Elena Pagliarini trabaja en el Hospital Maggiore, de Cremona, y una particular foto suya fue difundida en las redes sociales: después de un turno nocturno de más de diez horas, se durmió junto al teclado de su computadora, con la mascarilla y el resto del uniforme puestos.
La imagen fue tomada por una compañera de trabajo, Francesca Mangiatordi, que relató cómo vieron a "más de 50 pacientes en camillas en los pasillos, en sillas, con necesidad de oxigeno. “Ha descansado cinco minutos entre carrera y carrera”.
Las horas de trabajo también quedaron marcadas en la cara de Alessia Bonari, una enfermera de un hospital de Milán: "Estoy físicamente cansada porque el dispositivo de protección duele, la vestimenta te hace sudar y una vez vestida ya no puedo ir al baño ni beber por seis horas". Algo les lleva a seguir: ayudar a los más débiles.
"Nosotros, la gente joven, no somos inmunes al coronavirus coronavirus, también nos podemos enfermar o peor aún, podemos enfermar a la gente. No puedo permitirme el lujo de volver a mi casa en cuarentena, tengo que ir a trabajar y hacer mi parte. Tú haz la tuya, te lo pido por favor", concluyó Bonari. O sea, quedarse en casa. Es el mensaje de lo que se han dejado la piel por los que más sufren hoy. Deberíamos tomar nota, como dicen los expertos, porque nuestras UCI empiezan a no dar abasto y nuestros profesionales, tampoco.