baloncesto.
Pero casi va a ser mejor que lean su historia y juzguen ustedes mismos.
-“El momento en el que yo tomé la decisión de dejar de jugar, fue un momento en el que confluyeron historias diferentes en mi vida y todas llevaban al mismo punto: sufrimiento…sufrimiento por no poder cumplir mi sueño, sufrimiento por no comprender por qué si en teoría tenía todo para ser feliz, me sentía vacío y sufría. Y en ese momento, mi decisión fue aislarme e irme. Porque todo lo que yo había vivido: las personas, las situaciones, Madrid, me hacía daño porque no sabía gestionarlo. Entonces fue cuando me fui a la montaña”.
Su afición por la montaña le llevó a hacer un treking por la zona budista de la India donde tuvo su primer contacto con la meditación. Y fue así como, de boca del lama del monasterio, llegó la gran pregunta…la pregunta quizás más revulsiva que jamás le habían hecho: ¿Cómo puedes vivir una vida sin amor?
-“Entonces yo me quedo petrificado. ¿Cómo puedo vivir una vida sin amor? era algo que no me había ni siquiera planteado. El lama me dijo que reflexionara sobre eso. Entonces en los siguientes días allí, me di cuenta de que tenía razón, que no había vivido un amor familiar, ni con una pareja y que había una parte de mí que estaba olvidada. Había desarrollado mucho mi parte física y competitiva y, aunque sí es verdad que existían dentro de mí esas ganas de dar, yo no sabía cómo hacerlo. No estaba preparado para hacerlo. En los siguientes meses, el lama me enseñó que con la meditación no solo puedes controlar tu mente sino que puedes abrir tu corazón”.
Mucha gente no entendió por qué Isma Santos dejó de jugar; porque aún tenía 31 años, era joven y no tenía ningún problema que le impidiera seguir en el baloncesto profesional. Sin embargo, por entonces, él ya tenía muy claro por qué camino quería seguir, como explica en el siguiente vídeo.
El viaje (literal y espiritual) de Ismael Santos comenzó cuando por fin dejó hablar a su corazón respetando sus propios tiempos y ritmos…porque esa escucha profunda requiere paciencia y silencio.
Paciencia y silencio: Justo aquello de lo que adolecemos en estos tiempos que corren...
-“Si te fijas, la vida de ahora está hecha para la distracción, el ruido, para no pararte, porque la manera en que se vive es como una montaña rusa que no para porque el teléfono no para de sonar, los mensajes, los mails, porque las preocupaciones no paran de estar ahí, porque siempre hay algo que hacer, porque no hay espacio. Vivimos el periodo de la historia en el que hay más formación académica, personas mejor formadas, pero hay mayores niveles de estrés, más enfermedades mentales. Eso te da un poco el baremo de cómo está la situación. Y honestamente no soy optimista en el sentido de que eso vaya a cambiar. Entonces, de verdad, creo que el ser humano necesita encontrar otra manera de vivir para sobrevivir a esto que tenemos alrededor. Porque si no hay tiempo para tener una conversación con tu pareja o con tus hijos, con tus padres, con tus amigos, si no hay tempo para dejar reposar todo lo que haces, si en la vida no tienes ese tiempo, ese espacio, ¿cómo puedes saborearla?”
Este no parar, explica Santos, llevado al deporte sería como si nunca descansáramos...
-“Entonces sería imposible asimilar ese entrenamiento y nos lesionaríamos. Así vivimos ahora, o más que vivir yo diría que sobrevivimos o malvivimos”.
Me surge en este punto la pregunta de por qué, ante este panorama, Ismael Santos decidió abandonar la tranquilidad de la montaña y volver.
-“Es que para mí ha sido justo la práctica de mindfulness lo que me ha permitido volver a la sociedad. Después de un periodo de mucho estudio, mucho retiro y mucho silencio, vivía aislado. La práctica de mindfulness te permite integrar ese espacio que creas, pero a la vez abrirte a los demás, a la sociedad, a lo que va sucediendo. Para mí es una manera de vivir… mindfulness es como una brújula interna o un GPS, que cada mañana cuando te levantas puedes meter las coordenadas con tu intención y con preguntas como ¿qué tipo de persona quiero ser hoy?, ¿cómo quiero vivir el día de hoy?, ¿por qué y para qué quiero levantarme y salir de casa?, ¿qué quiero hacer hoy con mi día?”
Lo cierto es que es fácil reconocer el enorme potencial de hacerse este tipo de preguntas cada día. Pero ¿quién tiene el tiempo suficiente para hacérselas? entre wasaps, redes sociales, mensajes y llamadas, parece que no queda mucho espacio para eso.
Una parte del entrenamiento de la atención plena, de mindfulness, consiste precisamente en eso, en acostumbrar a nuestra mente a hacerse ese estilo de preguntas.
Pero hay que entrenar mucho la mente para ello. Y nadie dijo que fuera fácil.
Esta idea de esfuerzo tampoco encaja demasiado bien en la cultura de la inmediatez (lo queremos todo para ayer) que nos hace buscar resultados observables y medibles en poco tiempo. Para conseguir que la meditación tenga efectos en nuestra vida, puntualiza Isma Santos, hace falta voluntad, sacrificio y disciplina: unos valores que él conoce bien como ex deportista profesional.
En este vídeo, el propio Ismael Santos no explica a qué nos puede ayudar la práctica de mindfulness.
Practicar mindfulness implica una entrada de conciencia, un darnos cuenta de las cosas que están pasando sin tratar de cambiarlas. Esto es aplicable a pensamientos, emociones y sensaciones agradables, pero también a todo lo desagradable…
-“Porque la vida real está hecha de tristeza, de miedo, de sufrimiento, de alegría, de felicidad, de rabia….Entonces lo que desde mi punto de vista la práctica de mindfulness te aporta, es la capacidad de estar con todo eso y de no querer cambiarlo ni rechazarlo sino de estar con ello: experiméntalo, obsérvalo en tu cuerpo, en tus reacciones, en tu comportamiento…y cuando tú puedas sostener eso durante un tiempo, observa la información que todo ello te va dando. Eso es lo que te va a permitir afrontarlo”.
Para muchos, esta idea de aprender a convivir con el dolor y aceptar el sufrimiento tampoco encaja con la cultura de la felicidad…
-“Claro, explica, por eso este camino es difícil, porque tenemos que desaprender muchas cosas y eso es como si los pilares sobre los que se ha consolidado tu vida se derrumbaran y eso da miedo. El mensaje, desde mi punto de vista, es que hay que ser felices, sí, pero la felicidad llega a través de ese camino, no a través de la evitación de ese camino. Y ese camino requiere esfuerzo, voluntad, motivación, requiere espacio, requiere un trabajo que es precisamente el que te forma, el que construye esa arquitectura interior. Sin sufrimiento no existe aprendizaje, sin dolor no existe aprendizaje ni crecimiento. Y esto no significa que tú quieras buscarlo o ser masoquista, significa que debes aceptarlo y además darle la bienvenida cuando te llega porque solo a través de esos momentos es como luego vas a poder salir fortalecido, vas a poder aprender y vas a poder entrar en otra dimensión de tu vida".
Buscando un símil con el mundo del deporte…
-“Es como si al empezar una temporada tú dices que quieres ser campeón de la liga o de Europa. Eso está muy bien, porque te tienes que poner a trabajar cada día para conseguirlo. Entonces, sólo así, igual dentro de un año, o de 10 o nunca, llegas a ser campeón. Pero todos los años que has trabajado para poder ser campeón es lo que te queda…aunque no seas campeón. Puede ser que no tengas la medalla, pero sí tienes todo el trabajo, el esfuerzo, el sacrificio. Y eso es lo que te queda como persona”.
Mindfulness no sólo permitió a Ismael Santos volver a la sociedad sino que fue el motivo por el que volvió.
Bajó de la montaña para enseñar a otros su manera de vivir. Más de 500 personas han pasado por sus cursos de mindfulness en el último año y medio.
Porque en realidad, Isma Santos, siempre tuvo ese espíritu de dar y de entrega. Una esencia fácil de reconocer al escucharle hablar sobre el niño que fue: un niño que tenía sus propios planes cuando soñaba con jugar en el Real Madrid...
-“Cuando yo era pequeño y veía a ese equipo jugar en televisión, me cautivó lo que me transmitía. No el hecho de que salieran en televisión, sino lo que me transmitía, la emoción que causaba en mí, porque yo luego iba con mi balón al patio del colegio y entonces me montaba mi película y recreaba todo aquello pero con esa emoción. Eso es lo que a mí me cautivó. Qué bonito sería poder transmitir esa emoción, esa pasión, esos valores de entrega, de lucha, de sacrificio, porque eso es lo que a mí realmente me daba esa motivación, no el mero hecho de ser mejor o peor jugador...”
Pues al final va a resultar que sí: que en esta casita de un pueblo de la sierra madrileña, las cosas sí son lo que parecen.